La ocupación de una finca culmina la marcha en Barcelona
La PAH asume el protagonismo ante el retroceso del 15-M
La ocupación de un bloque de viviendas abandonado en el casco antiguo fue el punto final a la manifestación de Barcelona, marcada por las reivindicaciones en torno al derecho a la vivienda. Frente a la creciente invisibilidad del Movimiento 15-M, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) demostró que sigue manteniendo un elevado poder de convocatoria. Las camisetas verdes de la PAH dieron sentido y dirección a una protesta festiva pero desangelada, sobre todo si se compara con las masivas movilizaciones de hace dos años.
La marcha no fue en absoluto multitudinaria: las 5.000 personas que estimó la Guardia Urbana se acercan más a la realidad que las 50.000 que, según los organizadores, tomaron las calles de Barcelona. “Sí se puede”, gritaron medio millar de activistas cuando las puertas de madera del bloque de viviendas cedieron al empuje de sus ocupantes. Media hora antes, dos jóvenes cubiertos con pasamontañas habían desplegado una enorme pancarta desde la azotea del edificio.
La finca es de titularidad municipal y está destinada a vivienda social, aunque está vacía y tapiada.
La manifestación partió de la plaza de Catalunya, que desde el viernes acoge charlas sobre el papel de la banca, el endeudamiento de las familias, la corrupción política o la privatización de la sanidad. Junto al debate, el mercado: las carpas vendieron chapas conmemorativas por un euro, y camisetas por ocho. Algunos participantes, autocríticos, asumieron que, dos años después, el 15-M afronta una crisis: “No podemos vivir del pasado ni convertirnos en una estética con camisetas bonitas. Lo que hicimos ha quedado para la historia, pero hay que seguir adelante. En realidad, no hemos cambiado nada”, defendió un hombre con barba que tomó el micrófono en una de las charlas.
Esa sensación de que todo está por hacer estuvo presente en la manifestación de ayer, que transcurrió en un entorno festivo y sin incidentes. Las “columnas” de activistas (en la jerga del 15-M) llegaron de distintos barrios de Barcelona y de fuera de la ciudad para sumarse a una manifestación que, como es habitual, fue plural: miembros de la PAH, profesores de educación pública y iaioflautas, ancianos que se han sumado a las protestas. Banderas republicanas, comunistas y anarquistas, pero casi ninguna estelada: la reivindicación soberanista quedó completamente al margen del 15-M en Barcelona.
Bajo el lema “Detengamos el genocidio financiero, ¡juntos podemos!”, la marcha recorrió la Gran Via de Barcelona y puso más énfasis en el ataque a un sistema que no acaba de caer que en la construcción de un nuevo modelo: “Siembra la pobreza, recoge la rabia”; “la solución: corruptos a la prisión” o “que se joda la troika”. La protesta recorrió después las callejuelas del casco antiguo. Allí se tomó, con gran alborozo, una enorme finca vacía bajo la mirada de un helicóptero de la policía.
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