Entre el liderazgo y el personalismo
Los fieles a Rosa Díez aplauden su valentía; los críticos la acusan de autoritaria
Rosa Díez podría ser hoy la presidenta del gran partido de centro que hubiera surgido de la fusión de UPyD y Ciudadanos. Eso es lo que sostiene una fuente de la directiva de la formación de origen catalán sobre las negociaciones que fracasaron en 2014: a Díez, afirma esta fuente, se le ofreció encabezar el movimiento con Albert Rivera como portavoz. Aunque en el partido de la política vasca niegan esa versión —“Es mentira, querían primarias para elegir líder”, dice Andrés Herzog, que negoció por parte de UPyD—, nada refleja mejor la personalidad política de Díez que esas tensas reuniones para formar una gran fuerza de centro. O cree al ciento por ciento en lo que hace o no lo hace. Cueste lo que cueste.
“A Rosa Díez la comparo con un corredor de Sanfermines”, dice Francisco Sosa Wagner, que fuera eurodiputado de UPyD hasta que en octubre de 2014 abandonó la formación por sus desencuentros con la portavoz. “Es valiente, arrojada, capaz de correr ante los cuernos terroríficos de un toro… pero solo durante unos metros, porque es incapaz de aguantar la larga distancia, porque no la ve”, sigue. “Su negativa a la alianza electoral con Ciudadanos, que no fusión, es parte de eso”, añade. “UPyD ha pasado de ser una empresa familiar a una multinacional gracias a su labor, la de sus representantes y la de los afiliados. Ocurre que Rosa Díez y [el diputado] Martínez Gorriarán no se han enterado. El éxito exige cambiar por completo los criterios de dirección”.
Es como un corredor de Sanfermines: valiente, arrojada, capaz de correr ante los cuernos terroríficos de un toro… pero solo durante unos metros Francisco Sosa Wagner
UPyD nació en 2007. En las generales de 2008 logró un diputado (Díez). En las Europeas de 2009, otro (Sosa). En 2011, formó grupo parlamentario propio en el Congreso al ocupar cinco escaños. En 2014, avanzó a los cuatro eurodiputados. En medio, Díez, exdiputada vasca del PSOE, exconsejera de Turismo en el Gobierno con el PNV (popularizó el “ven y cuéntalo”), exeuroparlamentaria y excandidata a la secretaría general del PSOE, impulsó a UPyD con su verbo encendido.
“La gente está harta de que, gane quien gane, siempre manden los nacionalistas”, decía en 2008. “Cuando los demócratas actúan por separado, los fascistas salen de las alcantarillas”, avisaba. “Rajoy ha copiado lo peor de Zapatero en un espacio de tiempo mucho más corto que lo que le costó a Zapatero dar lo peor de sí mismo”, espetó en 2012.
Así, Díez -que no ha querido dar su versión para este reportaje- aspiró a liderar el despegue de la tercera vía política en España. Ciudadanos se le acercó hasta cuatro veces como el hermano pobre en busca de una alianza. Menos de seis meses después del último encuentro, los papeles se han invertido. En el partido de Rivera tienen claro por qué: “Por el personalismo de Rosa”.
“Está habiendo un ensañamiento”, matiza Maite Pagazaurtundua, eurodiputada de UPyD. “Rosa tiene una personalidad política excepcional, gran capacidad retórica y de persuasión”, describe. “Eso, en según qué contextos, la hace muy incómoda, como cuando sacó adelante UPyD muy a contracorriente”, añade. “El de UPyD es un planteamiento incómodo porque es radicalmente serio, porque no es de hablar, es de hacer. Ella es la garantía de hacer. Tiene una enorme compasión, y eso le hace entrar en zona de riesgo. No se protege, entra a pecho descubierto. Sus grandes decisiones no han tenido que ver con el cálculo, sino con el corazón”.
Pagaza recuerda a la Rosa que no es política. La que juega con sus nietos. La que disfruta con sus perros. La que lee con voracidad. La que pasea por el campo y ama la montaña. Otras fuentes consultadas, y que piden el anonimato, hablan de una mujer “fascinada por la moda”, “que cultiva relaciones con intelectuales como Fernando Savater, actores y miembros de la movida madrileña”. Una Rosa Díez alejada del perfil acerado del escaño. La misma que deja escapar alguna lágrima cuando recuerda las horas que les ha robado a sus hijos por la política o el miedo a que cuando fueran al cole ETA se cobrara el tributo del terror y el miedo.
“Tiene una manera autoritaria de hacer política. Cultivó un discurso duro contra ETA, se arrogó el papel de víctima, cuando lo era tanto como cualquier otro militante socialista”, opina Jose Antonio Pastor, parlamentario y portavoz de los socialistas vascos. “Intentó capitalizar ese sentimiento de desamparo y cabreo en beneficio propio y lo usó contra el PSOE. Ese discurso ha quedado sin efecto. El terrorismo ya no está en el eje de la opinión pública y le ha quitado el discurso épico de la resistencia ante el terror”, cierra.
Fernando García, que fue candidato de UPyD en Álava, subraya que el partido ha encabezado las denuncias por corrupción, como en el caso Bankia, pero “o ha sido mal comunicado o la gente no se ha dado cuenta”. “UPyD rompía con todos los esquemas tradicionales: pedía suprimir el concierto económico [vasco], regeneración democrática...”, explica García. “Pero cada vez que proponías algo te encontrabas con un muro enfrente. Rosa Díez peca de un exceso de autoridad”.
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