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Columna
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Una bandera lo tapa casi todo

A El Roto le cuadra bien aquel lema del coñac Fundador, “que si siempre estuvo bien, ahora está como nunca”

A El Roto le cuadra bien aquel lema del coñac Fundador, “que si siempre estuvo bien, ahora está como nunca”. Recuérdese, por ejemplo, aquella viñeta en negro sin dibujo cuya leyenda rezaba Una buena bandera lo tapa todo. Ese, aseguran, es el cálculo de Pedro Arriola, el demóscopo áulico de Mariano Rajoy. Su primera recomendación es la de que aguante impertérrito entregado a la práctica del dontancredismo. La segunda, que irrumpa en la campaña electoral de las municipales y autonómicas de mayo envuelto en la bandera rojigualda y se presente como el líder del único partido garante de la unidad de España.

Mientras llega ese momento, las instrucciones consisten en que siga obligando al PSOE, a UPyD y a Izquierda Unida a que se sumen a las posiciones del PP, sin dejar por eso de presentarlas como sospechosas en la cuestión catalana, ya sea por los matices del brazo socialista en Cataluña, o por cualquier otro que pudiera detectarse a favor del diálogo, que enseguida se presentaría como fuera de lugar ante el reto soberanista. Para Arriola, si su jefe se embanderara, todo lo demás, fuera del principado donde nada tiene que hacer, se le daría por añadidura. Por otros caminos argumentales y bajo otras influencias, el president de la Generalitat, Artur Mas, comparece convencido de que la única salida disponible es la de amarrarse al mástil de la convocatoria del referéndum del 9 de noviembre.

Ambos —en Moncloa y en la plaza de Sant Jaume— se encuentran aferrados a esa clase de convicciones que crean evidencias, de las que hablaba Marcel Proust. Pero vienen luego las encuestas con las rebajas y las zozobras. La de Demoscopia para EL PAÍS publicada este domingo da cuenta del desplome del PP por la desmovilización de su electorado. De modo que el voto probable declarado deja al PSOE en el 20,7%, cuatro décimas por encima del obtenido en las elecciones del 20 de noviembre de 2011; al PP, en el 15,9%, es decir, la mitad de sus resultados en las últimas urnas, y sitúa a Podemos, nuevo en esta plaza, en el 14,3%, por encima de Izquierda Unida y de UPyD formaciones que apenas ganan un punto porcentual. Estimaciones que también cifran la participación en el 72,2%, casi un punto más que en los comicios de hace tres años. Si estuviéramos en esa senda, la pauta de Arriola sería errónea y estaría empezando a demostrarse que esa buena bandera es incapaz de tapar el disgusto de la hueste popular con las políticas del Gobierno y con la corrupción rampante que aflora una y otra vez.

Veamos el ángulo nordeste, donde el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) hizo públicos el viernes día 3 que el 19,8% de los catalanes votaría a ERC, mientras que el 13,1% lo haría por CiU, cuya persistencia o escisión está por ver. De manera que el president Artur Mas, en su pugna desde 2012 por una mayoría excepcional, sigue en caída libre. Tampoco le vale su actitud de campeón del 9-N ni la envoltura de la estelada. En cuanto a sentimiento de pertenencia, el 41% de los encuestados se sienten tan españoles como catalanes. Entonces, ¿a qué volver?, como dice la canción de los Chachaleros. Ni había oasis exento, ni Pujol y Millet dejan de tener aquí sus homólogos. Hablémonos todos, que nos hace mucha falta, ahora y en la hora posterior al referéndum suspendido.

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