Guerra solo ve posible el cambio de la Constitución con consenso
La Fundación Gregorio Peces-Barba promueve el debate de la ley de leyes
Si en enero de 1977 alguien hubiera dicho a los dirigentes políticos de entonces que un año después alumbrarían una Constitución por consenso, habrían respondido que eso era mentira. Pero no lo fue. Porque ocurrió. Este fue el recordatorio que ayer hizo el socialista Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno, con el afán de que toda su disertación anterior no dejara el regusto de la imposibilidad de reformar el texto de 1978. “Ahora, tal vez puede que otra vez seamos capaces”, aventuró para dejar abierto “un atisbo a la esperanza”.
Tanto el veterano político socialista como el profesor y experto en Derecho Constitucional Francesc de Carreras consideran que si la reforma está hoy en el debate es por la “tensión territorial” que vive España por el desafío de parte de Cataluña. “Creímos en una nobleza de espíritu de los nacionalistas que no existía”, sentenció Guerra con pesadumbre al evocar el tiempo de la reforma de la Constitución en la que nacionalistas vascos y catalanes renunciaron a defender el derecho de autodeterminación. Ese hecho hizo confiar “ingenuamente” a los redactores de la Constitución que uno de los problemas de España estaba cerrado, con relación a Cataluña y el País Vasco.
La posible reforma de la Constitución fue el tema de debate que ayer organizó la Fundación Gregorio Peces-Barba, dedicada al estudio y cooperación en derechos humanos. En su segundo año de existencia, tras el fallecimiento del ex presidente del Congreso Gregorio Peces-Barba y padre de la Constitución, sus promotores quisieron abrir la reflexión sobre una materia que está en el debate político pero también relacionada con el quehacer de Peces-Barba.
¿Sí o no a la reforma de la Constitución? Ni Guerra ni De Carreras, presentados por el jurista José María Mohedano, fueron categóricos, aunque partieron de la base de que la Constitución no es un texto petrificado aunque “es lo permanente frente a las leyes que son lo contingente”, dijo Guerra. Para ambos, el desafío de los nacionalistas catalanes ha llevado a esta situación aunque no sería disparatado que se afrontara la reforma para eliminar algunos preceptos que hoy no tienen sentido y para adaptar otros a la sociedad actual. “Reformemos lo necesario, solo lo necesario, ya que esta Constitución ha dado un buen resultado; y hágase con microcirugía”, señaló De Carreras. Y, también, si se consigue hacerlo, que sea por consenso, dijo. “El consenso no es un punto de partida sino que al mismo se llega”, aclaró el profesor en respuesta a quienes, como el PP, rechaza hablar de la reforma porque no hay consenso.
No dio Alfonso Guerra una respuesta a cómo podría quedar el modelo territorial en España aunque sí glosó “los errores” que se han cometido a lo largo de los años. Pero él sí tiene estudiado no menos de “60 o 70” artículos que podrían modificarse. La abolición de la pena de muerte que aún queda en la Constitución para tiempos de guerra; la supresión de la mención al servicio militar obligatorio, que ya no existe, o el reconocimiento de derechos como fundamentales. Y citó expresamente la sanidad y otros asuntos que deberían pasar a la categoría de fundamentales, como ahora solo lo es la educación.
Algo más avanzó De Carreras sobre el modelo territorial al defender la posibilidad del federalismo entendido como “integración de las partes” y con órganos de supervisión, que podrían ser el Senado o la Conferencia de Presidentes. Uno y otro no ocultaron su escepticismo sobre que pueda haber acuerdo solo para sentarse a hablar, además de dar por supuesto que los problemas que tiene España no los arregla un cambio de la Constitución. Hace falta talante y actitudes que lo hagan posible y en este punto se invocó a Gregorio Peces-Barba. “Amigo de sus amigos y amigo de sus adversarios”
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