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Presidente, don Carlos o simplemente Charly

Carlos Fabra gobernó Castellón durante 16 años con la astucia de un cacique clásico

Luis Gómez

Bien sabido es que Castellón era la única provincia española que ha tenido un presidente durante 16 años. Y eso ha sido mérito exclusivo de Carlos Fabra, conocido en público como don Carlos o como presidente, indistintamente. Carlos Fabra es también Charly cuando se mueve entre amigos. Sin tocar una coma de la legislación vigente, logró que Castellón funcionara de forma diferente: el centro político e institucional ha estado en la presidencia de la Diputación, un cargo que no requiere comicios, detalle que no es menor: Carlos Fabra nunca ha necesitado ser cabeza de lista en ningún proceso electoral para ser el hombre fuerte de Castellón.

Fabra ha ejercido el mando en la provincia con esa mezcla de autoridad y beneficencia propia de los caciques de otro tiempo, aprovechando el peculiar ordenamiento territorial de Castellón, plagado de municipios pequeños (88 de los 135 pueblos no alcanzan los 1.000 habitantes) y donde solo ocho poblaciones superan los 20.000. Una estructura que obligaba a cada alcalde, desde tiempo atrás hasta ahora, a acudir a la capital para pedir ayuda a don Carlos. Así sucedió con su padre durante el franquismo. Y así se comportó su hijo, Carlos Fabra, en democracia.

No es el personaje de aspecto duro y hablar áspero que se ha difundido a través de los medios de comunicación nacionales, una acritud agravada por sus inseparables gafas negras, que no usa por capricho, sino para protegerse de la pérdida de un ojo en un accidente infantil. Carlos Fabra es, por lo general, un personaje cercano. Agradable. Extremadamente simpático y divertido cuando se convierte en Charly: un consumado contador de chistes y un voluntarioso intérprete de canciones italianas de los sesenta. Y además, sospechosamente afortunado: le ha tocado cinco veces la lotería; la última, la pasada Navidad.

Esa doble cara, y su peculiar forma de hacer política, es lo que explica que tenga una imagen muy discutida, incluso dentro de su propio partido fuera de Castellón. Pero no tanto en el interior. Allí es don Carlos, y eso significa un hombre con autoridad para conceder un favor personal, una generosa subvención o una recalificación multimillonaria, sin discriminar entre ciudadanos de a pie o empresarios de última hora. Así, una buena parte de los 35 asesores que trabajaban en la Diputación eran exalcaldes y familiares de cargos provinciales. Y hay un arsenal de favores de pequeña cuantía, que han ido alimentando su prestigio hasta el punto de que en algunos círculos de la provincia se acuñara la expresión “habla con don Carlos” como último recurso. Lo explicaba un político de la oposición: “Una ciudadana me comentó cómo un día llamó a don Carlos porque su madre se encontraba gravemente enferma y este ordenó que la ingresaran en una habitación individual del hospital Provincial. Pues bien, ese es el tipo de situación que angustia mucho a una familia, que es un favor menor y genera mucha gratitud”. No es tampoco una casualidad que, el día de su despedida como presidente de la Diputación, Carlos Fabra glosara el hospital Provincial de Castellón como su gran obra.

Su política interior terminaba con un control absoluto del partido hasta dominar casi las tres cuartas partes de los cargos institucionales, control que Fabra llevaba de forma personal (elaboraba las listas electorales): Fabra no olvida ni un apellido ni un favor que deba ser retribuido.

Todos cuantos intentos hubo por parte de Eduardo Zaplana y luego de Francisco Camps para ejercer control sobre la independiente Castellón fracasaron. En esa defensa de la provincia se enmarca su última obra, el aeropuerto, un largo empeño desde que convenció al ministro Cascos para que le permitiera dar los primeros pasos hasta la inauguración final de un aeródromo sin aviones. Retirado ya de la presidencia de la Diputación y de la del partido, Fabra se ha reservado la presidencia de Aerocas, la sociedad que gestiona el aeropuerto. Todo parece indicar que en este punto no ha dicho su última palabra.

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Su estrella empezó a declinar en 2010 por diferentes motivos. El 22 de abril sufrió un trasplante de hígado, en junio fue imputado por los delitos de tráfico de influencias y cohecho, y no terminaba de conseguir que se archivaran los casos por delito fiscal que le perseguían desde años atrás: el Supremo revisó decisiones judiciales favorables para Fabra. En junio de 2011 dejó la presidencia de la Diputación con un “hasta nunca” dirigido a sus críticos. El juez que lleva su caso, Jacobo Pin, pidió hace unas semanas el amparo del Consejo del Poder Judicial ante las presiones que estaba recibiendo de la Audiencia Provincial de Castellón, presuntas manifestaciones de hasta dónde llegaba el poder de un hombre que gobernó Castellón a la antigua usanza.

Más aparato que parlamentaria

Andrea no es una recién llegada a las Cortes, puesto que fue senadora durante las legislaturas de 2004 y 2008 y diputada en la actual. Andrea (madre de tres hijas) entró con 29 años en el Parlamento. Sin embargo, según las fuentes consultadas, es más relevante su actividad como miembro del aparato del PP que como parlamentaria.

Andrea Fabra es diputada por Castellón y portavoz de la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales en el Congreso de los Diputados. Ocupa además cuatro vocalías en otras tantas comisiones mixtas, entre ellas la correspondiente a la comisión de control de RTVE. Durante los siete meses de actual legislatura se le conoce una actividad parlamentaria escasa, limitada a 11 preguntas orales y escritas. Las más destacadas han versado sobre un presunto tratamiento desigual en los informativos de RTVE, concretamente sobre la cobertura de los congresos nacionales del PSOE y PP celebrados en Sevilla, donde, según Andrea Fabra, los informativos le habían dado 6,7 veces más tiempo al congreso socialista que al popular.

En la pasada legislatura realizó dos preguntas orales en el hemiciclo, seis preguntas al Gobierno en comisiones y 25 en la comisión de RTVE. Por escrito presentó 300 preguntas en los 1.460 días de legislatura.

En la declaración de bienes que ha hecho al Congreso, Fabra ha reconocido tener cuatro planes de pensiones y dos préstamos hipotecarios por valor de medio millón de euros. Igualmente afirma poseer la mitad de una vivienda unifamiliar en Madrid y el 20% de otra en Castellón. En sus tres cuentas corrientes tiene 3.900 euros en total y pagó 9.375 euros en la renta.

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