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Juanma hijo a su padre: “¿Eres el jefe?”

El aspirante popular ha perdido ya 10 kilos en esta su primera campaña en la que todo le parece divertido, bonito y posible

Javier Casqueiro
Juan Manuel Moreno Bonilla, candiato del PP a la Junta de Andalucía.
Juan Manuel Moreno Bonilla, candiato del PP a la Junta de Andalucía.bernardo pérez

Ha perdido casi 10 kilos, está dopado de fruta, agua y tila, vive entre hoteles, paseos y mítines en una furgoneta alquilada que vuela por encima de los límites, y se llevará de esta extenuante campaña un resultado, aún incierto como su futuro político, pero sobre todo una imagen para su despacho, hecha por el fotógrafo amigo José Antonio Ramos, sobre el escenario del auditorio García Lorca de Granada. Es Alonso, su bebé de ocho meses, que vuela en sus brazos en el primer mitin al que asistieron sus tres hijos. El mayor, Juanma, de cinco años, alucinado con el ambiente y el espectáculo, le preguntó antes y luego: “¿Vas a cantar?”, “¿Por qué gritas tanto?” y, sobre todo, “¿Eres el jefe?”.

Un día en plena campaña de la vida del candidato Juan Manuel Moreno perdura mucho más que 24 horas. Los está exprimiendo. Es su estreno como cabeza de cartel y le está encantando. Aún le gusta y le sorprende todo. Le parece bonito y hasta divertido que le reconozcan por las calles y en las terrazas, a las que se acerca sin rubor para improvisar una charla aunque sea con unos turistas vascos que no votan en Andalucía.

Empieza la jornada según haya terminado la del día anterior y tras dormir al menos seis horas. A veces tiene que tomar Melatolina para ayudar a la almohada. Ducha rápida con música de los 80 (los malagueños Danza Invisible, Radio Futuro, Simple Minds, U-2 o The Cure) y ojeada de la tableta, los periódicos y el móvil.

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Un amigo consejero le advirtió antes del maratón que debía prepararse: “Una caravana electoral es como una competición de alto nivel”. Y le hizo caso. Durante este año que lleva destinado en Andalucía se levanta temprano, sobre las siete, y sale a correr camuflado por la vera del río Guadalquivir 30 o 40 minutos. Si está de ruta busca hoteles con gimnasio y cinta. Llegó con 84 kilos y va por 75.

Durante todo el día ingiere cinco piezas de fruta y hasta dos litros de agua. Prefiere el té al café. Nada de alcohol, ni siquiera una cervecita. Le provoca somnolencia y no se lo puede permitir, porque en esos tiempos muertos en la carretera es cuando se reúne con su equipo de confianza en la Multivan Volkswagen y revisa las fichas del siguiente acto. Tiene sus manías. Subraya siempre con rotulador rojo y escribe con bolígrafos de escritura rápida. Si es por la mañana y es El Ejido (Almería) toca acto sectorial, por ejemplo en una gasolinera para transportistas de la empresa Camiones Zaragoza. Se monta en uno.

En la furgoneta cabe todo su equipo más próximo, importado de su etapa madrileña como secretario de Estado y con adhesiones de su añorada Málaga. Al margen de Ángel, el conductor que ha cubierto 35.027 kilómetros desde noviembre, tienen plaza fija Nacho Díez, Toni Martín y Javier Gómez, del departamento de comunicación y los asesores de discursos, y Pamela Hoyos, su jefa de gabinete.

Es la hora de comer y la comitiva para en un área de servicio, El Oasis, antes de llegar al paseo vespertino en Jaén y luego al mitin nocturno en Andújar. Come ligero y si puede se gana media hora de descanso en la habitación de un hotel de paso.

En la oficina con ruedas no es capaz de echar una cabezada pero contesta al día 35 llamadas y da entrevistas. Muchas, hasta siete en una jornada, con invitados en el asiento lateral o por teléfono. A medios nacionales, regionales o locales. Tiene una relación muy abierta con los medios, de novato casi sin prevenciones. Pero también porque quiere imponer otro estilo de hacer política, tras tomar nota del cabreo ciudadano y la irrupción de los emergentes.

Los mítines nocturnos son cortos, de 10 o 15 minutos como máximo, porque entiende que con más tiempo no llegan más ideas sino el cansancio. Para cuidarse la voz, ese gran enemigo de los candidatos, inhala un chute cuatro veces al día de Propole Natural con sabor a miel.

Vive a gusto en Sevilla, en una urbanización de las afueras con su familia y su esposa ahora en paro, pero su ciudad es Málaga, su equipo de fútbol es el Málaga y fue allí donde se fogueó en su juventud con 16 o 17 años en la música pop-mod de los 80 con la formación de tres grupos: Lapsus psíquico; Falsas realidades y Cuarto Protocolo, que ensayó su mayor éxito con la canción Tiempo de guerra. Era el cantante y tocaba el bajo.

En su habitación tenía posters de Santillana y de Juanito pero también de Guardiola. De pequeño fue del Barça, porque fue en Barcelona donde nació y vivió solo sus primeros tres meses, hasta que su padre, después de trabajar 18 años en la Seat y en Hispano Olivetti, y su madre, empleada en unas galerías, decidieron retornar a su tierra. Ahora Moreno ya no tiene claro si es culé, desde que el equipo se fundió con las pretensiones más nacionalistas en Cataluña, si solo es malaguista y si algunas veces le parece bien hasta el Real Madrid.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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