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Cataluña en la ONU, como Palestina

Exteriores asegura que un Estado catalán no entraría en Naciones Unidas Una nota interna concluye que solo podría ser “observador no miembro”

Miguel González

Para ser un Estado independiente no basta con declararlo, sino que hace falta que los demás lo reconozcan. Más de cien países han reconocido la independencia de Kosovo, que se separó de Serbia en 2008, pero las autoridades de Pristina saben que no tienen ninguna posibilidad de sentarse en la ONU, principal foro político de la comunidad internacional. En cambio, Sudán del Sur fue admitido con miembro de Naciones Unidas en julio de 2011, solo seis meses después de independizarse de Sudán. El diferente tratamiento se debe a que la separación de Kosovo fue unilateral, mientras que la división de Sudán fue pactada.

¿Qué posibilidades tendría un Estado surgido del proceso soberanista catalán de entrar en la familia de Naciones Unidas? Partiendo de la base de que la secesión pactada es inviable —así lo asegura el Gobierno, apelando a la Constitución—, la Representación Permanente de España ante la ONU ha elaborado una nota interna titulada Efectos de una declaración unilateral de independencia de Cataluña en Naciones Unidas, a la que ha tenido acceso EL PAÍS.

El documento, fechado en Nueva York el pasado 24 de septiembre —coincidiendo con el arranque del actual periodo de sesiones de la Asamblea General—, empieza recordando que “si Cataluña declarase unilateralmente la independencia, ello no supondría constituirse automáticamente en un Estado y convertirse en miembro de Naciones Unidas”, sino que debería solicitar su ingreso y, para ello, habría que examinar “la legalidad, desde el punto de vista internacional, de una eventual declaración de independencia”.

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La representación española ante la ONU sostiene que “una declaración de independencia debe respetar el ordenamiento constitucional interno en vigor y el Derecho internacional” y agrega que “el principio de integridad territorial prima en el caso de Cataluña sobre el principio de autodeterminación”. Y ello, según la nota, porque el derecho de autodeterminación solo se aplica, en derecho internacional, a los “pueblos sometidos a dominación colonial, anexión por conquista, dominación extranjera u ocupación y pueblos oprimidos por violación masiva y flagrante de sus derechos. Obviamente este no es el caso de Cataluña”, apostilla.

Además, advierte, el reconocimiento por la ONU del derecho de autodeterminación “no supone que se fomenta o autoriza acción alguna encaminada a quebrantar o menoscabar, total o parcialmente, la integridad territorial de los Estados”.

En conclusión, sostiene que, en virtud del principio de “sucesión de Estados”, Cataluña quedaría excluida de los tratados suscritos por España, como la Carta de Naciones Unidas. Para entrar en la ONU debería obtener los votos positivos de dos tercios de los 193 países que se sientan en la Asamblea General, pero solo después de que el Consejo de Seguridad —donde los cinco permanentes tienen derecho de veto— recomendase su ingreso.

“Es muy probable que Cataluña no obtuviese el apoyo del Consejo [de Seguridad], fiel defensor de la integridad territorial de los Estados”, advierte la representación española ante la ONU. Asegura, además, que los Estados miembros están obligados a cumplir las obligaciones de la Carta de Naciones Unidas y que “la declaración unilateral de independencia iría contra la carta y el derecho internacional”.

La nota admite, sin embargo, que “Cataluña sí que tendría la posibilidad de solicitar ser reconocida como Estado No Miembro Observador de Naciones Unidas. Se aprueba mediante resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas aprobada por mayoría simple. Esta es la vía que adoptó Palestina en 2012”.

Palestina pidió el estatuto de Estado Observador ante la imposibilidad de ser admitido como Estado Miembro, por la amenaza de veto de EE UU en el Consejo de Seguridad. Este estatuto —que también tiene el Estado vaticano— le da derecho a participar en todas las sesiones de la Asamblea General y a acceder a la documentación que genera la ONU, pero no puede votar ni ser miembro de sus órganos más relevantes, como el Consejo de Seguridad —al que España aspira a acceder como miembro rotatorio en el bienio 20015-16— o al Consejo Económico y Social.

También puede adherirse a algunos tratados internacionales, como la Corte Penal Internacional, aunque Palestina no ha ejercido aún ese derecho; e ingresar en aquellas organizaciones de la ONU (como la FAO o Unicef) que no tengan su propio procedimiento de ingreso. Ese es el caso de la UNESCO, que aprobó la adhesión del Estado palestino en octubre de 2011, antes de que lo hiciera la Asamblea General.

En realidad, Palestina ya era “entidad observadora” de la ONU y su admisión como “Estado Observador” fue un gesto político, pues suponía reconocer su condición de Estado, aunque fuese “Estado no miembro” de la ONU.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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