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Elecciones andaluzas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El dilema

Chaves y Griñán deberían dimitir para no perjudicar a la presidenta andaluza

Enrique Gil Calvo

Tras revalidar sus 47 escaños que no le garantizan la investidura, la presidenta andaluza está situada ante un dilema que recuerda al de Marlene Dietrich en Rancho Notorious (Fritz Lang, 1952), un western que aquí se tituló Encubridora. La protagonista es la dueña de un refugio de prófugos al que acude Arthur Kennedy en busca de venganza; y tras enamorarse de él, debe optar entre ser fiel a los suyos, encarnados por Mel Ferrer, o entregar al culpable, como le pide aquél. Bien, pues el dilema de la presidenta andaluza es análogo. Para ser investida debe elegir entre la opción del sorayo Bonilla, que le ofrece pactar las listas más votadas comprometiendo las futuras alcaldías, y la de los forasteros Ciudadanos o Podemos, que le exigen la cabeza de Chaves y Griñán. ¿Qué hará la Sra. Díaz? ¿Encubrirá a sus antecesores acusados de corrupción, suscribiendo un pacto de complicidad bipartidista? ¿O cumplirá sus promesas de limpiar los establos de Augías, a fin de regenerar su partido y la democracia misma? Ya se verá.

Sería de agradecer que Susana Díaz nos impartiera una buena lección de ética cívica

Pero lo que sí tengo claro es lo que debería hacer. Por pura decencia tendría que exigir a sus padrinos que renunciaran a su militancia o a su aforamiento, y ello por tres razones al menos. La primera ya la he citado, y es la de honrar su programa de regeneración democrática con un gesto simbólico que nos devolviera parte de nuestra confianza traicionada. La segunda sería dar ejemplo de que se ha iniciado el cambio que todos esperamos, abandonando los antiguos hábitos de la vieja política e inaugurando por fin una nueva forma de ejercer el poder. Y la tercera la de proceder a iniciar la nueva cultura de los compromisos consociativos multipartidistas, sea con Podemos o mejor todavía con Ciudadanos, que nos acerquen al modelo común europeo superando por fin nuestro excepcionalismo antipactista.

Es más, adelantándose a la presidenta, la iniciativa debería partir de los propios Chaves y Griñán. O al menos eso les exigiría moralmente su patriotismo de partido, que debería suponérseles como el valor a los soldados. Pues el seguir refugiados en su militancia y en su aforamiento significa buscar su propio interés egoísta a costa de perjudicar a la presidenta andaluza, de defraudar a los electores socialistas y de instrumentalizar a sus compañeros de partido. Por no hablar de que también implicaría caer en el mismo vicio que los dirigentes del PP que eluden asumir sus flagrantes responsabilidades políticas.

Esta misma semana hemos visto cómo el juez encargado de instruir el sumario Bárcenas concluía su investigación con un auto que implica un evidente cierre en falso. Los principales responsables políticos quedan libres de cualquier acusación, sin que se les impute siquiera delito electoral, al concurrir repetidamente a todos los comicios con una flagrante financiación en negro con clara ventaja frente a sus competidores. Es toda una patente de impunidad que supone una nueva vuelta de tuerca en nuestra espiral de creciente corrupción. Por eso sería de agradecer que, para compensarlo, la presidenta andaluza nos impartiera una buena lección de ética cívica. La necesitamos.

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