Alfonso Guerra dejará el escaño en diciembre tras 37 años en el Congreso
“Ya me puedo ir, he cotizado 50 años a la Seguridad Social”, señala el ex vicepresidente del Gobierno, último diputado presente en todas las legislaturas
Alfonso Guerra (Sevilla, 1940) se va de la política cuando ha querido y ha decidido. Al terminar el actual período de sesiones parlamentario, en el mes de diciembre, no volverá a su escaño. Ni a la presidencia de la Comisión de Presupuestos del Congreso cuando se reanude el último año de la legislatura. Para él, es la décima, a la que hay que sumar la llamada “Constituyente” de 1977, la primera después de que la libertad volviera a España tras cuarenta años de dictadura y tres de guerra civil.
Se va con el broche de haber sido el único diputado en activo desde esas primeras Cortes que tuvieron como encargo elaborar una Constitución para todos los españoles. Él estaba en el lado de los perdedores de la guerra civil, pero hizo mucho porque en ese texto cupiesen todos.
Mantendrá la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias que realiza trabajos de investigación histórica
No ha sido una sorpresa para su partido, el PSOE, del que fue número dos, detrás de Felipe González, con un poder inmenso. Sí para muchos parlamentarios, cuando, a mediodía, ha comentado en el Congreso que estos serían sus últimos presupuestos, tanto como presidente de esa comisión, como de la vida política. Después de cierto alboroto mediático, lo ha explicado en los pasillos del Congreso.
“He intentado dos veces no ir en las listas pero, al final, sí fui, y ahora ha sido la última”, ha señalado el diputado por Sevilla. Que esta iba a ser su última legislatura ya lo sabían el anterior secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba; el actual, Pedro Sánchez; así como el portavoz del Grupo Socialista, Antonio Hernando. Hace un año le dijo a Rubalcaba que, con seguridad, no terminaría la legislatura. “Cuando Alfredo (Pérez Rubalcaba) anunció a últimos del mes de mayo que se retiraba me dijo que se me adelantaba para que yo no lo anunciara antes que él”, comentó sonriente.
Tuvo todo el poder y lo perdió tras su ruptura con Felipe González tras haber llevado al PSOE a victorias sucesivas
No se va del todo, porque mantendrá la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias que realiza trabajos de investigación histórica, pero atrás queda una vida política trepidante con claroscuros y marcada por su relación política con Felipe González. Su ruptura tuvo gran trascendencia porque partió al PSOE en canal entre partidarios de uno y de otro. Ganó González y Guerra perdió su inmenso poder aunque fue el primero quien abandonó la política tras perder las elecciones en 1996 y el número dos continuó. Le ha sacado 17 años de vida parlamentaria en la que no ha tenido mando, pero sí reconocimiento que ha ido aumentando con los años.
Nadie recuerda ya al Alfonso Guerra de verbo afilado, hiriente para muchos, y reconfortante para otros, ante quien temblaba el adversario, tanto de fuera como de dentro del partido. Casi anecdótico se considera ahora el episodio que le llevó a la dimisión en 1990 de la vicepresidencia del Gobierno al conocerse que uno de sus hermanos tenía un despacho en dependencias oficiales de Andalucía para recibir visitas que le pedían favores de poca monta. Los tribunales no vieron ilícito penal alguno en el comportamiento de Juan Guerra, pero su hermano, el vicepresidente, perdió el poder para siempre. Hasta entonces había mantenido al PSOE como partido ganador una tras otra elección.
Desde hace años prevalece el Alfonso Guerra reflexivo y presidente, hasta la legislatura pasada, de la Comisión Constitucional del Congreso en la que se han dirimido las reformas de los Estatutos. Su juicio ponderado y su experiencia son valorados por todo el arco parlamentario. Su esfuerzo por cepillar el Estatuto de Cataluña para dotarlo de constitucionalidad fue arduo, pero siempre quedará como un personaje clave para que viera la luz la Constitución de 1978.
“No está mal, ya me puedo ir, llevo 50 años cotizando a la Seguridad Social; algo que ustedes no conseguirán lamentablemente, tal como están las cosas”. Este fue su comentario, prosaico, a los informadores del Congreso, sin acritud.
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