Rajoy exige a los barones cerrar ya el debate público sobre el aborto
El presidente apoya a Gallardón y su ley “equilibrada”, pero le reclama que escuche El ministro dice que la norma se basa en el recurso firmado por Rajoy y Santamaría
Algunos dirigentes creen que Mariano Rajoy manda más en el PP que el propio José María Aznar en los años 90. Su poder es enorme. Pero este miércoles no consiguió convencer a la cúpula del partido de que no hable del aborto. Lo intentó. Arrancó su discurso hablando solo de economía y de Cataluña, y dijo que eso, la economía, es de lo que tiene que hablar el PP. Pero no le hicieron caso, y se produjo un intenso debate en el Comité Ejecutivo, en el que solo el propio Rajoy salió en apoyo de Alberto Ruiz-Gallardón, que defendió con ahínco su ley, aunque trató de hacer de mediador y también le pidió que “escuche” las opiniones de los barones críticos.
Esto es, abrió la puerta a posibles cambios aunque con mucha cautela, tanto que varios dirigentes interpretaron que en realidad estaba ganando tiempo para rebajar la tensión interna. Y además, el presidente exigió, y sonó a orden, a todos los barones que no hablen más en público de este asunto y que dejen los debates para las reuniones internas. Un aviso muy claro y un interno por taponar la vía de agua interna.
La reunión del miércoles cumplió las peores expectativas de Rajoy, que huye de este debate hasta el punto de que ni siquiera ha pronunciado en público la palabra “aborto” y no estaba en el Consejo de Ministros el día que se aprobó la ley. Todos los barones que se habían mostrado escépticos con la ley, y algunos más, hablaron ayer. Y a ellos se sumó la veterana Celia Villalobos, vicepresidenta del Congreso, que fue especialmente vehemente en su oposición a la reforma planteada por Gallardón.
Es un tema difícil porque es difícil debatir con sentimientos Mariano Rajoy
Pero lo más relevante políticamente, además de las quejas y las dudas de los barones, que reflejan un ambiente de clara oposición a esta ley en buena parte del partido, fue el intento de Gallardón por salir de la soledad política en la que se encuentra con esta norma. Rajoy dejó que fuera el ministro quien entrara al debate con los barones. Y Gallardón, en una intervención extensa y muy preparada, que incluso cosechó algunos aplausos, trató de desmentir la idea, instalada en algunos sectores del PP, de que se trata de una gallardonada, esto es una iniciativa del ministro de Justicia, que va por libre. Gallardón no llegó a recordar lo obvio, esto es que una norma así no puede salir sin el respaldo de la vicepresidenta y el presidente, sus superiores jerárquicos, pero les implicó como autores intelectuales de la ley de una forma indirecta.
José Antonio Monago, el presidente de Extremadura, había argumentado que en realidad esta ley no obedece a un compromiso electoral porque el programa era tan ambiguo que se podía haber hecho esta norma u otra mucho más suave. El programa solo decía “cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como las menores”. Gallardón contestó a Monago: “Es verdad que el programa no lo decía claramente. Pero además de ese programa nosotros tenemos una posición fijada en 2010 en el recurso que hicimos al Tribunal Constitucional contra la ley del PSOE. Y ese recurso estaba firmado por el presidente del Gobierno y media docena de los ministros actuales”, recordó.
La ley se basa en el recurso firmado en 2010 por varios ministros Alberto Ruiz-Gallardón
El ministro estaba así implicando a Rajoy y Sáenz de Santamaría al recordar que en ese recurso, que él no firmó porque no era diputado y que presentaron la vicepresidenta y Federico Trillo, encargados de su redacción, se decían cosas muy duras sobre el aborto de fetos con malformaciones. “Esos casos de aborto eugenésico”, decía el recurso sobre el supuesto de anomalía fetal en la versión de 2010, “no pueden dejar de recordarnos teorías eugenésicas —de infausto recuerdo cuando fueron objeto de aplicación en la historia— que defendieron las tesis de ‘vidas que no merecen la vida’ (Lebensunwertes Leben) o ‘vidas que son una carga’ (Ballastexistenzen)”. Esos términos los utilizó la Alemania nazi para justificar el exterminio o esterilización de un sector de la población.
Monago recuerda que el programa era ambiguo y el ministro lo admite
Algunos diputados que firmaron ese recurso están molestos porque ahora ven a dirigentes regionales que se muestran sorprendidos por la ley de Gallardón pero entonces no criticaron ese recurso, donde se fijó la posición del partido. Aunque el PP está muy dividido y en el grupo parlamentario también hay mucha gente, tal vez mayoría, que no está de acuerdo con la norma aprobada por el Consejo de Ministros.
El recordatorio de Gallardón por tanto no era casual. Aunque Rajoy y Sáenz de Santamaría han evitado hablar de la ley, el ministro recordaba así a todos sus compañeros que él no va por libre, que sigue la estela marcada en ese recurso. Sáenz de Santamaría no habló, y tampoco Trillo, ahora embajador en Londres, que después de dos años de ausencias ayer sí estaba en el Comité Ejecutivo. Sin embargo, Trillo, representante del sector más conservador, se acercó al final para felicitar a Gallardón por su intervención.
Ante el intento tanto de María Dolores de Cospedal como de Rajoy de evitar el asunto —no dijeron ni una palabra en sus intervenciones iniciales— fue Monago el que rompió el hielo. Y lo hizo de forma directa. “Como me ha invitado Alberto Fabra a intervenir en este comité, lo hago para explicar mi posición sobre el aborto”. Monago aseguró que él lo único que está pidiendo es un intento por lograr un consenso mayor, para intentar hacer una ley para los próximos 20 años, y no una norma que cambie el PSOE en cuanto llegue al Gobierno. “Este es un debate de sentimientos”, explicó, para recordar una frase de un ministro de finanzas alemán: “Los políticos hacen políticas para las personas tal como son y no como les gustaría que fueran”.
Este no debería ser el comité del aborto, hay que hablar Alberto Núñez Feijóo
Fue Pedro Sanz, el presidente de La Rioja, quien sin apoyar la ley tal como está redactada —nadie lo hizo salvo Gallardón y Rajoy— pidió a sus compañeros que eviten una guerra por este asunto. “Este no debería ser el comité del aborto. Deberíamos poner el acento en la economía y no en este debate, que es el que interesa al PSOE. No nos dividamos entre nosotros”.
Efectivamente, el PSOE ha convertido este asunto en una cuestión prioritaria ante el enorme rechazo social que está sufriendo la ley de Gallardón. Y ha logrado implicar a sus socios europeos. El presidente del Partido Socialista Europeo (PSE), el búlgaro Sergei Stanishev, llamó ayer a la movilización internacional de todas las fuerzas “progresistas” contra la ley del aborto promovida por el Gobierno español porque es una “ley contra las mujeres”. Ni Rajoy ni Sanz lograron evitar que el aborto estuviera muy presente en la reunión del PP.El gallego Alberto Núñez Feijóo, que también consideró un “error que este comité se convierta en comité del aborto” aseguró que con esta norma se produce un “cruce de sentimientos” y concluyó que “hay que hablar” mucho internamente para llegar a un consenso.
Juan Vicente Herrera, de Castilla y León, también defendió, como hizo públicamente, la posibilidad de esperar a que falle el Constitucional y defendió que “hay que buscar más consenso en estos temas sociales”. Luisa Fernanda Rudi, de Aragón, bromeó con la idea de que le han pedido que elija entre “el carca Gallardón y el moderado Feijóo” y también pidió mayor consenso. Y Rajoy cerró la reunión reclamando a todos que no vuelvan a hablar en público de este tema. Esta vez sí pronunció la palabra aborto y dijo que es “un tema muy difícil, porque es difícil debatir con sentimientos”.
Pero recogió la idea de Gallardón, dijo que es una ley equilibrada que van en la línea de la de 1985 y del recurso del PP de 2010 que él firmó. Aún así, al final abrió una puerta: “Gallardón se ha ofrecido a mantener conversaciones con todos los presidentes autonómicos para enriquecer la ley entre todos. Le pido que lo haga. Pero no sigamos debatiendo en público este asunto”.
Las voces críticas
Rosa Valdeón, alcaldesa de Zamora.
“La Ley debe favorecer a quienes, por los motivos de grave malformación o riesgo para la salud de la madre, se vean en la obligación de tomar esa difícil decisión. Deseo que en el trámite parlamentario sean modificados muchos de esos aspectos”.
Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid.
“Yo soy más partidaria de la ley de plazos actual, modificándola puntualmente”.
Borja Sémper, presidente del PP de Gipuzkoa.
“El Gobierno tiene que afinar un poco más. Muchas parejas tienen que afrontar una situación extrema cuando un médico les dice que el feto tiene malformación. Someterles a un proceso en el que hay que pedir dos opiniones de médicos creo que es especialmente complicado y dramático. Hay que perfeccionarlo y hacerlo menos doloroso”.
Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid
y ginecólogo. “Sería un error obligar a la madre a seguir embarazada hasta el final en casos de determinadas malformaciones”.
Javier Dorado, ‘número dos’ de Nuevas Generaciones.
“Creo que la mujer que lleva en su vientre a un feto es la mejor preparada para proteger al no nacido, mucho mejor que el Estado. Hoy el sentir mayoritario no es favorable al anteproyecto”.
Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia.
“Bien vale la pena mejorar el texto y apuntar posibles acuerdos en su redacción. Me gustaría que tuviéramos una ley de mayor consenso".
Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León.
“Hay que escuchar opiniones responsables y sensatas como la de los alcaldes de Zamora y Valladolid, ambos son médicos y yo comparto su preocupación por la eliminación del supuesto de malformación”.
José Antonio Monago, presidente de Extremadura.
“Necesitamos una ley del aborto que conecte con la sociedad, que sea reflejo de la España actual, la que inicia 2014. Y para ello las posiciones se tienen que acercar (…) Con el modelo de consenso tendríamos una regulación como tienen los conservadores británicos, que están con la ley de plazos, o el modelo francés, que tampoco es criticado por la derecha francesa”.
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