El eterno desencuentro de dos socios
Rubalcaba y Griñán han respetado durante meses un pacto tácito por la estabilidad en el PSOE. La marcha del andaluz pone en riesgo el equilibrio
Ha sido, y es, una relación de conveniencia con las frustraciones propias de la ausencia de amor. Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Griñán, los dos hombres con más poder en el PSOE —uno, al frente del partido; el otro, presidente de la comunidad más habitada y líder de la federación más importante, la andaluza—, alimentaron durante 16 meses una sociedad de intereses que ha logrado mantener al PSOE en relativa calma. Una relación llena de ambigüedades y desconfianzas, pero firme. Esta semana, por un momento, el andamio amenazó con quebrarse cuando Griñán abrió por sorpresa el camino de su sucesión e invitó sutilmente a los “pilotos” de su generación política a hacer lo mismo. La situación se reencauzó en cuestión de minutos, el apoyo mutuo fue ratificado. Pero en Ferraz, sede del PSOE, se ha acusado el último sobresalto y ha quedado una duda por despejar: ¿es el inicio de una nueva fase en el equilibrio de poderes?
La historia común de Rubalcaba y Griñán al mando del timón del PSOE arranca en el congreso federal de febrero de 2012, celebrado en Sevilla. La federación andaluza, que tenía la llave para inclinar la balanza entre Rubalcaba y su rival, Carme Chacón, y que se había manifestado a favor de esta última, se rompió en dos en el último momento. Eso dio el triunfo al secretario general por 22 votos. Griñán, que no había llegado a definirse públicamente, quedó en una situación difícil, teóricamente en el bando de los perdedores; pero seguía siendo el líder de la federación más importante, y Rubalcaba lo nombró presidente del PSOE en sustitución del también andaluz Manuel Chaves. Así fue sellado un pacto que tenía un gran objetivo compartido —levantar al partido después del cataclismo electoral de 2011— pero también intereses divergentes.
“El martes hubo incertidumbre, pero pasó pronto”, dice un dirigente
Y esa esquizofrenia se ha mantenido en este año y medio. Rubalcaba y Griñán nunca se han enfrentado abiertamente y, sin embargo, la sensación de que en cualquier momento pudiera ocurrir ha sido continua. Ferraz ha estado en vilo cada vez que algún gesto de la federación andaluza hacía pensar en una crisis. Sobre todo en 2012, cuando el PSOE se estrelló en tres elecciones autonómicas —gallegas, vascas y catalanas— mientras recuperaba el poder en Asturias y lo mantenía, contra todo pronóstico, en la Andalucía de Griñán, que salió reforzado internamente. En ambos casos, con el apoyo de IU.
Los dirigentes próximos a Rubalcaba recuerdan que es él quien ganó el congreso y quien lleva el timón; señalan además que esta es una relación de dos direcciones, porque Griñán ha tenido siempre el respaldo total de la dirección federal, por ejemplo, ante el escándalo de corrupción de los ERE (la cúpula del PSOE está convencida de la inocencia del presidente). Pero reconocen que, sin el apoyo de Andalucía a la ejecutiva federal, la gestión de estos 16 meses —con un partido aún en estado de shock electoral y sin remontar en las encuestas— habría sido inviable. Un foco de inestabilidad, una herida permanentemente abierta por la que los críticos al secretario general no habrían dejado de asomar la cabeza.
Por eso, cuando el pasado martes Rubalcaba recibió en su móvil la llamada de Griñán comunicándole que al día siguiente pondría en marcha su sucesión, las alarmas saltaron otra vez. “Ese día sí hubo dudas, incertidumbre. Afortunadamente, duró poco”, cuenta un dirigente de Ferraz. Griñán y su número dos en el PSOE andaluz, Mario Jiménez, aclararon pronto que su apoyo a Rubalcaba es seguro, y que el cambio de escenario en Andalucía no tiene por qué afectar al calendario federal. Es decir, que no pedirán ni que Rubalcaba se marche ni que se adelanten las primarias a candidato para las elecciones generales de 2015, previstas, como pronto, para mediados de 2014. Entre otras cosas porque ese calendario es el que expresamente ha defendido Griñán hasta la saciedad.
Pero la realidad es que, por mucho que Griñán siga siendo secretario general de los socialistas andaluces y presidente del PSOE, el “relevo generacional” que ha promovido traerá a primera línea otros rostros y otros nombres: Mario Jiménez, Susana Díaz (mano derecha del presidente). La relación de Ferraz con ellos no es ni tan directa ni tan fluida como con Griñán. No en vano Díaz, considerada una dura del aparato andaluz, fue la principal valedora de Chacón en el congreso de 2012. A pesar de ello, la dirección federal confía en que a Andalucía tampoco le conviene ahora la inestabilidad, porque Díaz necesitará tiempo para ganar peso político —si gana las primarias del 28 de julio—. La inquietud es más bien por lo que pueda pasar en el medio plazo, después de la Conferencia Política de octubre.
Esas primarias exprés que los socialistas andaluces van a convocar a toda velocidad y en pleno mes de vacaciones serán “analizadas” por una ejecutiva federal extraordinaria mañana en Ferraz. Fuentes de la ejecutiva subrayan que cualquier proceso electoral interno debe ser autorizado por un órgano federal; y, aunque apuntan a que la intención es aprobarlas y “no poner problemas”, no descartan que haya debate sobre la celeridad con la que se han organizado. “Llevamos meses hablando de más democracia interna y ahora Andalucía convoca unas primarias en tres semanas y a matacaballo. ¿Qué habría pasado si Rubalcaba hubiera hecho algo así? Se lo habrían comido”, protesta con resignación un responsable federal. Griñán, además, siempre ha dicho que las primarias hay que hacerlas pegadas a las elecciones, y él las va a convocar a tres años de los comicios autonómicos.
Hay, por otro lado, mil cábalas sobre por qué el líder andaluz anunció su marcha de forma tan repentina. “Lo conozco desde hace años y creo que cada vez lo conozco menos. No nos dijo nada de nada”, se sorprende aún un miembro de la cúpula.
“Si Rubalcaba hace unas primarias en tres semanas, como estas, se lo comen”
La explicación que está dejando caer el PSOE andaluz, aludiendo a la necesidad de tener preparado el relevo en la hipótesis de que haya que adelantar elecciones si se rompe el acuerdo de Gobierno con IU, genera dudas. La principal, que IU lo niega: asegura que el acuerdo de Gobierno está en plena forma y con vocación de permanencia. E incluso si el ahogo financiero forzara a Griñán a proponer para 2014 unos presupuestos muy duros e IU rompiera la baraja, es improbable que las elecciones fuesen este año.
“Tengo la sensación de que, simplemente, él no quiere dar más la batalla. Está harto de soportar el tema de los ERE, y los suyos le han dicho: si te vas a ir, acelera el relevo”, opina un diputado. Él tampoco cree que lo ocurrido esta semana vaya a alterar los planes de Rubalcaba. “Pero sí ha afectado en algo”, apunta: “Llevábamos semanas centrados en los contenidos: el pacto para el Consejo Europeo, la Conferencia Política... Ahora estamos otra vez hablando de nombres y de fechas”.
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