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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Aguirre se resignó

La presidenta del PP madrileño renuncia a seguir al frente del partido al no haber podido parar los escándalos de corrupción

Vicente G. Olaya

No hace muchas semanas, Esperanza Aguirre, la política que desde 2004 dirige con mano de hierro el PP de Madrid, la mayor y más importante agrupación del partido en España, confesaba a este periódico: “Me he vuelto completamente desconfiada”. Y mantenía, seria, la mirada.

En 2008, ya en clara guerra abierta con Mariano Rajoy, estuvo a punto de disputarle la presidencia del partido en el Congreso de Valencia; pero en el último momento desistió, no sin antes repetir en su discurso 15 veces la frase “no me resigno”. Sin embargo, lo hizo y se encerró en Madrid con su mano derecha, el vicepresidente Ignacio González. Eran los tiempos del Gobierno del socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que sufría sus ataques desde una comunidad autónoma que se negaba a aceptar el reparto de fondos diseñado por el Estado y que, según ella, beneficiaba a otras comunidades, en especial a Cataluña.

"Los electores no comprendían que no hubiese estado al tanto de nada, tal y como mantenía. Comenzaba el declive"

Mientras, sus índices de popularidad crecían exponencialmente al tiempo que ponía en práctica políticas de privatización hospitalaria para construir nuevos centros por toda la Comunidad. Cuanto más la atacaba la izquierda —la exministra socialista Magdalena Álvarez llegó a decir que debía estar “tumbada en las vías del tren o colgada de la catenaria”—, Aguirre y sus seguidores disfrutaban. Eran los días de vino y rosas. Pero algo se torció: la corrupción. Rodeada de consejeros, diputados y alcaldes imputados por los casos Gürtel, Púnica o Espías (Francisco Granados, su consejero de Presidencia, lleva desde octubre de 2014 en la cárcel), Aguirre comenzó a cortar cabezas por doquier. Pero ya era tarde. Los electores no comprendían que no hubiese estado al tanto de nada, tal y como mantenía. Comenzaba el declive.

En 2011, volvió a ganar las elecciones con amplia mayoría (72 diputados de 129, frente a los 36 del PSOE), pero los escándalos y las mareas antiprivatización sanitaria ya eran imparables. En 2012, aquejada de una grave enfermedad, se retiró de la política activa —aunque no dejó la presidencia del PP— y desembarcó en la empresa privada.

"Si vencía y salvaba la capital, esta vez sí haría frente a Rajoy tras siete años de espera"
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Con Rajoy ya en el Gobierno nacional, los índices de popularidad del partido caían en toda España. La continuidad del poder popular en la capital y en la Comunidad de Madrid estaban en peligro después de más de 20 años, por lo que el presidente se vio obligado a llamarla. Ella era la única que, según las encuestas, lograba unos buenos resultados. En marzo pasado, fue nombrada candidata a la Alcaldía, pero con la obligación de dejar en la cuneta a Ignacio González. El mandatario nacional no podía arriesgarse a que el modelo del partido que propugnaban Aguirre y González —más escorado a la derecha que el que él defiende— se reforzase en Madrid. Aguirre aceptó el reto. Si vencía y salvaba la capital, esta vez sí haría frente a Rajoy tras siete años de espera. Pero fracasó por 7.000 votos. Y ayer presentó su rendición. Quizás, de momento. “Me he vuelto completamente desconfiada”.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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