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Una trifulca en Semana Santa amenaza la convivencia interconfesional en Melilla

Detenidos cuatro musulmanes por presuntos insultos a la Virgen de la Soledad El principal partido de la oposición desmiente la versión policial del incidente

Un momento de la procesión de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli y María Santísima del Rocío.
Un momento de la procesión de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli y María Santísima del Rocío.EFE

La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli liberó, el Jueves Santo, a un preso musulmán en Melilla condenado a cuatro años y ocho meses por un delito contra la salud pública. Pero ese gesto de cordialidad interconfesional quedó empañado, al día siguiente, por el más grave incidente registrado durante una procesión. El suceso ha puesto en peligro la convivencia entre las dos grandes comunidades, cristianos y musulmanes, residentes en la ciudad autónoma de 82.000 habitantes.

Cuando, a las 23.30 del viernes, el paso de la Virgen de la Soledad caminaba a oscuras —se apaga el alumbrado público— por el centro de la ciudad se “escucharon fuertes ruidos de cristales rotos y a mucha gente gritando y pidiendo auxilio a la vez que alrededor del trono la multitud de personas que presenciaban el paso corría alarmada solicitando a gritos ayuda policial con el consiguiente peligro de generarse una avalancha (…)”, señala el atestado de la Policía Nacional.

“(…) gran parte de los portadores del trono huían abandonando el mismo atemorizados lo que produjo un peligroso desequilibrio en el mismo, el cual se balanceó bruscamente, estando muy cerca de precipitarse al suelo donde, a su vez, se encontraban gran cantidad de niños que se refugiaron, llorando asustados, en sus padres”, prosigue el atestado.

El origen de estas escenas de pánico estaba a escasos metros en la terraza del bar El Rincón Casa Sadia. Cuatro varones españoles musulmanes, de entre 31 y 20 años, a los que acompañaba un niño de cuatro, “estaban insultando a los porteadores del paso, a la vez que faltaban al respeto tanto a la imagen religiosa como a la gente que la presenciaba”, sostiene la policía.

Otros cinco clientes, españoles no musulmanes y miembros de la misma familia, les pidieron que “guardaran silencio a las persona y al acto que se celebraba”, pero los cuatro varones “comenzaron a lanzar platos de comida a la mesa donde se encontraban los requirentes” y también sillas. Así empezó la pelea que interrumpió la procesión y que solo acabó cuando las policías municipal y nacional detuvieron a los cuatro varones. Dos personas fueran atendidas en el hospital comarcal. La procesión se puso de nueva en marcha, pero esta vez lo hizo con las farolas encendidas.

Los cuatro varones dan una versión harto diferente de lo sucedido en la terraza del bar. Los tres hermanos y un primo que les acompañaba afirman, a través de un familiar que prefiere que no se divulgue su nombre, que el incidente no guarda relación alguna con la procesión. Los clientes que les denunciaron tenían un can atado a una correa extensible que se acercó al niño y le asustó, señala el familiar. Les pidieron que lo ataran en corto y le recordaron que “nosotros [los musulmanes] no nos llevamos bien con los perros”; accedieron a ello, pero el animal se volvió a soltar y se aproximó de nuevo al crío espantándole.

“¿Qué pasa moro de mierda?”, le espetó el dueño del perro al padre del niño cuando le insistió en que lo sujetase de una vez, según el familiar erigido en portavoz. “¡A ver si te voy a tener que dar dos hostias!”, añadió. Así empezó la trifulca en la que se lanzaron restos de comida, platos y sillas que alcanzaron a la procesión. La detención fue también movida. No en balde los cuatro musulmanes han sido imputados por alteración del orden público y también por resistencia a la autoridad.

Salim Tuhami, de 23 años, logró grabar con su móvil, metido en el bolsillo, el sonido de su detención. En el audio que remitió a este periódico un policía municipal amenaza con “romperle la cabeza” y con “mear en vuestro borrego” para, se supone, responder así a los insultos proferidos a la imagen de la Virgen.

Las autoridades de Melilla, empezando por su presidente, Juan José Imbroda (PP), no tienen dudas de que los cuatro varones son unos “impresentables”, pero, para apaciguar los ánimos, recalcan hasta la saciedad que “son cuatro” en una ciudad en la que la mitad de la población es musulmana. “Ovejas negras las hay en todas las familias”, recalca Francisco Javier Calderón, concejal de Seguridad Ciudadana, dando a entender que no hay que culpar a todos los musulmanes.

Coalición por Melilla (CPM), el principal partido de oposición —triplica al PSOE en número de diputados— en el que solo militan musulmanes, ha salido en defensa de sus correligionarios. Su líder, Mustafa Aberchán, afirmó hoy, martes, que los clientes musulmanes “no insultaron la imagen [de la Vírgen], que no provocaron la pelea y que fueron agredidos física y verbalmente por la policía”.

La actuación policial fue, según él, “irregular” porque solo se detuvo a los musulmanes implicados en la riña y no a los demás clientes del bar que, según sospecha, tomaron la iniciativa de la embestida. Solicitó que se cree una comisión de investigación para depurar responsabilidades. El PP tiene mayoría absoluta en la ciudad y es poco probable que acceda a esa petición.

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