Los nervios del Rey
La Zarzuela convence a la Infanta de que responda ante el juez para no alargar el “martirio” Roca cree que ahora la defensa es más fácil por el apoyo de Hacienda
El Rey está nervioso. A don Juan Carlos, que el pasado domingo cumplió 76 años, que lleva 38 de reinado, que según su biógrafo, Paul Preston, supo hacer lo más difícil —desembarazarse del dictador que lo había nombrado sucesor para convertirse en el rostro de la democracia—, le costó el pasado lunes hacer lo más fácil —leer un discurso de folio y medio en la Pascua Militar—. “El Rey acusó la tensión por los problemas que hay alrededor de la Casa del Rey”, declaró el ministro de Defensa, Pedro Morenés. Aquel fue el último día en que los problemas estuvieron alrededor. Desde el martes están dentro, en el corazón de la familia real. Los tiene la hija menor del Monarca. La Zarzuela lo temía y el juez José Castro lo confirmó en 227 páginas.
Un dirigente político que ha visto al Rey en muchos actos confirma que nunca antes le había visto “nervioso”. Sobre la institución había ese día una inédita presión por la necesidad del Monarca de demostrar que este era su regreso definitivo tras la operación definitiva —nueve en los últimos cuatro años— y por la inminente segunda imputación de la Infanta en el caso Nóos, motivo de tensión permanente entre la institución y la familia real.
Hasta ahora, don Juan Carlos había dejado hacer a la Infanta. No le pidió que se separara de Urdangarin cuando este fue imputado, en diciembre de 2011, o que renunciara a sus derechos dinásticos, gestos que fuentes de la Casa del Rey admiten que les habrían ayudado a minimizar el daño a la Corona. Doña Cristina tampoco estaba dispuesta y alejada de La Zarzuela en su refugio suizo, parecía no comprender la erosión que el caso Nóos les ha provocado.
Pero esa situación ha cambiado. La Zarzuela coge las riendas. El abogado de la Infanta, Miquel Roca, que el martes se apresuró a anunciar que recurriría el auto de imputación, notificó por escrito el viernes al magistrado y al fiscal Pedro Horrach que renunciaba a ese derecho y que su cliente declararía voluntariamente. Lo hizo después de que doña Cristina viajara a Madrid y pasara la noche en La Zarzuela y después de que el propio abogado discutiera el asunto con el personal de la Casa del Rey, la más interesada en acortar “el martirio”, lo que hubiera sido imposible con una nueva cadena de recursos.
Aunque doña Cristina, insisten en La Zarzuela, mantiene que es inocente y ha sido la última responsable, la decisión de no recurrir se ha tomado con el método con el que la Casa del Rey acuerda cada movimiento desde la inoportuna cacería en Botsuana que lo cambió todo, porque a partir de ese día la Corona pasó a estar sometida al mismo escrutinio que cualquier cargo público. El método, como el de cualquier gabinete de ministro o partido político, consiste en valorar la reacción ciudadana de un paso u otro. Ante una operación del Rey, elegir un hospital público —y recibir críticas por saltarse las listas de espera— o privado —y que se interprete como un desprecio a la sanidad pública—.
Ante la imputación de la Infanta: recurrir —prolongar el proceso y arriesgarse a que fuera rechazado, lo que restaría puntos en la apreciación de su inocencia— o renunciar al recurso— y pasar el mal trago de bajar la cuesta de la vergüenza a los juzgados de Palma pero lanzar un mensaje de colaboración con la justicia—.
Para la Casa Real, que ayer valoró “muy positivamente” la decisión, este último era el mejor escenario y así se ha hecho. Tanto el Monarca como el Príncipe reciben a diario resúmenes de prensa nacional, internacional y de las redes sociales. Los de esta semana añadían preocupantes titulares en medios extranjeros sobre el “Royal mess” [“Desastre Real”, The Economist] o las acusaciones de “money laundering y tax fraud” [lavado de dinero, fraude fiscal, The New York Times] de la hija menor del Rey. Así que desde La Zarzuela, explican, se ha hecho ver a la Infanta que renunciar al recurso y responder a la justicia era lo mejor tanto para el Rey como para ella. Esta vez, además, el abogado de doña Cristina cree que cuenta con una defensa más fácil que en la anterior imputación, ya que Hacienda ya ha dicho al juez que no ve delito en la conducta de la Infanta.
Para PSOE y PP, la abdicación es una decisión del Rey y “no es el momento”
La Zarzuela estudia también a largo plazo la evolución del caso Nóos como una partida de ajedrez para evitar el jaque al Rey. Movimientos de pieza del contrincante les obligan a veces a cambiar de estrategia. La anticipada venda que el fiscal colocó en la herida cuando se opuso en noviembre a una eventual segunda imputación de la Infanta resultó un flaco favor porque para motivar su decisión, el juez Castro redactó un largo auto, profuso en detalles comprometedores para doña Cristina y que ahora conoce la ciudadanía. “La Infanta ya está condenada”, afirman fuentes de la Zarzuela refiriéndose a la opinión pública. En cualquier caso, recuerdan, imputada no es procesada ni condenada. Y solo si ese salto se produjera, se podrían plantear en el tablero movimientos como pedir que renunciara a sus derechos dinásticos.
El gesto de no recurrir y declarar ante el juez en la última oportunidad para mostrar colaboración con la justicia, ofrece a la Casa del Rey cierta tregua. Pero el margen de error se ha agotado. “En los últimos dos años han confluido muchos: Botsuana, Nóos, Corinna... Cada uno pesa más que el anterior, son menos perdonables, y eso aumenta la presión”, explica un dirigente político. “Ahora son como el deportista que se juega el mundial en cada competición. Y esa presión tiene un efecto psicológico”. Se vio el lunes con nitidez cuando al Rey por primera vez le pudieron los nervios.
La Corona tiene que demostrar su utilidad a la generación posterior al 23-F
Ahora, insisten en La Zarzuela, desea demostrar en la recepción del cuerpo diplomático a final de mes, donde pronunciará un discurso, que en la Pascua Militar solo tuvo “un mal día”. El Rey quiere zanjar el debate abierto sobre su abdicación, a la que no está dispuesto. Gobierno y PSOE le apoyan de momento. “Es una decisión suya. Tiene derecho a eso y en un país con tantas grietas, no es bueno empezar por la clave de bóveda”, afirma un dirigente político, aunque sí hay que “pedirles transparencia”, añade.
Las dos principales fuerzas políticas comparten que la Corona es una referencia de estabilidad y que en pleno desafío soberanista es el peor momento para abrir el melón de la sucesión. En cualquier caso, para recuperar la popularidad perdida, la institución está obligada a dejar de aparecer como fuente de problemas en lugar de soluciones. “Y demostrar a la sociedad, especialmente a la que no vivió el inicio del idilio del Rey con la democracia el 23-F, que es una institución útil”, afirma un dirigente político. “Pero no va haber otro 23-F, y será difícil lograr un diálogo entre España y Cataluña u otro AVE a La Meca”.
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