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San Sebastián 2016 surfea la política

Los responsables de la capitalidad capean la injerencia de las instituciones El proyecto afronta un cambio en los primeros ejes temáticos alusivos a la paz

Los concejales de San Sebastián, el día que fue designada Capital Europea de la Cultura.
Los concejales de San Sebastián, el día que fue designada Capital Europea de la Cultura. JAVIER HERNÁNDEZ

San Sebastián 2016 siempre ha estado rodeado de polémica. En realidad, desde que el entonces alcalde, el socialista Odón Elorza, anunció en 2008 que la ciudad aspiraba a convertirse en Capital Europea de la Cultura. Y fue en aumento desde que la capital guipuzcoana obtuvo este reconocimiento porque sus rivales advirtieron en la decisión una clara motivación política. Ahora que las denuncias de Córdoba, Zaragoza y el resto de ciudades candidatas ya forman parte del pasado, parece que las discrepancias entre las tres principales instituciones garantes del proyecto: Gobierno vasco, Diputación de Gipuzkoa y Ayuntamiento de San Sebastián, amainan. Al menos de momento. El proyecto mutó en fundación el pasado mes de septiembre lo que le otorga, según Fernando Bernués, director artístico, y Eva Salaberria, coordinadora general, “mayor flexibilidad y autonomía”.

Los dos principales responsables del esbozo y ejecución del proyecto no son ajenos a los vaivenes políticos y enfrentamientos que hasta ahora han impregnado las reuniones de la comisión interinstitucional. “Ese es uno de los retos de nuestra realidad. Vivimos en una realidad compleja, en un contexto político complejo, y es ahí donde nace San Sebastián 2016”, recuerda Salaberria. No son palabras de resignación si no de confirmación y definición.

El proyecto donostiarra de Capital Europea de la Cultura es eminentemente político, definen sus responsables. Político en la medida en que su leitmotiv plantea el impulso de la convivencia entre diferentes a través de la cultura y la educación. Una metáfora de las tres instituciones en discordia.

“La independencia del proyecto respecto a la injerencia política es total. Nace de una voluntad política pero se gestiona desde la independencia”, subraya Bernués. “Hay tensiones, las hay en el propio equipo pero no ideología partidista. Insisto, el proyecto es hoy más fuerte que hace un año”, redondea Salaberria.

La paz en la última reunión de la comisión interinstitucional, celebrada el pasado miércoles y de una hora de duración, llegó con el nombramiento por unanimidad de Santi Eraso y Jon Maia como asesores de San Sebastián 2016. Si el pasado mes de enero el nombre del bertsolari fue rechazado por la consejera Blanca Urgell, el miércoles contó con su visto bueno. El Departamento de Cultura abandonó así la liza después del último encontronazo con el Ayuntamiento de San Sebastián, esta vez a cuenta del Museo San Telmo, dejando en herencia al próximo Ejecutivo la ventanilla de ruegos, sugerencias y quejas. Tal vez el punto final a las desavenencias que han marcado la relación del Gobierno vasco, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de San Sebastián hasta la fecha en materia cultural.

San Sebastián 2016 encara ahora un nuevo rumbo, la creación de la fundación no solo supondrá un cambio sustancial en el plano organizativo. También en el creativo y ejecutivo. O en palabras de su director artístico “evolución, pero no revolución”. El proyecto ha pasado de estar articulado a través de cuatro faros o ejes temáticos (paz, voces, vida y mar y tierra), en tres al refundirse el dedicado a la vida y la naturaleza. Mientras, defiende Bernués, “recuperamos los primeros verbos que dieron origen al programa convivir, construir, conversar, pero con un carácter más infinitivo: vivir, juntarse, hablar”.

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Las primeras grandes iniciativas de la capitalidad comenzarán a cuajar en 2013. El Museo San Telmo acogerá la primera entrega de la gran exposición iconográfica que diseña San Sebastián 2016 sobre el tratamiento de la paz y la guerra a lo largo de la historia del arte. A lo que se suma la reconstrucción de la nao San Juan, una embarcación que hará de sede flotante e itinerante del proyecto de capitalidad. El barco forma parte de una iniciativa liderada por San Sebastián 2016 a nivel europeo y en el que participan otras ciudades capitales culturales con el objetivo de poner en valor el patrimonio marítimo.

También está previsto para 2013 el cambio de sede. La capitalidad pasará a ocupar a principios de abril, cuando queden exactamente 1.000 días para el comienzo de 2016, el antiguo edificio de los bomberos de la ciudad, situado en la calle Easo, un emplazamiento más próximo a la ciudadanía. “Bomberos no sólo acogerá nuestras oficinas si no que allí también se trabajarán otras líneas”, explica Bernués. “Habrá laboratorios para poner en marcha actividades, una especie de concepto de plaza pública cultural. Además, iniciativas civiles en proceso de creación, no será un espacio expositivo más, si no un lugar donde se ponga en valor los procesos creativos”.

Y por si las cosas en el terreno económico se pudieran torcer aún más Salaberria asegura tener redactado un plan A, B, C y D. El proyecto ya se vio obligado a reducir su presupuesto inicial de 89 millones de euros para su gasto entre 2008 y 2020, a 72 con la misma fecha de finalización. “Tenemos algunas alertas, las previsiones de financiación privada van a ser difíciles de cumplir, la ley de mecenazgo estatal parece que no va a salir, parece que las deducciones fiscales en Gipuzkoa por patrocinio se van a reducir...”, enumera la coordinadora, convencida aún así de que todos “los compromisos se van a cumplir”.

Esperando al ministro Wert

I. P. CH.

Los estatutos de la Fundación San Sebastián 2016 sustituyen a la comisión interinstitucional que hasta ahora ha regido el proyecto por un patronato, en el que el Ayuntamiento de San Sebastián, Diputación de Gipuzkoa y Gobierno vasco seguirán ocupando un lugar especial. Si bien el órgano tendrá un mínimo de siete miembros y un máximo de 22, los patronos natos, es decir, las instituciones vascas, deberán expresar su apoyo a determinadas cuestiones como la designación de nuevos socios o la aprobación del presupuesto.

El Ministerio de Cultura también podrá tener a un representante en el órgano “siempre y cuando se comprometa a colaborar con el proyecto”, según el texto. Una participación que el ministro José Ignacio Wert todavía no ha anunciado formalmente y como recuerda la coordinadora del proyecto, Eva Salaberria, “nos gustaría que ya se hubiera producido”.

Las reticencias desde el Partido Popular (PP) vasco no son nuevas y ya se pusieron de manifiesto durante las primeras medidas avanzadas por el gobierno municipal de Bildu en el Ayuntamiento de la capital guipuzcoana.

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