Escolta de opositor kazajo: “Si vuelvo, me torturarían para llegar hasta mi jefe”
Tras más de un año preso, Pavlov, escolta de Mukhtar Ablyazov, está ya en libertad
Tras más de un año preso, el que fue escolta del principal opositor kazajo, Mukhtar Ablyazov, ya está en libertad. Alexander Pavlov, de 38 años, salió el viernes pasado de la cárcel de Estremera (Madrid) después de que sus “amigos” pagaran la fianza de 30.000 euros, confiesa con reservas. Espera ahora “con algo de miedo” obtener el asilo político en España, único país de la Unión Europea que tiene convenio de extradición con Kazajistán. "Lo único que tengo es temor a volver. [Las autoridades] me torturarían para obtener cualquier información sobre mi jefe. Soy sólo una herramienta para llegar hasta él".
El procedimiento de Pavlov —acusado “sin pruebas ni argumentos consistentes” de fraude y terrorismo por el régimen de Nursultan Nazarbayev, de 74 años— ha estado lleno de capítulos poco habituales. Su solicitud de asilo vuelve ahora a estar en trámite por segunda vez —la primera fue denegada por un voto— en menos de un mes, su teléfono móvil con el que se comunicaba con Ablyazov (un iPhone negro) desapareció durante una de sus declaraciones en la Audiencia Nacional. Además, con la presunta aprobación del juez Guevara —incompetente en la causa de Pavlov—, un avión militar del dictador kazajo le esperaba el pasado febrero en un aeropuerto madrileño para llevarle de vuelta a toda prisa a Kazajistán y la Embajada del país euroasiático ha intentado ejercer, de varias maneras, presión para conseguir su extradición.
A pesar de todo, este veterano guardaespaldas y expolicía de profesión declara estar "agradecido a España por no cerrar los ojos" ante su caso. Pero insiste, sin embargo, en que su salida de cárcel "ha sido sólo gracias a la presión de la sociedad civil, ONG, políticos y periodistas que han denunciado el peligro de tortura que supondría regresar a Kazajistán".
El miedo de Pavlov, acompañado siempre por Open Dialogue —fundación dedicada a la defensa de los derechos humanos— y otras ONG como Amnistía Internacional, se ve en sus ojos. Despiertos, curiosos e inseguros.
¿Ha hablado usted ya con su familia?, ¿Sabe su jefe, el opositor Muktar Ablyazov, que está fuera de la cárcel? Inmediatamente después de cada pregunta consulta con su mirada a una de las activistas, también kazaja, de la fundación. Risas, susurros en ruso y finalmente, nada.
"Preferimos no tocar ningún tema que tenga que ver son su vida pasada", dice apresuradamente su compatriota. "Cualquier información le puede servir al régimen para atacar a mi familia, que aún está en Kazajistán", explica el guardaespaldas. Aunque Ablyazov —que está detenido en Lyon (Francia) a la espera del juicio el próximo septiembre— ya está enterado de la puesta en libertad del que fuera su empleado desde 1995, Pavlov prefiere no dar demasiados detalles sobre la relación que les une. "Yo sé muchas cosas", sostiene.
Pavlov, que tiene esposa y dos hijos de ocho y 16 años, busca ahora trabajo "de lo que sea". Su plan es quedarse en España y "continuar luchando por los derechos humanos en Kazajistán".
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