Rajoy y la `pócima´ de Cameron
David Cameron fue en 2010 una de las fuentes de inspiración de Mariano Rajoy. Cinco años después, la flamante victoria del Partido Conservador británico es la fuente en la que abreva el Partido Popular. En el mapa bipartidista clásico, Rajoy creía tenerlo relativamente fácil. A horcajadas de una reanimación económica, el relato sería sencillo: la todavía incipiente o incompleta recuperación no debe ser confiada al PSOE.
Pero a los dos grandes partidos les han crecido unos enanos que configuran un statu quo sin precedentes. El PP ataca, pues, al PSOE por no ser fiable para continuar la obra (recuperación) y a Podemos y Ciudadanos por sus “ocurrencias”.
El calendario electoral es diabólico. La razón: la memoria de lo que estos partidos harán después de los resultados del 24-M en relación al PP y al PSOE en Ayuntamientos y comunidades autónomas todavía estará fresca en las generales de noviembre. Si al liberal demócrata británico Nick Clegg le costó cinco años (pasar del 23% a menos del 8% de los votos), a las fuerzas emergentes en España puede llevarle seis meses.
Pero, ¿funcionará la pócima de Cameron, es decir, la machacona insistencia en que solo el PP puede y debe seguir en el Gobierno?
Tres años y medio después, la única cifra bruta de Rajoy por debajo de lo que heredó es la del paro registrado. Tanto en paro y ocupación EPA (Encuesta de Población Activa) como en afiliaciones a la Seguridad Social seguimos peor. A ello hay que añadir el paro juvenil, los parados de larga duración, el agotamiento de las prestaciones sociales, la extensión del trabajo parcial y precario, y los recortes en sanidad y educación
Para entender por qué la recuperación resulta tan lenta y morosa es necesario recordar que Rajoy continuó destruyendo empleo sin complejos mediante su reforma laboral. La cifra de parados de la EPA del primer trimestre de 2013 es récord: 6.202.700 personas, un 27,16%. Al tiempo, la reducción de los salarios en España, lejos de ser un fenómeno transitorio, se ha consolidado.
¿Cómo se comportarán, por tanto, los votantes?
El economista Paul Krugman escribió antes de las elecciones en el Reino Unido: “Tienen corta memoria y juzgan la política económica no por los resultados a largo plazo sino por el crecimiento reciente. Durante cinco años el balance de Cameron es terrible. Pero en los últimos trimestres parece bastante bueno y esto en política es lo que importa”.
Bien.
El número de parados en el Reino Unido es de 1.840.000 personas y una tasa del 5,7%; en España, tenemos 5.440.600 personas, con una tasa del 23,78%.
Pero, atención, los salarios y la renta disponible de los hogares experimentan una subida interanual en el Reino Unido desde el último trimestre de 2014. En España la devaluación salarial campa por sus respetos.
Y, por si fuera poco, la corrupción, un tema en el que el PP se sitúa en el centro de la escena, preocupa a los votantes.
Con todo, la frágil, desigual e incipiente recuperación británica no hubiera dado por sí misma la victoria a Cameron. Necesitaba también que el único partido antiausteridad, el SNP de Escocia, consiguiera diezmar al Partido Laborista en dicha región.
Rajoy trabajará las sensaciones de los votantes en los próximos meses para crear el espejismo del naciente bienestar social, una tarea más difícil que la de Cameron, pero quizá viable en el mapa de fragmentación política de España. Antes tendrá que salvar los muebles, como mínimo y aunque sea por los pelos, en Madrid y en Valencia.
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