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Teresa Romero abandona la habitación de aislamiento

Los análisis de fluidos dan negativo y se la ha trasladado a la quinta planta del hospital

Elena G. Sevillano
Teresa Romero posa junto a sus compañeros y su marido, Javier Limón tras ser trasladada a planta.
Teresa Romero posa junto a sus compañeros y su marido, Javier Limón tras ser trasladada a planta.

Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que se contagió de ébola mientras atendía al misionero repatriado Manuel García Viejo en el hospital Carlos III de Madrid, abandonó este sábado a primera hora de la tarde la habitación de aislamiento en la que permanecía desde el pasado 6 de octubre. El equipo médico que la trata tomó la decisión tras recibir los resultados de los análisis de fluidos que confirman que ya no hay presencia de virus en su organismo. Tras constatar que no hay ningún riesgo de contagio, los facultativos decidieron por tanto levantar las medidas de aislamiento.

Romero fue trasladada a una habitación convencional de la quinta planta del hospital Carlos III de Madrid, la misma en la que permanecieron en cuarentena voluntaria las personas que tuvieron contacto con ella durante los días en los que, ya con síntomas de padecer ébola, las autoridades sanitarias no la aislaron. Ya en su nueva habitación, la auxiliar pudo abrazar a su marido, Javier Limón, y a sus compañeros del hospital. Una de las primeras cosas que hizo fue posar para una fotografía rodeada de los médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería y otro personal sanitario que la ha atendido durante casi un mes.

Romero, primera contagiada de ébola fuera de África por contacto con un enfermo, fue declarada oficialmente curada el 21 de octubre pasado, pero el equipo médico decidió que, para extremar las precauciones, siguiera aislada en el hospital Carlos III de Madrid unos días más. Ese día se registró el cuarto análisis consecutivo que mostraba que en su sangre no quedaba ni rastro del virus del ébola. Sin embargo, los médicos quisieron asegurarse de que tampoco en sus fluidos corporales —saliva, sudor, orina, etc.— quedaran restos antes de relajar las estrictas medidas de seguridad para evitar contagios.

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Romero se mostró contrariada cuando, un día después de anunciar que estaba curada, los médicos le dijeron que tenía que seguir en cuarentena unos días más. Según relató su amiga y entonces portavoz, Teresa Mesa, se había “hecho a la idea de que iba a salir” de la planta de aislamiento, donde no ha podido recibir visitas de familiares y solo ha tenido contacto con sanitarios cubiertos de pies a cabeza con trajes de protección.

La auxiliar ya es una paciente más, es decir, ya no hay ningún peligro de infección, pero eso no quiere decir que sea dada de alta enseguida. Como ya explicó el equipo médico cuando anunció que su sangre estaba libre del virus, permanecerá en el hospital hasta que se haya recuperado de todos los problemas de salud que le ha causado el ébola. Entre ellos, un edema pulmonar que durante varios días le hizo muy difícil respirar.

Con su salida del aislamiento ayer empieza la cuenta atrás para los profesionales sanitarios que han estado en contacto con Romero en el hospital. Todos —son aproximadamente medio centenar, entre todas las categorías— tendrán que estar bajo vigilancia durante 21 días, el periodo máximo de incubación del ébola. Pueden hacer vida normal, pero se tomarán la temperatura dos veces al día y recibirán llamadas del servicio de Prevención de Riesgos Laborales del hospital para hacerles seguimiento.

Cuando hayan pasado esos 21 días, y si no hay más contagios ni llega ningún caso del extranjero, se podrá dar por cerrada la crisis del ébola en España. Con la salida, el pasado 27 de octubre, de Javier Limón y de otras 10 personas ingresadas en el Carlos III en cuarentena voluntaria, todos los contactos de la auxiliar están fuera de peligro. Casi un centenar de personas han estado bajo vigilancia desde el 6 de octubre pasado por haber tenido algún contacto con Romero, la mayoría en sus casas con la única precaución de tomarse la temperatura.

La cadena de errores que propició que la auxiliar no fuera inmediatamente aislada en cuanto empezó a manifestar síntomas de padecer ébola está siendo investigada en un juzgado de Madrid --tal y como adelantó EL PAÍS--, que ha aceptado a trámite la denuncia de 15 médicos intensivistas del hospital de La Paz-Carlos III y que tendrá que dar respuesta a varias denuncias más de organizaciones sindicales como CSI-F. La titular del juzgado ya ha solicitado información sobre cómo se formó al personal que iba a enfrentarse a la amenaza del ébola.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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