Rubalcaba impulsa una moción de censura contra el bloqueo institucional
Rubalcaba anuncia la iniciativa si Rajoy vuelve a negarse a comparecer por el 'caso Bárcenas' El socialista presentará un programa centrado solo en la democracia
Alfredo Pérez Rubalcaba dio ayer el paso: si Mariano Rajoy mantiene su negativa a comparecer en el Congreso de los Diputados para dar explicaciones sobre el caso Bárcenas, presentará una moción de censura. Lo hará, según sus palabras, “por la dignidad del Parlamento y en defensa de la democracia”.
El líder socialista tomó la decisión el lunes por la noche, después de hablar con los portavoces de todos los demás grupos de la oposición. Constató que cada uno tenía aspiraciones distintas que incluían la petición de elecciones inmediatas (Cayo Lara de IU) y una moción de censura conjunta con un candidato de consenso (Rosa Díez de UPyD), pero comprobó que todos coincidían en un mínimo común: que el presidente del Gobierno comparezca en el Congreso.
Con ninguno de ellos habló de la posibilidad de que el Grupo Socialista presentara una moción de censura, porque antes de ayer no tenía la decisión tomada. Incluso, alguno de ellos explicó ayer a este periódico que dedujo en esa conversación que el líder socialista no contemplaba esa salida.
El Reglamento del Congreso no permite ninguna fórmula para sortear la empalizada infranqueable que la mayoría absoluta del PP ha levantado en torno al presidente. Se han rechazado todas las peticiones de la oposición, se ha impedido que esta semana el pleno del Congreso incluya una sesión de control al Gobierno y Rajoy pretende no hablar sobre el asunto en el Parlamento hasta la segunda semana de septiembre.
El líder del PSOE constata que es la única forma de forzar un debate
Esa situación de bloqueo quedó de manifiesto ayer mismo en la Diputación Permanente del Senado que rechazó nuevas peticiones de comparecencia de todos los grupos y en el inicio del Pleno del Congreso en el que toda la oposición dejó constancia de su protesta por la supresión de la sesión de control hasta el mes de septiembre, incumpliendo un acuerdo parlamentario de la anterior legislatura. Los diputados de la Izquierda Plural exhibieron carteles de "Gobierno, dimisión", como protesta testimonial por el bloqueo que, además, ha dejado en suspenso todas las relaciones entre el Gobierno y el PSOE. La tensión era evidente en el pleno del Congreso que, de forma extraordinaria por las obras en el edificio de la Carrera de San Jerónimo se celebraba en la sede del Senado.
El único instrumento parlamentario que permite forzar un debate es la moción de censura, pero con la limitación de que se examina el programa del aspirante y el presidente del Gobierno si quisiera o tendría ni que acudir a la sesión. Con ese análisis, Rubalcaba comunicó a su equipo la noche del lunes y la mañana de ayer que presentaría la moción de censura si en la Diputación Permanente del 24 de julio el PP mantiene el veto a las peticiones de comparecencia de Rajoy. Ayer a mediodía hizo pública su decisión en su intervención ante los diputados y senadores del PSOE que recibieron el anuncio con aplausos y sorpresa.
Su tesis es que se trata de escuchar el clamor de los ciudadanos y hacer un gesto de defensa de la dignidad de las instituciones. Su propósito si llega el caso es hacer una intervención con un programa de defensa de la democracia, solo centrado en la denuncia de lo que considera falta de respeto al Parlamento del presidente. Se trata de provocar un debate sobre el caso Bárcenas y escuchar la explicación del Ejecutivo, dando por hecho que la mayoría absoluta del PP impide que prospere la moción de censura y que, como explicó a sus parlamentarios ayer, no tiene intención de asumir la presidencia del Gobierno. Su tesis es que sigue en vigor la petición de dimisión de Rajoy, para que sea sustituido por otro candidato del PP, sin opciones tampoco de elecciones anticipadas.
El PP vuelve a rechazar peticiones de comparecencia en el Senado
La moción de censura para él no es esta vez una forma de sustituir al presidente, sino un gesto político de calado para salir del bloqueo institucional y dar respuesta a la demanda ciudadana de un Parlamento en el que se debata y controle al Gobierno. Según explica Rubalcaba es la única vía posible y, en este momento, Rajoy y estabilidad son términos antitéticos. Se apoya en la percepción ciudadana y en la constatación de cómo la prensa internacional cuestiona la continuidad de Rajoy.
Ya cuando pidió la dimisión en febrero hizo referencia al hecho de que deba esperar cada día al humor con que se levanta cada día Bárcenas, en el Congreso le habló de la “nube negra” que pende sobre el presidente y ahora asegura que ha quedado clara la protección al extesorero encarcelado. Su gestión, explica, está condicionada por la Audiencia Nacional.
En la decisión de Rubalcaba del lunes por la noche pesó también la constatación de que Rajoy no contempla la posibilidad de comparecer por voluntad propia. En las palabras del presidente del Gobierno en la breve rueda de prensa no encontró ninguna puerta abierta que diera satisfacción a todos los grupos, a la inquietud ciudadana y a las miradas desde fuera de España. El PSOE cree que ahora será Rajoy el que mida qué le interesa más: comparecer aun a riesgo de dar la impresión de ir a remolque o enfrentarse a la moción con la expectativa de derrotar dialécticamente a Rubalcaba. Lo que haga Bárcenas hasta ese día con sus papeles también influirá decisivamente.
La moción de censura tendría para Rubalcaba la contraindicación de trasladar el foco sobre él cuando ahora está claramente sobre el presidente y sus relaciones con el caso Bárcenas. Obviamente, tiene resultado de rechazo asegurado, aun cuando lograra arrancar apoyos de otros partidos de la oposición que se sumen a su iniciativa. Puede también cohesionar más al PP frente al “enemigo exterior” y acabar con cualquier asomo de contestación interna que aún no se atisba.
Tiene la ventaja de que asume la iniciativa y la defensa de la transparencia democrática. En cierta medida refuerza su liderazgo en momento de zozobra interna y aleja del foco traspiés como el de la falta de acuerdo con el PSC en el último comité Federal.
El aplauso de la reunión del Grupo Socialista se mantuvo luego en forma de apoyo sin críticas entre los diputados y dirigentes socialistas. A lo más que llegaba alguno es a dejar caer que antes no hubiera consultado formalmente con la Ejecutiva. Pero esa crítica formal no pasó de simples comentarios, ante la impresión de que el PSOE toma la iniciativa y la constatación del desconcierto de ayer en las filas del PP.
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