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La masonería liberal española toma partido frente a la crisis

Para superarla, esgrime su ideario de libre pensamiento, tolerancia, defensa de los derechos humanos y resistencia a la opresión

Por primera vez desde su reinstauración en España en 1978, la Francmasonería liberal toma partido y se pronuncia frente a la crisis. Y esgrime, para superarla, la aplicación de su ideario de libre pensamiento, tolerancia, defensa de los derechos humanos y resistencia a la opresión. Así lo expuso este miércoles en el Círculo de Bellas Artes de Madrid Joan Francesc Pont, máximo responsable de la francmasonería liberal española de la que es Gran Maestro y Presidente del Supremo Consejo Masónico de España. Para el catedrático catalán, experto en Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Barcelona, la trayectoria histórica de la francmasonería es sustancialmente dinámica, versada a los cambios. Por ello preconiza salir de los planteamientos estáticos y recobrar su histórico carácter de dinamizadora de la civilización frente a una crisis sociopolítica y económica como la que la sociedad padece.

El conferenciante fue presentado al público asistente por Enrique Tierno Pérez Relaño, como presidente de la Asociación para la Reflexión y el Debate Enrique Tierno Galván (ARDET), quien, evocando el título de la conferencia, Francmasonería, Indignación y Compromiso, señaló que el planteamiento situaba a los masones “en el filo de la navaja”. Tierno definió la francmasonería –a diferencia de Francia, en España este término sinónimo de masonería-, como “un vector social, que pese a haber escrito la historia constitucional española del siglo XIX y buena parte del XX, estuvo a punto de ser exterminado por el franquismo”. Pese a ello, esta institución vive hoy un evidente auge en España. “Debatir sobre ella, tarea que merece la pena, implica abrirse a la sociedad española”, agregó el anfitrión.

Cambio de preguntas

Joan Francesc Pont comenzó su disertación con la propuesta de cambiar la pregunta, hasta ahora reiteradamente formulada, sobre “¿qué es la masonería?” y sustituirla por la de “¿qué hace la masonería?” Empero, tras definirla como “una reflexión individual de una enseñanza colectiva que se preocupa por el ser y se compromete con el devenir” apuntó que “las logias son espacios de sociabilidad”. En base a ello afirmó: “La idea de progreso es consustancial a la masonería, al igual que la idea de cambio forma parte de su esencia”. Sobre esta argumentación, Pont dijo que “la masonería puede comprometerse e indignarse, además de proponer algunas recetas para una sociedad que aspira a ser buena y madura”.

Enunció siete ejemplos de escenarios sobre los que la Masonería trabaja, para comenzar con “la educación y la instrucción de todos los seres humanos”, meta que figura entre sus principales objetivos “desde sus orígenes en el siglo XVIII”. “La segunda tarea ha sido”, explicó, la de “racionalizar el pensamiento, recoger la herencia científica de Newton “y hacer como él, al amparar a los heterodoxos y herejes, como los hugonotes, y a todos aquellos que se han atrevido a pensar por su cuenta”. En tercer lugar aludió al “histórico combate francmasón para acabar con las guerras de religión y las confrontaciones derivadas del principio medieval “cuius regio eius religio””, cuya aplicación asoló Europa durante siglos. Más delante Joan Francesc Pont enunció la idea de tolerancia, “pero no en sentido de conllevancia con lo que uno detesta, sino más bien en su dimensión creadora de espacios de convivencia”.

“Contra toda tutela”

A juicio del Presidente del Supremo Consejo Masónico “el secularismo que preconiza la masonería obedece a la capacidad de las sociedades para construirse por sí mismas, sin ningún tipo de tutelas”. Sobre la laicidad evocó “el derecho de todo ser humano a eludir cualquier tipo de monopolio sobre su vida espiritual”, principio que relacionó con la libertad de pensamiento, “de modo que cada cual pueda atreverse a pensar por sí mismo”.

Pont aludió más adelante a la indignación atestiguada por la masonería a lo largo de la historia, mediante su oposición “a todo tipo de poder absoluto y arbitrario”; su rechazo “a cualquier alianza del Trono y el Altar –“perversidad ideada para someter a los pueblos a distintas formas de tiranía”, puntualizó- así como la oposición frontal de la masonería “a la injusticia, la corrupción, la miseria y señaladamente, a cualquier forma de odio”.

Dignidad de la mujer, aún amenazada

En cuanto a las propuestas, Pont destacó distintos compromisos masónicos: “La masonería está comprometida con la dignidad de todos los seres humanos”–hizo mención a la “equi-dignidad de la mujer, amenazada aún por peligros criminales”, dijo. Entre el público se hallaban Teresa Alavernia Domenech, Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España y Ana Valet Felices, presidenta de la Federación Española de la Orden Mixta Internacional El Derecho Humano.

Prosiguió el conferenciante sobre el compromiso masónico con el Estado liberal –“en el sentido primigenio del término, de limitar el poder frente al conjunto de la ciudadanía”- para señalar después el democrático, “donde los electos representen a los electores, no a sí mismos”. Como colofón remarcó el “vínculo histórico de la masonería con la resistencia a la opresión, así como con la defensa de los derechos inalienables incluidos en la Declaración Universal de 1789”. Tras realzar el involucramiento de los masones “con el derecho de las sociedades a organizarse con normas que se otorguen a sí mismas”, el conferenciante evocó la “apertura masónica a las ideas nuevas”.

Joan Francesc Pont concluyó su disertación con la reivindicación del “universalismo masónico frente a los localismos y las fronteras”, además de “la denuncia del silencio ante la opresión” -que tildó de colaboracionismo- y con la formulación de una apuesta –opinión personal, precisó- por “la unidad europea, como espacio de convivencia en el que la reducción de las soberanías nacionales redunda en el beneficio de libertades para todos sus miembros”.

Garantía de intimidad

En el turno de las preguntas, a propósito de las autolimitaciones a la expansión de la cultura masónica, el catedrático recalcó que la francmasonería “debe garantizar la intimidad de sus miembros”, si bien precisó que “muchas de las reivindicaciones (cívicas y políticas) más avanzadas de cuantas se conquistaron en la vida pública, surgieron de talleres masónicos”. En cuanto a la explicación del sentido del rito masónico, Joan Francesc Pont, que destacó entronque histórico, se refirió a su propósito de “despertar los sentidos mediante su potencial simbólico”. Y en otra pregunta respecto a la supuesta necesidad de denunciar el capitalismo desde las filas de la masonería, por su responsabilidad en la crisis financiera, el ponente se refirió a “la pluralidad ideológica observada en las logias, donde se vive una atmósfera de libertad, en la que sus miembros discuten sin enfrentamientos, con respeto a las formas y con firmeza en las ideas con lo cual, todos y todas se enriquecen de su diversidad”.

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