La crisis dispara el crecimiento demográfico de Ceuta y Melilla
Muchos españoles en paro se empadronan allí, pero viven en Marruecos porque es más barato El ayuntamiento ceutí busca los pisos-pateras y da de baja a los que allí residen Más de 200 niños españoles cruzan a diario la frontera porque están escolarizados en España
¿Podrán los cientos de niños españoles escolarizados en Ceuta, pero residentes en Marruecos, seguir asistiendo a clase? El delegado del Gobierno en la ciudad autónoma, Francisco González Pérez, arrojó la semana pasada alguna duda. “¿Me están diciendo ustedes que hay niños escolarizados que viven en Marruecos, pero que tiene que estar empadronados en Ceuta para ir al colegio?”, preguntó a un grupo de periodistas. “Ya veremos lo que sucede”, afirmó sin dar más detalles.
“Completamente a favor de poder dar clases a niños que, por causas económicas, tienen que vivir en Marruecos”, le replicó en Twitter Sandra López Cantero, maestra y secretaria de igualdad del PSOE en Ceuta. “Como maestra (…) a cuantos más pueda llegar mejor”, añadió.
La demolición de una escalera en la frontera del Tarajal, por la que entre 200 y 250 menores subían a diario para dirigirse a los colegios o institutos de Príncipe Felipe, Ramón y Cajal, Picasso, Reina Sofía etcétera ha sacado a la luz el fenómeno de estos chavales de familias musulmanas españolas que se empadronan ilícitamente en Ceuta, con frecuencia en pisos-patera, pero residen en las localidades marroquíes colindantes como Castillejos (Findeq).
Ellos, sus padres y otros muchos españoles de origen marroquí son los causantes, en buena medida, del reciente incremento de la población de ciudades como Ceuta y Melilla en una España en caída libre demográfica porque emigrantes y jóvenes diplomados españoles se marchan en busca de un puesto de trabajo. Desde que empezó la crisis, en 2008, la población de Ceuta aumentó un 9,2% (de 77.389 habitantes a 84.504), y la de Melilla un 17,2% (de 71.448 a 83.762) a causa de sus elevadas tasas de natalidad y, sobre todo, de la inmigración desde la Península.
“Es un fenómeno que empezó hace cuatro o cinco años”, explica al teléfono González Pérez. “Son, en su mayoría, trabajadores españoles musulmanes en paro que proceden de Andalucía, Cataluña, Valencia, Madrid etcétera”, prosigue. “Dicen que alquilan en Ceuta, pero se instalan del otro lado de la frontera”, añade. “Su objetivo es seguir cobrando el paro, las ayudas no contributivas etcétera, pero vivir en un lugar más económico”.
Y su propósito es también escolarizar a sus hijos en Ceuta pese a que una orden del Ministerio de Educación, de marzo de 2010, estipula que para ser admitido en un centro de enseñanza público o privado de las ciudades autónomas es necesario presentar un certificado de empadronamiento que demuestre que la familia tiene establecido allí su domicilio. De ahí la amenaza que pende sobre los chavales.
“¿Dónde quiere que vaya en Ceuta esa familia que cobra una ayuda de 426 euros mensuales?”, se pregunta una maestra del Príncipe Felipe aludiendo a los padres de uno de sus alumnos que cruza a diario la frontera. “Al menos en Marruecos pueden ir tirando…”.
Desde hace un año el ayuntamiento ceutí se ha puesto manos a la obra. En los últimos doce meses la ciudad ha dado de baja a 945 residentes y se dispone a hacer otro tanto con otros 400 más, según informó, a finales de noviembre, Yolanda Bel, consejera de presidencia de Ceuta. En la Delegación del Gobierno dan a entender que hasta 2.000 personas podrían ver su empadronamiento cancelado.
Bel señaló que se estaban revisando todas las viviendas con más de ocho personas empadronadas -en una de detectaron hasta 22- y que para acabar con la picaresca el ayuntamiento denunciaría a los propietarios que “den cobijo a sus viviendas, hostales u hoteles a falsos empadronados porque eso supone un verdadero delito y un engaño a la Administración”.
El crecimiento demográfico y el consiguiente incremento de la densidad por kilómetro cuadrado -5.852 habitantes en Melilla y 4.228 en Ceuta- preocupa. El Observatorio sobre la Sostenibilidad de Ceuta y Melilla reclama una ley de residencia específica, similar a la de Gibraltar o Mónaco, para impedir que sigan llegando más población a ambas ciudades. También preconiza restringir sus políticas sociales para que no atraigan “todavía a más pobres”.
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