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Elecciones municipales
Columna
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Ni contigo ni sin ti

Los nuevos partidos son rehenes de su propio discurso. Temen que pactar signifique la pérdida de su idealizada virginidad

España es uno de los países más descentralizados del mundo. Ayuntamientos y autonomías gestionan un porcentaje altísimo de los presupuestos públicos, sin que terminemos de saber si esto ha sido eficaz o, al contrario, caro y redundante. ¿Trabajan las autonomías para nuestra calidad de vida o trabajamos para que ellas florezcan? En estas elecciones, por tanto, elegimos a los gestores de la parte más sustancial del gasto público. Bien es sabido que votamos por la pasión, el ideal, las filias y las fobias, más que con la cabeza. Por eso, queremos políticos que nos enamoren y no gestores que nos bien gobiernen.

Bien es sabido que votamos por la pasión, el ideal, las filias y las fobias, más que con la cabeza

Votaremos y, a vista de las encuestas, decidiremos un arco político más abierto. ¿Significará esto mejores gobiernos? ¿O, al contrario, condicionarán gobiernos débiles, al albur del capricho de turno, y por tanto precarios e incapaces de abordar proyectos? No lo sabemos. Pero visto lo visto en Andalucía, habrá que ponerse en lo peor. Los nuevos partidos son rehenes de su propio discurso y no quieren contaminarse con la casta pecadora PP/PSOE. Temen que pactar signifique la pérdida de su idealizada virginidad. Pero, por otra parte, tampoco pueden dejar a media España sin gobierno. Los ciudadanos les exigiremos que constituyan gobiernos capaces y eficaces, con responsabilidad. ¿Qué harán? Pues como dice la copla, “Ni contigo ni sin ti/ tiene mis penas remedio./ Contigo, porque me matas/ sin ti, porque me muero”, que estas cosas tiene la realpolitik.

Votaremos y, a vista de las encuestas, decidiremos un arco político más abierto. ¿Significará esto mejores gobiernos?

Si la nueva realidad fragmentada conduce a vodeviles como el andaluz, muchos votantes desearán de nuevo partidos fuertes que otorguen estabilidad a las instituciones. ¿Sentiremos los españoles que la nueva realidad política trabaja para mejorar nuestras vidas, o terminaremos entonando, melancólicos, el orteguiano “No era esto, no era esto”? Descuiden, pronto lo sabremos.

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