Díaz hace una exhibición de poder
La presidenta andaluza asume el mando del PSOE andaluz con un 98,6% de los votos Ha logrado deslumbrar a los dirigentes de su partido, con un lenguaje claro, sin rimbombancias
La única duda con la que han encontrado este sábado los 778 delegados al congreso extraordinario del PSOE de Andalucía ha sido si la secretaria general iba a ser elegida por muchísimo o por muchísimo más. Fue por el 98,6% (722 votos a favor y 10 en blanco). Se llama Susana Díaz Pacheco, nació en el barrio sevillano de Triana, tiene 39 años, carné del PSOE desde los 16 y es presidenta de la Junta desde hace tres meses. También desde este sábado tiene el control de la federación socialista más numerosa (46.675 militantes) y con mayor poder institucional. "Hay que ganar bien en Andalucía para ganar bien en España", ha exclamado Díaz en su primer discurso tras la votación.
En un PSOE sumido en la oscuridad y sin referentes destacados, Díaz ha logrado en muy poco tiempo deslumbrar a los dirigentes de su partido, con un lenguaje claro, sin rimbombancias, de agrupación de barrio y llamando las cosas por su nombre. En un congreso de no hay billetes, Díaz ha conseguido reunir a los secretarios generales de todas las federaciones como si quisieran adquirir algo del brillo que desprende esta flautista de Hamelin, cuya música atrae a muchos.
Es, sin duda, la mujer más poderosa del PSOE. Pero además tiene poderío, puede hacer y deshacer. Lo demostró frenando la abstención del grupo socialista del Congreso en una moción de UPyD en defensa de la Constitución y contra el derecho a decidir de Cataluña. Esa exhibición de fuerza, bastante insólita, no gustó a muchos, pero los socialistas acabaron votando a favor de la iniciativa del partido de Rosa Díez. En la reciente Conferencia Política, Susana Díaz desactivó el intento de algunos dirigentes, como el madrileño Tomás Gómez, de convertir este cónclave en un debate sobre la fecha de las primarias. Ella ya le ha puesto fecha: después de las elecciones europeas del próximo mes de mayo, aunque será el comité federal de diciembre el que lo apruebe.
Díaz es la estrella de un partido muy debilitado que gobierna solo en dos comunidades (Andalucía y Asturias) y ha logrado situarse en muy poco tiempo en el tablero nacional como la principal figura emergente del PSOE. Lo ha logrado con tres ideas que pasan por la autocrítica (“no lo estamos haciendo bien”), el debate territorial (“tenemos un proyecto común y ese proyecto se llama España”) y la recuperación de la señas de identidad socialista (“convertir al PSOE en un partido reconocible, con ideas claras”). Y lo ha conseguido también con una intensísima agenda con los medios de comunicación de todos los colores y de todas las jerarquías.
Son muchos las que la ven como el futuro del PSOE, pero Díaz no tiene pensado dar el salto a la política nacional. Por ahora, no. Primero tiene que consolidarse como líder del PSOE y la única manera de hacerlo es, como bien saben todos en ese partido, cosechando votos. “Sería un disparate que alguien que ha llegado a la presidencia de la Junta sin unas elecciones se marchara también sin ganarlas”, asegura una persona próxima a la presidenta de la Junta. A la legislatura andaluza le queda, si se agota, más de dos años y su idea es recuperar la mayoría social que el PSOE andaluz perdió en las tres últimas convocatorias electorales. Quiere gobernar en solitario y eso significa sin Izquierda Unida y con mayoría absoluta..
Desde que accedió a la jefatura del Gobierno andaluz las dudas sobre si habrá adelanto electoral no han parado de crecer. Las tensiones con Izquierda Unida son más frecuentes y probablemente irán a más conforme el calendario electoral avance. No solo porque ella marca su propio sello, sino también porque en IU de Andalucía se ha producido un relevo generacional con el nuevo coordinador Antonio Maíllo. Son dos debutantes que aún no han terminado de acoplarse. El PSOE empieza a estar un poco harto de que IU se arrogue las iniciativas del Gobierno más punteras (la ley antidesahucios o el proyecto de garantizar un mínimo de luz y agua a los más necesitados), mientras que los consejeros socialistas dedican mucho más tiempo a responder sobre asuntos turbios (como los fondos de formación a UGT) o de corrupción como el caso de las ayudas sociolaborales de los ERE.
Pero aunque parezca paradójico, Díaz también pretende romper el hielo glacial que parece existir entre las direcciones federales del PSOE e IU. En este sentido, mantiene una fluida y buena relación con José Luis Centella , el secretario general del PCE, y portavoz de Izquierda Plural en el Congreso con el que negoció el pacto de Gobierno en Andalucía.
La nueva secretaria general del PSOE no es una mujer que adelante sus planes de futuro. Sigue la pauta del Cholo Simeone, partido a partido, como recordaba en una entrevista reciente José Antonio Griñán. No se ha pronunciado sobre sus preferencias de los candidatos a las primarias generales, porque todavía no hay nadie que haya dado ese paso en firme. Cuando se la ha preguntado por Carme Chacón, a la que avaló en el congreso federal frente a Alfredo Pérez Rubalcaba, se ha limitado a comentar que ya la apoyó una vez. Ambas perdieron. Al igual que ha hecho en Andalucía, Díaz está tejiendo alianzas con otros secretarios generales de otras federaciones para unir al PSOE. Son frecuentes sus contactos con el catalán Pere Navarro y con el valenciano Ximo Puig, dos de las federaciones más importantes tras la de Andalucía. Jugó a la estabilización de Rubalcaba en la Conferencia Política y ese camino de la cohesión no lo va a abandonar, quedando claro que al secretario general le ha pedido que “impulse cambios”. Pero que nadie olvide que su apoyo a Rubalcaba es “por obligación” como ella ha dicho.
Para algunos, Susana Díaz ha hecho por ahora lo fácil, cuando además en el PP no tiene todavía a nadie que le dé réplica desde la marcha de Javier Arenas. Ahora le queda gestionar una comunidad que tiene 1,4 millones de parados, el 36% de la población activa. Y lo tiene que hacer no solo sorteando tensiones con sus socios sino con un Presupuesto que van menguando año a año. La estrategia hasta ahora ha sido la de culpar a Mariano Rajoy de todos los males, pero ese argumento empieza a agotarse. Y como recuerda un veterano socialista “el éxito del PSOE en Andalucia ha sido la gestión de la Junta, no del partido”.
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