“España debe aceptar la singularidad catalana”
Jaúregui considera que reformar el Estatuto de Cataluña sin contar con el Partido Popular "no fue una buena idea"
Veterano del socialismo vasco y español, el diputado Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948) ha sido el encargado de dar forma, ensamblando mil piezas, al documento marco de la próxima Conferencia Política del PSOE: un nuevo ideario en tiempos de crisis múltiple. Para la que se vive en Cataluña, el PSOE solo ve una solución: reconocer a esa comunidad un estatus distinto.
Pregunta. El PSOE va a “renovar su proyecto político” en noviembre. ¿Eso qué significa?
Respuesta. Significa que va a proponer al país un proyecto modernizador y renovador de la política que dé respuesta a la triple crisis que vive España: democrática, territorial y económico-social. Y recuperar lo que Norberto Bobbio llamaba la estrella polar de la izquierda: la igualdad.
P. ¿Ha perdido eso el PSOE?
R. En los últimos 20 años en todo el mundo occidental ha crecido la desigualdad. Y sí, nuestra conferencia va a hacer una mirada autocrítica. Ha habido una confianza ilimitada en el crecimiento, una mirada poco crítica a los mercados. Ese debate ideológico nosotros no lo hemos mantenido, y la desigualdad creciente es en parte consecuencia de eso. La izquierda ha mostrado cierta incapacidad para defender sus ideales en el marco de la globalización, es evidente. Por eso tiene que reflexionar y renovar sus propuestas.
No fue una buena idea reformar el Estatuto de Cataluña sin contar con el PP
P. Empezaron planteando cambios en el modelo territorial y han acabado con una reforma constitucional en toda regla. ¿Ve consenso en España para hacerla?
R. No, desgraciadamente no. El gran fallo del presidente del Gobierno es no ponerse al frente de una renovación política en España. Mariano Rajoy no sabe, no puede o no le da la gana.
P. ¿Entonces la propuesta del PSOE es un brindis al sol?
R. No. Ha sido una decisión valiente que nunca habíamos tomado. Corolario de una reflexión profunda: hemos mirado todas las estructuras democráticas y hemos descubierto que las costuras están descosidas. Es el momento de dar una inyección de legitimación a la Constitución. Sobre todo por volver a la política grande: producir en España un tiempo de cambios y pactos. La política española necesita eso como el respirar.
P. ¿Cómo puede esta Conferencia Política ayudar a frenar la desafección creciente de la ciudadanía hacia los partidos?
R. Estamos viviendo el peor clima de la etapa democrática. Lo vemos en la calle. Lo sufrimos. Hemos analizado los elementos de este descrédito institucional. Estamos muy preocupados. Y planteamos reformas. Por ejemplo, aumentar el poder ciudadano en el sistema electoral —con las primarias y las listas semiabiertas— y en el Parlamento. Y medidas anticorrupción, endureciendo el régimen de incompatibilidades.
P. ¿Las propuestas que haga la Conferencia Política comprometerán el programa electoral?
CiU ha echado por tierra el diálogo; se deja llevar por ERC a no se sabe dónde
R. La conferencia establece una base, una orientación propositiva. Pero el programa de 2015 lo hará el candidato y lo aprobará el comité federal.
P. El PSOE ha anunciado y culminado su giro federalista en menos de un año. ¿No ha ido todo muy rápido?
R. Nosotros llevamos años hablando de la evolución del modelo autonómico. En 1999 yo hice un documento que ya se titulaba así: Hacia un modelo federal del Estado, y fue aprobado por unanimidad. Lo que pasa es que hasta ahora la propuesta federalista era más teórica que otra cosa.
P. ¿Se ha acelerado por la situación en Cataluña?
R. También, pero no solo. Necesitamos evitar la demolición del modelo por los dos extremos: la tentación autodeterminista y la recentralizadora.
P. ¿Ve un riesgo equivalente en esas dos tensiones?
R. No, no en este momento. Sí es importante, en algunas comunidades, el sector de opinión pública partidario de recentralizar. Pero no creo que haya ahí un riesgo político de corto plazo. El otro sí: la tentación autodeterminista de Cataluña es, para mí, el problema político más importante que hemos tenido en lo que es el viejo problema territorial de España.
P. ¿Ve un culpable o un origen claro de ese problema?
R. Ufff... En cuanto a responsabilidades, creo que todos tendríamos que ponernos algunos deberes, algunas faltas.
P. ¿Cuál se pone su partido?
Las costuras están descosidas. Hay que inyectar legitimidad a la Constitución
R. Creo que el intento de reformar el Estatuto de Cataluña sin contar con el otro gran partido de España no fue una buena idea. Pero también creo que el PP construyó sobre ese elemento un discurso anticatalán que ha hecho muchísimo daño a España. Y el actual Gobierno de la Generalitat de CiU ha echado por tierra el modelo dialogado de construcción de Cataluña en España, dejándose llevar por ERC a no se sabe dónde.
P. ¿En qué cambiaría la vida de los catalanes la reforma constitucional que plantea el PSOE?
R. Ofrecemos una vía de pacto para seguir viviendo juntos, quizá de forma diferente. Es imprescindible que España y su Carta Magna acepten la singularidad de Cataluña. Singularidad no quiere decir privilegio ni insolidaridad.
P. ¿Qué quiere decir entonces?
R. Que el estatus jurídico político esté definido de forma que satisfaga a Cataluña, con más autogobierno, clarificación competencial, singularidad lingüística, histórica... Para que Cataluña sea la California española, no la Lituania europea. Tenemos que ser capaces de construir ese modelo.
P. ¿Terminaría ese modelo con el café para todos?
R. Establecería una singularidad de ser y de estar de Cataluña que España tiene que aceptar. Es el mejor servicio que pueden prestar quienes reivindican España: asegurar que Cataluña sea española en un marco de singularidad.
No hay que limitar la capacidad de la Generalitat en política lingüística
P. ¿Tendría Cataluña más competencias que el resto de comunidades autónomas?
R. La descripción de competencias tendría que hacerse con arreglo al modelo del Estatuto de 2006 que en parte no fue ratificado por el Constitucional. ¿Qué hicimos mal entonces? Quizás pretender una reforma estatutaria que reformaba en parte la Constitución. El Tribunal Constitucional dijo no. Lo que planteamos es que se incluya esa singularidad ahora.
P. ¿Qué competencias?
R. Por ejemplo, la política lingüística. Yo creo que no hay que limitar la capacidad de la Generalitat para dictar su política lingüística y educativa.
P. ¿El Estado no tendría nada que decir entonces sobre el uso del castellano en Cataluña?
R. Hombre, hay principios que son constitucionales... Pero el sistema de inmersión lingüística no podría ser cuestionado por el Gobierno central.
P. ¿Apoyarían los socialistas un régimen de financiación singular para Cataluña?
R. No, en principio, no. Pero probablemente la financiación sería una de las partes de la negociación de la singularidad.
P. ¿Hay alguna posibilidad de que el PSOE acepte un día el “derecho a decidir” de Cataluña?
R. No. El derecho a decidir es simplemente la autodeterminación para la independencia. No es otra cosa. En esto hay que ser contundente. Sería una puerta a la demolición del Estado, porque ¿con qué razón la negarías después a otros territorios? ¿Dónde acabaría eso? Además, ese “derecho a decidir” conduce a una división irrecuperable del pueblo de Cataluña en dos comunidades identitarias. No hay posibilidad ninguna de que eso se materialice. No hay terceras vías ni vías intermedias en la autodeterminación.
P. ¿Qué diría a quienes sostienen que es un derecho democrático y quieren ser consultados?
Cuando la gente decide sin saber, no está profundizando en la democracia
R. Les diría que la pretensión independentista no puede materializarse sino como consecuencia de un proceso de mayorías muy sólidas, constatadas en el tiempo, territorialmente uniformes, que acaban configurando una opinión jurídico-política que el ordenamiento no puede desconocer. Pero es un proceso, no es un “aquí te cojo, aquí te mato”, no es una oportunista convocatoria de una consulta aprovechando la coyuntura y manipulando los sentimientos por el desgaste social que provoca la crisis económica. Eso es oportunista y tramposo, obliga a los ciudadanos de Cataluña a expresarse en posiciones extremas y les oculta las consecuencias de esa decisión. Cuando la gente decide sin saber, no se está profundizando en la democracia.
P. ¿Esperaba usted que, a cambio del giro federalista del PSOE, el PSC renunciara a defender el “derecho a decidir”?
R. Yo desearía que el PSC explicara a los catalanes que el derecho a decidir es lo que nosotros proponemos, y no una consulta que será autodeterminista o no será. No van a caber las terceras vías.
P. ¿Ha hecho el PSOE suficiente pedagogía en Cataluña?
R. Nadie la ha hecho.
Si en las primarias no gana Alfredo, soy partidario de la bicefalia
P. ¿Es usted partidario de que, una vez redefinido el ideario socialista, la siguiente tarea del partido sea elegir al candidato para 2015?
R. La Conferencia Política va a ser también una oportunidad de renovar orgánicamente el partido. Después de la conferencia hay que hacer las europeas, pero creo que inmediatamente después habrá que hacer las primarias.
P. ¿Inmediatamente después?
R. El calendario lo hará el comité federal, pero podría ser entre octubre de 2014 y febrero de 2015.
P. ¿Le gustaría que se presentara Alfredo Pérez Rubalcaba?
R. No lo sé, es muy pronto para decirlo. Habrá que ver cómo estamos, como está, qué viene, qué hay...
P. ¿Debe convocar el PSOE un congreso para elegir a un nuevo secretario general?
R. Yo creo que no. La dirección que tenemos es la mejor que podemos tener.
P. ¿Rubalcaba debe permanecer en el cargo hasta 2016?
R. Debe estar, por supuesto, hasta las primarias. Y no sé quién saldrá elegido pero, si no es Alfredo, debería convivir con él. Soy partidario de que incorporemos a nuestra cultura la bicefalia. Porque si no, las primarias solo son para el que también va a ser secretario general. Hay que ser consecuentes: si hay primarias, hay que aceptar bicefalias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.