Cuatro perfiles por la dignidad

Una marea de símbolos avanza por la carretera M-480, entre Pinto y Parla. Banderas andaluzas, de la II República y de la CGT. Camisetas y pancartas de Stop Desahucios, Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), el sindicato SAT y Frente Cívico. Y muchos lemas en contra de los recortes "dictados por la troika" al Gobierno de Mariano Rajoy: No nos callarán y Sistema indigno y miserable. La columna de Andalucía de las Marchas de la dignidad aglutina, al igual que las otras cinco que se dirigen hacia Madrid, a diferentes movimientos sociales: de la educación, la sanidad y la industria, entre otros. Personas con rostro y una historia detrás, unidas con solo un manifiesto como eje vertebrador.

"Es evidente la deficiencia en el trato al paciente"

Francisco Toro, de 23 años, se sumó el 16 de marzo a la marcha en Córdoba. Consideró que no podían continuar los recortes en sanidad —más de 7.000 millones entre 2014 y 2010, según datos del Gobierno y las comunidades autónomas—. Así que este auxiliar de enfermería se echó el macuto a la espalda y emprendió el camino a Madrid. "No podía quedarme en casa. Tenemos que salir para intentar cambiar la situación. Y, sobre todo, para que la gente se entere de lo que hay", apunta bajo el sol madrileño. En su casa, en Córdoba, dejó a sus padres, con los que vive.

"Con los sueldos que pagan es imposible independizarse", remacha el joven, que trabajó en prácticas en el hospital Reina Sofía de su ciudad y, después, como autónomo. Ahora, no encuentra trabajo. "Se está desmantelando el sistema público de salud. Al final, están dejando el sector privado para los que puedan pagarlo". Y concluye: "Resulta evidente la deficiencia en el trato al paciente".

"La gente sufre el desahucio con vergüenza"

Vive en Pinto con su mujer y sus dos hijos pequeños, de 8 y 10 años. En una casa que compró en pleno apogeo, cuando el país presumía de fortaleza económica. Pero que, ahora, le pertenece al banco. "Mi contrato del BBVA tenía una cláusula suelo y me encontré en 2011 con que no podía afrontar el pago de la hipoteca", explica Mohamed Samadi, un marroquí de 43 años que llegó hace 12 a España. Entonces emprendió una pelea en los tribunales, que acabó en acuerdo. Aceptó la dación en pago y el abono de un alquiler social. "Tras darme la razón el Banco de España, el director de la sucursal no hacía más que llamarme para que pactáramos", resalta.

Este hombre, uno de los impulsores de la PAH en su localidad—"la gente sufre el desahucio con vergüenza y miedo"—, ha participado en la organización de la llegada de la columna andaluza a Pinto, donde han almorzado este jueves sus más de 350 integrantes. Después, se ha sumado a la marcha y ha recorrido los siete kilómetros hasta Parla. Aunque dormirá en su casa. Eso sí, el sábado no faltará a la manifestación que partirá de Atocha: "Será un juicio al sistema. Creo que es un deber ciudadano estar allí. Estas marchas pueden provocar un seísmo".

"Las becas no dejan de reducirse"

Néstor Salvador se licenció en Historia, se sacó un máster en Historia Contemporánea y ahora estudia el doctorado. Este granadino de 30 años, que vive con sus padres y uno de sus dos hermanos, camina hacia Parla, donde pasa la noche del jueves al viernes. A sus espaldas ha dejado ya 320 kilómetros. Los que los separan de Córdoba, donde se unió el 16 de marzo a la columna andaluza. "Las becas no dejan de reducirse", explica, antes de centrar su discurso en la educación —donde el presupuesto ha disminuido en más de 6.300 millones de euros entre 2013 y 2010—. "Se está formando gente con dinero público para que después tenga que irse al extranjero".

Él se dirige a Madrid, ya apenas 20 kilómetros lo separan de la capital, con un objetivo: "Queremos que caiga el Gobierno, que se abra un proceso constituyente y se establezca un nuevo sistema donde el poder emane de abajo arriba". Néstor, que disfrutó de una beca Erasmus en Pisa, continúa estudiando y nunca ha podido conseguir un empleo relacionado con su profesión: "Ni siquiera uno precario". "Yo quiero trabajar en mi tierra", sentencia.

"El cuarto día se come por las buenas o las malas"

Hasta Ocaña (Toledo) se fue Antonio Márquez, 57 años, para sumarse a la Marcha de la dignidad que llegaba de Andalucía. Vecino de Pinto y miembro de la Plataforma de Desempleados, ha decidido incorporarse a la columna y quedarse en ella hasta al sábado. "Protestamos por un trabajo digno. Y para que aprueben una renta mínima", recalca mientras anda por el arcén de la M-480. Este vendedor de material eléctrico, parado desde hace 15 meses, tiene claro que estas manifestaciones deben servir para cambiar el sistema. "Venimos a remover Madrid, pero en el buen sentido".

Casado y con tres hijos —de 34, 29 y 23 años—, a Antonio se le acaba el subsidio dentro de seis meses. "Cuando no se tiene nada, al cuarto día, se come por las buenas o por las malas", subraya, antes de explicar como la idea de aglutinar en una marcha a las distintas mareas nació el pasado año. "Queremos que de esto surja algo nuevo. Yo no me rindo. El sábado debemos llenar el espacio que hay entre Atocha y Colón".