Un aviso para el PNV
Desde que en 2009 el PSE decidió, con apoyo del PP, desbancar al PNV y formar Gobierno, Euskadi ya no es el mismo. Se cayó el mito de que el País Vasco era ingobernable sin el PNV. Este hecho no parece haberlo asumido, con todas sus consecuencias, un político tan pragmático como el actual líder del PNV, el lehendakari Urkullu. De tal modo que, con una minoría mayoritaria, ha apostado por gobernar en solitario, con la geometría variable como estrategia, con la pretensión de pagar un coste político mínimo y mantener la equidistancia con el PSE, EH-Bildu y el PP. Urkullu ha confiado su suerte a que, por razones de interés general, los partidos vascos, con su abstención, le facilitaran los Presupuestos.
Pero Euskadi ha cambiado. Ya no está ni en la década de los ochenta ni en la de los noventa, cuando la presión del terrorismo marcaba la vida política y dividía a los partidos democráticos vascos. En aquel contexto fue posible que el PSE, pese a ganar las elecciones vascas en 1986, cediera al PNV la lehendakaritza y lo secundara en un Gobierno de coalición. Aquel sacrificio lo hizo el PSE por razones de Estado, para reforzar el compromiso político del PNV contra el terrorismo etarra. Pero aquellas razones ya no están presentes hoy en la política vasca, con el terrorismo de ETA cesado definitivamente.
En este contexto, el PSE, el partido mejor colocado para pactar con el PNV —están muy cerca en la consolidación del final de ETA y no tendrían muchas dificultades para acordar sobre la política anticrisis—, no ha aceptado apoyarle gratis. Tampoco lo ha querido hacer el PP, con la dificultad añadida de que necesita un acuerdo con UPyD para tener mayoría. Y menos aún EH-Bildu.
Es verdad que la devolución de los Presupuestos no es una tragedia para el PNV porque son restrictivos, con un recorte de más de 1.000 millones de euros respecto a 2012. Podría prorrogar los actuales, sin necesidad de unos nuevos. Pero no deja de ser un fracaso político y un aviso de que el PNV no puede gobernar sin acuerdos los tres años y medio que quedan de legislatura en Euskadi.
Pero es que, además, Euskadi necesita acuerdos en temas básicos más pronto que tarde. Además de la consolidación del fin de ETA y la crisis, tiene pendiente un pacto sobre su propio modelo de país, la relación entre las diputaciones forales y el Gobierno vasco, recogida en la Ley de Territorios Históricos, y las duplicidades que genera.
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