Un beneficiario de la trama eólica levanta edificios de lujo en Polonia
El exalto cargo de Castilla y León que recibió 47 millones de Iberdrola es promotor inmobiliario de éxito en Varsovia
Varsovia es Madrid en 2005. Las grúas compiten entre sí para ver quien construye el rascacielos más alto y la ciudad vive un frenesí económico de difícil comparación en Europa. Es el sitio perfecto para un constructor español, la ciudad ideal para quien quiera invertir en el ladrillo.
Al sur de la ciudad, en el barrio de Mokotov, cerca del aeropuerto, las multinacionales necesitan espacio. Entre las grandes avenidas surgen edificios en construcción. Aquello es una ciudad de negocios del dueño de Ikea, más allá hay un centro comercial valorado en 500 millones de euros, y esos dos lujosos edificios acristalados en los que aún se mueven obreros son obra Kronos Capital, como muestran las banderas rojas que hay en la parte trasera. Bajo ese nombre internacional está Alberto Esgueva, ex alto cargo de la Junta de Castilla y León al que la Agencia Tributaria ha señalado como el mayor beneficiado de la trama eólica de la comunidad. Esgueva, que solo de Iberdrola recibió 47,1 millones de euros, lleva en Polonia una nueva y respetable vida de lujo.
La Agencia Tributaria detectó la salida de 98 millones de España a Polonia y a EEUU
“El Ambassador es un edificio clase A, uno de los mejores del submercado de Mokotov. Han construido arquitectos con experiencia y constructores reputados en sus proyectos por lo que la calidad de sus edificios es muy alta”, explica Godzisz Mietek, el responsable de Hines en Polonia. Se trata de una enorme inmobiliaria nacida en EE UU. La empresa compró sin conocer nada del pasado de Esgueva dos inmuebles.
Esgueva fue entre 2004 y 2006 consejero delegado de la empresa pública Excal, encargada de ayudar a internacionalizar empresas y dependiente de la Agencia de Desarrollo Económico (ADE) de la Consejería de Economía, la que aprobaba los parques eólicos.
Fue con Excal como Esgueva llegó hace una década a Polonia. La empresa pública alquiló una pequeña oficina para asesorar a las empresas castellanas.
En 2006, cuando dejó el cargo público de forma sorpresiva, Esgueva anunció que volvía a la empresa familiar, especializada en embalajes de cartón y llamada San Cayetano (patrón del trabajo). Pero pronto se fue a Polonia de promotor inmobiliario.
Lo hizo junto a Germán Martín Giraldo, con el compartía la sociedad Cronos Global. Entre 2006 y 2013, esta envió al exterior 98 millones de euros “fundamentalmente con destino a Polonia y, en menor medida, hacia Estados Unidos”, según la Agencia Tributaria.
Según la Agencia Tributaria, solo Iberdrola dio a Esgueva 47,1 millones de euros “sin motivos económicos válidos” en una operación en la que él había puesto 24.400 euros, algo que la inspección de Hacienda considera "a todas luces inverosímil". En otra de las operaciones denunciadas recibió 7,895 millones a través de otra de sus firmas, Cronos Global, de la eléctrica Preneal a cambio de 153.453 euros.
Según la denuncia de Hacienda a Anticorrupción, la Junta de Castilla y León, del PP, solo aprobaba los parques cuando las eléctricas daban entrada en el capital a Esgueva o a empresarios locales afines. Algunos parques eólicos cuyos trámites llevaba años paralizados, eran aprobados solo días después de que Esgueva entrase en el negocio.
Esgueva tenía dinero, mucho dinero, y Polonia era perfecto para invertirlo: discreto, alejado, civilizado y creciendo. Aunque algunos empresarios españoles quisieron replicar el modelo de la burbuja y se estrellaron —los polacos del sector inmobiliario aún se ríen de los 102 millones que pagó la valenciana Lubasa por un solar en Varsovia que ahora es propiedad de una empresa eslovaca—, Esgueva no se movió mal. Cambió una letra al nombre de la empresa y fundó Kronos Global en un local de dos plantas en el distrito financiero. Sobre el antiguo gueto de Varsovia hoy en una mañana es una sucesión de coches de lujo: Porsches, BMWs, Audis...
Compró suelo en Mokotov y contrató un conocido arquitecto de Polonia: Andrzej Choldzynski. “Como no conocían el lugar optaron por ofrecer mucha calidad, fueron listos”, explica un polaco que conoce el sector. El resultado fue un edificio con cristales curvos oscuros y mucho diseño que fue terminado en marzo de 2013. Sus siete plantas de oficinas se llenaron en unos meses e incluyen un par de embajadas, las que le dan el nombre. En julio de 2014, Kronos vendió el edificio a Hines.
Todo iba rodado. Esgueva ya era entonces un personaje en la comunidad española en Varsovia. Tenía su apartamento de lujo frente al restaurante español Casa Pablo, donde veía el fútbol, acudía a las recepciones de la embajada y daba charlas. Entiende el polaco aunque no lo habla. Se maneja bien en inglés y con eso basta.
“Todo lo que hemos leído nos sorprende mucho. Aquí es un personaje muy respetado. Tenía las ideas muy claras: venía a promover edificios y no quería quedárselos, sino vender rápidamente”, explica un directivo español en Varsovia que pide el anonimato. En una comunidad pequeña todos se conocen y no quieren enfrentamientos. Hay fotos de Esgueva junto al embajador tomando vino amigablemente en una recepción del 12 de Octubre.
Esgueva, un tipo menudo, de unos 50 años, amenizaba las cenas con chistes y con historias de cuando viajaba a México o Sudáfrica a vender los paquetes de la empresa familiar, hoy en concurso de acreedores. Otras veces habla de sus vacaciones en Cuba. “Llevaba un reloj suizo azul de unos 10.000 euros pero no lo exhibía. Eso es lo normal en este negocio. Era bastante caótico para negociar”, cuenta uno de los que trató con él.
Con Ambassador vendido, Esgueva tiene avanzado ya con su segundo proyecto. En el solar de al lado promueve Pacific, del estudio español de arquitectos Lamela. Se trata de un edificio de nuevo de diseño, de doble cristal negro que debe dar una imagen espectacular en las tristes noches polacas cuando está iluminado desde el interior. El estudio Lamela, que tiene oficinas en Varsovia, no ha querido hablar para este reportaje.
No era la primera vez que Esgueva, su socio Germán Martín Giraldo y el estudio Lamela se cruzaban. Años antes, cuando Esgueva era un alto cargo de ADE en Castilla y León encargaron a Lamela un edificio en Arroyo de la Encomienda (Valladolid) para centralizar los servicios. A 2.600 kilómetros de Varsovia, Lamela proyectó allí un edificio similar.
El de Arroyo es conocido como La Perla Negra, por su color y por el pelotazo que supuso para sus constructores en mitad de la nada. El constructor fue Martín Giraldo y Esgueva era alto cargo del organismo que lo encargó. Ambos son ahora socios y ambos están imputados junto a una veintena de altos cargos en un juzgado de Valladolid que investiga la operación.
En diciembre pasado, con la Agencia Tributaria pisándole los talones, Esgueva comenzó negociar la venta de su segundo edificio en Polonia y del solar que aún tiene en el que iba otro inmueble. Era un movimiento extraño porque estaba pendiente de que la multinacional Nestlé terminara la mudanza a ese edificio y tener un inquilino así eleva el precio en el mercado inmobiliario.
Un juzgado de Valladolid investiga una operación similar con el mismo estudio de arquitectos
Pero Esgueva ya tenía prisa. Por los que habían declarado ante el instructor de Valladolid que tiraba del hilo e las comisiones eólicas podía intuir que pronto saldría del anonimato. “Estaba muy nervioso y quería acelerar la venta”, cuenta una persona que trabajó con él.
Por poco pero no se le torció. Vendió dos días después de que este diario publicara la denuncia de la Agencia Tributaria a Anticorrupción sobre una trama que había cobrado más de 100 millones por permisos para parques eólicos y enmudeció. Este diario ha intentado localizarlo pero se niega a contestar. Se ha vuelto desconfiado. Ni responde a las llamadas aunque procedan de un móvil polaco. Aparece solo ocasionalmente por su oficina. “Nunca sabemos cuándo va a venir”, cuenta Wlodzimierz Edmund Gurnik, uno de los empleados. Su proyecto para construir viviendas sigue en el aire.
Uno de sus socios le defiende: “Él dice que todo lo que se ha publicado es mentira y que ya se defenderá pero su abogado le ha dicho que no hable hasta que no conozca el informe de la Agencia Tributaria. Lo que ha levantado no es humo. Ha trabajado muy duro y los edificios están ahí”. A otros les ha dicho que todo es un movimiento de los partidos de izquierda para derrocar al Gobierno popular de Castilla y León en las elecciones.
Otro de sus conocidos está extrañado: “Lo que he leído me sorprende mucho. Aquí era un empresario ejemplar. Pensé que tenía dinero por su familia. Es como si hubiera montado una nueva vida y ahora le alcanzara su pasado”. El viento que mueve los molinos en Castilla y León ha llegado a Varsovia. Ha tardado pero ya sopla cerca de Esgueva.
investigacion@elpais.es
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