¿Quién es el pendolista de Bárcenas?
El extesorero del PP dice a Ruz que sí fue a la notaria y hace 20 días lo negó al fiscal
Con 38 millones de euros en una cuenta en Suiza (ojo, ya no son 22, el propio Bárcenas los elevó este lunes a 38) uno puede permitirse tener un copista. Un testaferro de la escritura, alguien que lo embarre todo y genere dudas si un día un juez descubre un pastel suizo opaco. A juzgar por lo que contó al juez Ruz, Bárcenas parece tener su propio amanuense. Alguien que escribe por él, y que de tantos dictados hasta le imita la letra. Y es que Bárcenas se desentendió ante Ruz del manuscrito que envió al banco suizo de los 22 millones diciendo que alguien de su máxima confianza (otro extesorero del PP) visitaría en su nombre la entidad para mover los millones a otro sitio. Con ese manuscrito, que el banco lo dio por bueno, han comparado los peritos de todos los medios de comunicación la letra que figura en los papeles de Bárcenas que publicó EL PAÍS. Bárcenas dice ahora que solo la firma es suya, pero que no tiene claro que él escribiera lo que hay por encima.
El fiscal Anticorrupción Antonio Romeral, el que investiga los documentos contables que se atribuyen al extesorero del PP, tiene un problema. Con qué escrito va a comparar las cuentas de las supuestas donaciones y pagos irregulares a altos cargos del PP. Para conseguir un escrito indubitado, el fiscal va a tener que pensar en una visita al viejo instituto de Bárcenas, para ver si allí conservan algún examen suyo anterior a los millones de Suiza. Si es de literatura, mejor. Porque, tal como está el asunto, seguro que Bárcenas solo aportaría los de tipo test. Y es que desde que estalló el caso Gürtel, el más famoso de los tesoreros del PP lo ha embrollado todo. Y encontrar un escrito suyo auténtico no va a resultar fácil.
El juez Ruz preguntó a Bárcenas si el pasado 14 de diciembre acudió a una notaría de Madrid y realizó “un acta de manifestación” según la cual dispone de soportes documentales sobre donaciones recibidas en el PP y el destino que dio a ese dinero. Bárcenas (es curioso) confesó que sí. E incluso aportó un cuadro, con el sello del PP, cuya fuente situó en el Tribunal de Cuentas. En él consta que entre 1997 y 2007 el partido recibió 23,7 millones en donativos anónimos y otros nueve de remitentes transparentes. Y esa, per se, según Bárcenas, es la prueba irrefutable de que ni él ni su antecesor Álvaro Lapuerta se quedaron con dinero de los donativos. Es un cuadro frío, lacónico. Se supone que las cuentas oficiales (si fueran extraoficiales serían opacas, como sus 38 millones), aunque nada se dice en ellas de perceptores. En los papeles de Bárcenas que publicó EL PAÍS sí figura quién dona (grandes empresarios) y quién lo recibe (altos cargos del PP). Pero da igual. El extesorero lleva cuatro años enredando y moviendo dineros y papeles de un lado para otro. Desde que vio a Garzón oliéndole el cogote en 2009 tras estallar la trama Gürtel.
Con Ruz, Bárcenas se sincera e incluso agranda su fortuna suiza. Debe caerle mejor que el fiscal Romeral, que es quien investiga los documentos contables que publicó EL PAÍS. Porque, ¿qué otra explicación tiene que a Ruz le confiese que sí fue a la notaría y a Romeral se lo niegue?
Se ha propuesto amargarle el trabajo al fiscal. Al saltar el escándalo de los 22 millones que ahora son 38, Bárcenas salió a la palestra para decir que los papeles que llevan su nombre (los de las donaciones y pagos a altos cargos del PP) no los ha escrito él. Y fue más allá: aseguró que estaba dispuesto a realizar cuantas “pruebas caligráficas y poligráficas” fueran necesarias para demostrarlo. Resulta que el fiscal le complació el pasado 6 de febrero y, al término del interrogatorio, le llevó un perito policial para hacerle la prueba. Cinco cuartillas escribió. Tardó más de una hora en rellenarlas. Pero debió hacerse un esguince en la muñeca, ya que el perito ha informado al fiscal de que la letra era tan retorcida y forzada que “no es espontánea”. El fiscal tenía una alternativa: pedirle a Ruz el manuscrito que envió Bárcenas a Suiza. El Dresdner siempre pensó que era su letra. Lo mismo que Ruz. Y que todos.
Pero este lunes, en una nueva vuelta de tuerca, Bárcenas sugirió que, si bien la firma que consta al pie del manuscrito es suya, no puede decir lo mismo del resto de escritura. Está claro que el extesorero tiene su propio pendolista/amanuense: ¿Quién será?¿O es él?
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