Rajoy rectifica y explicará el ‘caso Bárcenas’ ante la “alarma social”
El presidente del Gobierno cede a la presión, irá la semana que viene al Congreso Admite que el escándalo “genera dudas legítimas a mucha gente”
Giro radical de estrategia. En el Gobierno y en el PP. La crisis política es muy seria, nadie lo niega ya en La Moncloa ni en la calle Génova, la sede del partido. Y han decidido intentar frenarla. Mariano Rajoy quiere cortar la hemorragia de credibilidad que está provocando el caso Bárcenasy ayer anunció, presionado dentro y fuera de España, que comparecerá en el Congreso la semana que viene para dar “su versión”. El Gobierno registró a última hora la petición de comparecencia, en la que el presidente también quiere hablar de economía para evitar el monográfico sobre Bárcenas que tanto temía. Así, con este cambio de opinión, Rajoy trata de defenderse y evita la moción de censura con la que había amenazado el PSOE si no comparecía.
Pero el giro estratégico no se quedó ahí. Poco después de que hablara el presidente en La Moncloa, desde el PP, María Dolores de Cospedal, la secretaria general, lanzó su discurso más rotundo contra Bárcenas, al que citó una y otra vez por su nombre —al contrario que Rajoy, que sigue sin pronunciarlo—. Cospedal, en tono muy directo, dejó muy clara la enorme preocupación que hay en el PP. “Rajoy tiene toda la legitimidad para gobernar por el respaldo que nos dieron los españoles. A pesar de las encuestas, que sé cómo están en estos momentos, tenemos el respaldo de los ciudadanos”, llegó a decir. Y fue la primera que usó la expresión “alarma social” para justificar el cambio.
En La Moncloa hay inquietud por esas encuestas que siempre escruta con detalle Pedro Arriola, el principal asesor del PP y también con protagonismo en los papeles de Bárcenas, y José Ignacio Wert, ministro de Educación y sociólogo cercano al presidente.
Rajoy ayer cambió radicalmente su tono y se mostró más humilde, admitiendo en todo momento que es consciente de las “dudas que legítimamente tienen muchos ciudadanos”. El Gobierno acusa el golpe tras unas semanas en las que la única estrategia era el silencio y encerrarse en el ataque a los demás, como sucedió en el Congreso cuando Alfonso Alonso, portavoz parlamentario, para argumentar por qué el PP votaba en contra de la comparecencia de Rajoy, acusó a todos los grupos de ser “abogados defensores de un delincuente como Bárcenas”.
Todas esas palabras de defensa de la decisión del presidente de no comparecer, que también repitieron varios ministros y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, quedaron ayer barridas de un plumazo con el giro del propio Rajoy, que muchos en el PP deseaban pero nadie se animaba a plantearle en público.
Pero si Rajoy fue claro en el cambio de tono y de argumentos, Cospedal lo fue muchísimo más, dejando en evidencia el ambiente de gran preocupación que se vive en el PP por un asunto que opaca cualquier otro y machaca la imagen del Gobierno precisamente cuando llega una Encuesta de Población Activa —se presentará el jueves— mucho mejor que la anterior y a la que el Ejecutivo pretendía aferrarse para dar un giro anímico al ambiente político y social.
Cospedal, en un acto del diario La Razón, fue al grano: “El presidente quiere comparecer en el Congreso para calmar el clima de alarma social que algunos quieren crear”. Y subió incluso más el dramatismo del momento: “Las declaraciones mentirosas de Bárcenas no pueden marcar la vida política y no van a paralizarla”.
Cospedal salió en defensa de Rajoy, pero en su fiereza casi desautorizó un argumento del presidente, el de que no ha cedido al chantaje que admite que existió. “La extorsión solo es posible cuando entre el extorsionador y el extorsionado hay algo que ocultar y aquí no hay nada que ocultar”, señaló Cospedal, para rematar: “Me parece increíble que algunos que se dicen líderes políticos o mediáticos sean capaces de poner en cuestión la estabilidad política de nuestro país por las palabras de un presunto delincuente”. Esa referencia a la estabilidad da una idea de la gravedad con la que se vive esta situación en el PP. Enfrascada en esta nueva estrategia, Cospedal llegó a admitir el “error” de tener a Bárcenas controlando el dinero del PP, algo que nunca habían reconocido, pero lo justificó en que “ni de lejos imaginaba en ningún momento ningún miembro del PP los tejemanejes que se traía entre manos” el extesorero.
Y, mientras, el presidente, más cauto pero igualmente marcado por este giro radical de estrategia —aunque él habló como si nunca se hubiera planteado no comparecer y esta marcha atrás no existiera—, avanzó en una comparecencia con el primer ministro rumano, Víctor Ponta, que había hablado el domingo con Jesús Posada, presidente del Congreso, para plantearle la comparecencia en un pleno extraordinario a finales de julio o principios de agosto, esto es, entre el martes y el jueves de la próxima semana, antes de que el presidente, el viernes 2, se marche de vacaciones a Galicia tras el último Consejo de Ministros antes del parón estival.
Rajoy ha cedido en la comparecencia ante el Congreso, que sin embargo tratará de controlar al máximo para evitar hablar solo de Bárcenas y con el dominio del debate que le da el hecho de que el Gobierno siempre habla el último y no tiene límite de tiempo. De hecho, en el debate del estado de la nación, pese a que lo intentaron varios portavoces, nadie consiguió en dos días ni siquiera que pronunciara el nombre. Esta vez es distinto y Rajoy insiste en que quiere dar su “versión”.
Eso sí, a cambio de ceder en la comparecencia, fuentes del Gobierno confirmaron que Rajoy cancela la habitual rueda de prensa sin límites que siempre concede, también cuando estaba en la oposición, antes de irse de vacaciones. Esto es, evita una catarata de preguntas de los periodistas sobre el extesorero. La versión será la que dé en el Congreso y nada más. El presidente tenía previsto dar esa rueda este viernes, después de la EPA, para irse de vacaciones con un mensaje positivo. Bárcenas ha reventado ese plan.
El cambio de tono de Rajoy se notó incluso a la hora de hablar del Parlamento. Lo utilizó como excusa para no responder a una pregunta clave que la vicepresidenta tampoco contestó el viernes: ¿Por qué le mandó ánimos a su tesorero por mensaje de texto incluso después de que se supiera que tenía 16 millones en Suiza? “Ya he dicho que compareceré en el Parlamento para dar todas las explicaciones, allí daré mi versión, que creo que también es necesaria, es el sitio donde debo hacerlo”, contestó.
El cambio de opinión era muy notable, aunque él llegó a decir que la moción de censura no había influido “en absoluto”. Pero, sobre todo, el presidente dejó claro que sabe el daño que están haciendo las dudas a su imagen: “Soy plenamente consciente de que este asunto le ha generado dudas a los ciudadanos”. Aún así, en otra respuesta, el presidente dejó caer que él sigue pensando, como muchos señalan en su entorno, que el hundimiento en las encuestas se debe a la mala situación económica y en cuanto esta cambie el PP se recuperará. Es el mensaje que suele lanzar para tranquilizar sobre todo a los barones autonómicos y alcaldes, que ya empiezan a temer por sus elecciones en mayo de 2015, las primeras importantes en llegar después de las temidas europeas de 2014.
En cualquier caso y aunque Rajoy siempre trate de bajar el suflé, la tensión es tan evidente en el PP que Cospedal no pudo o no quiso evitar todo tipo de mensajes internos muy duros, que algunos interpretarán como dardos contra Javier Arenas y otros contra algún otro compañero. “Yo podría haber mirado hacia otro lado como hacen algunos, muy pocos”, llegó a decir. “No me voy a esconder ni en este asunto ni en ningún otro. Voy a seguir dando la cara”, remató.
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