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Campaña para pedir obispos catalanistas

Miles de fieles piden que el sustituto del cardenal Sistach apoye el nacionalismo

Audiencia del Papa al arzobispo de Barcelona, este sábado.
Audiencia del Papa al arzobispo de Barcelona, este sábado.efe

Al papa Francisco le quema en su abultada agenda de nombramientos la edad del cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach. Ha cumplido en abril 77 años y hace dos que presentó en el Vaticano la petición de retiro, en cumplimiento de una normativa canónica que rara vez se cumple. El Papa sabe que el relevo de Sistach ahora, o su permanencia en el cargo por más tiempo, serán objeto de interpretaciones políticas. “Volem bisbes catalans” (queremos obispos catalanes), clama la Iglesia católica en Cataluña, mayoritariamente nacionalista según impresión de la Conferencia Episcopal Española (CEE), maliciosamente extendida con ánimo de mortificar a los prelados de aquella provincia eclesiástica.

La petición de obispos catalanistas está sobre la mesa del pontífice argentino mediante una carta firmada por 3.656 personas aglutinadas por el colectivo Església Plural. Le piden que el sustituto de Sistach tenga “como propia” la cultura y la lengua catalana y defienda el derecho a decidir de Cataluña. Arrastrados por el rumor de que el candidato mejor situado sería el cardenal Antonio Cañizares, valenciano, ex primado de España en Toledo y actual miembro de la curia (gobierno) del Papa, “los abajo firmantes” añaden: “Ni el cardenal Cañizares, ni ningún otro prelado o sacerdote de un perfil similar, pueden ser los candidatos llamados a ocupar la sede de Barcelona,ni ninguna otra de Cataluña, ya que la tradición eclesial, pastoral y cultural que representan son incompatibles con el sentir de una mayoría de la comunidad católica a la que deberían servir”. Se quejan, además, de que “secularmente España ha mantenido una clara voluntad de asimilar la cultura catalana a la mayoritaria en España de matriz castellana, y con esta intención no ha reparado en utilizar también a la Iglesia y de manera especial los nombramientos episcopales”.

Francisco lleva meses meditando sobre la “cuestión catalana”, que es como se refieren a este asunto en el Vaticano. Lo hizo el pasado 6 de marzo ante el pleno de los obispos catalanes, recibidos como tales en la ‘visita ad limina’ que los prelados españoles le rindieron a principios de este año. Se llama así al despacho periódico obligatorio que los obispos deben efectuar en Roma ante el Papa para rendirle cuentas del estado de sus diócesis. Además del cardenal Sistach, al encuentro con Francisco acudieron equel día su obispo auxiliar, Sebastià Taltavull; el obispo de Sant Feliu de Llobregat, Agustín Cortés; el de Terrassa, Josep Ángel Saiz Meneses con su prelado auxiliar Salvador Cristaul; el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol Balcells; el obispo de Girona, Francesc Pardo; el de Lleida, Joan Piris Frígola; el de Solsona, Xavier Novell Gomà; el de Tortosa, Enrique Benavent Vidal; el de Urgell, Joan Enric Vives Sicilia, y el obispo de Vic, Román Casanova.

Los 12 prelados forman la Conferencia Episcopal Tarraconense y prácticamente todos se han declarado partidarios del ‘derecho a decidir’. Quizás por eso, el papa Francisco, preguntado hace apenas un mes si le preocupaba, textualmente, “el conflicto entre Catalunya y España”, dijo: “Toda división me preocupa. Hay independencia por emancipación y hay independencia por secesión. Hay que estudiar caso por caso. Escocia, la Padania, Catalunya... Habrá casos que serán justos y casos que no serán justos, pero la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso”.

Esta declaración al periodista Henrique Cymerman se publicó el 12 de junio en exclusiva por La Vanguardia de Barcelona. Desde entonces, el Gobierno de España y la Generalitat de Cataluña no han parado de mover hilos en Roma, convencidos de que la posición del Papa es voluble y, por tanto, manejable.

La primera batalla es por el tiempo. El Ejecutivo nacional ha trasmitido al nuncio (embajador) del Papa en Madrid, arzobispo Renzo Fratini, su deseo de que no se mueva el escalafón en todo este año. De la misma opinión es la Conferencia Episcopal Española. En cambio, la Generalitat ha hecho gestiones en dirección contraria, urgiendo un cambio a su favor. La encargada de esa gestión ha sido su vicepresidenta, la democristiana Joana Ortega, que viajó a Roma a principios de abril para influir y sugerir nombres. Para ello se entrevistó con religiosos catalanes con peso en el Vaticano, entre otros algunos jesuitas, la congregación a la que pertenece Francisco. De ese viaje informó en su momento la agencia EFE.

Esta disputa, en el Vaticano y en España, no es nueva. El grito de Volem bisbes catalans lo pusieron de moda cientos de personas por las calles de Barcelona en mayo de 1966, cuando manifestarse era un delito muy perseguido. Jordi Pujol estaba entre los que más agitaban la revuelta. Protestaban por el nombramiento del vallisoletano Marcelo González Martín como arzobispo de Barcelona. Cuatro años después, era destinado a la sede primada de Toledo y ascendido a cardenal por Pablo VI. Le sustituyó el catalán (y catalanista) Narcís Jubany, también ascendido a cardenal.

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