Mas teme que si se demora la consulta haya inestabilidad
El presidente catalán no quiere que el proceso se alargue más de cuatro años
El plan soberanista de Artur Mas para Cataluña tiene dos enemigos internos más allá de la conocida hostilidad del Gobierno central y de las distancias que ha marcado la Comisión Europea. Lo que verdaderamente preocupa a los nacionalistas de Convergència i Unió a medio plazo es que se desinfle el apoyo a la independencia como consecuencia del miedo a la inestabilidad política y económica. Ante esta situación, el presidente catalán llamó ayer a los suyos a apretar el acelerador para que la consulta se haga en los próximos cuatro años. “Alargar el proceso más de cuatro años crearía un escenario de incertidumbre no recomendable”, dijo.
Hace ya semanas que sectores del mundo económico catalán alertan del riesgo de un boicoteo de sus productos tanto o más importante que el que se registró durante la negociación del Estatuto de 2006. Además, algunas agencias de calificación ya han rebajado la nota de la deuda catalana argumentando como motivo las tensiones entre el Gobierno catalán y el central. De ahí el interés de Mas para no demorar la consulta. “Si puedo, haré que la consulta no vaya más allá de los cuatro años”, dijo ayer en la segunda y última jornada de su viaje a Moscú (Rusia) liderando una misión empresarial catalana.
Según el entorno del presidente, lo único que haría plantear una demora sería que se viera imprescindible dar mayor margen de tiempo para garantizar la aceptación de Cataluña en la Unión Europea. Mas recordó ayer que el programa electoral de CiU habla de dotar Cataluña de “estructuras de Estado” y que esto debe ser siempre en el marco de la UE.
De momento, la estrategia pasa por convencer a los principales agentes económicos, muchos de ellos reacios, a la apuesta soberanista. Eso sí, Mas modula el mensaje según el auditorio. Si la semana pasada no dudó en pedir apoyo explícito a la patronal de la pequeña y mediana empresa, menos dependiente del mercado español, ayer optó por aparcar las referencias políticas en su discurso para inaugurar un foro empresarial entre Cataluña y Rusia en el que participaban algunas empresas de mayor tamaño. Mas se limitó a reiterar los datos con los que suele argumentar que la economía catalana no es tan dependiente de la española como dice el Gobierno. “El año pasado, por primera vez, el volumen de las exportaciones catalanas fue mayor que sus ventas en el resto de España”. Ni por un momento pidió apoyo de ningún tipo a los empresarios. Incluso sin hacerlo, Mas se encontró ayer con una advertencia del secretario general del PP catalán, Jordi Cornet, que participó en el foro por ser el máximo responsable del Consorcio de la Zona Franca de Barcelona. Este avisó de que no caben aventuras. “El capital lo que pide es serenidad y tranquilidad”, dijo Cornet ante los mismos empresarios que antes habían escuchado a Mas.
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