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Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Históricamente progresista

Gonzalo Moliner lleva 43 años en la carrera judicial y fue cofundador de Jueces para la Democracia

María Fabra
SCIAMMARELLA

Gonzalo Moliner Tamborero (Fuente la Reina, Castellón, 1944) es juez, de oposición, desde hace 43 años. Y miembro de la progresista asociación Jueces para la Democracia desde hace 29, ya que fue cofundador del colectivo. Antes de eso, formó parte de Justicia Democrática, una asociación clandestina fundada en los 70 y creada con el objetivo de democratizar las estructuras de la Administración de justicia. Así, su sensibilidad progresista ha sido una constante a lo largo de toda su carrera, aunque lo que sus compañeros destacan de él es su poder de conciliación y su capacidad de trabajo.

Cuando se le ha preguntado, Moliner no ha eludido ningún tema que pudiera ser polémico. Criticó la reforma laboral, ámbito que conoce profundamente, llegó a calificarla de “tremenda” e incluso expuso la posibilidad de que raye la inconstitucionalidad. Pero aun en desacuerdo con las normas que dictara el poder legislativo, siempre se ha mostrado fiel a la aplicación de la ley.

Casado, padre de dos hijos y aficionado a la natación, Moliner se muestra como un hombre nada engreído, más bien cercano. Mataró, Alzira, Ciudad Real y Castellón fueron algunos de los destinos por los que pasó antes de ser nombrado, en 1990, magistrado del Trabajo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, en el que también formó parte de la sala de gobierno, muestra de su aceptación entre los magistrados de ese tribunal. Aún hoy, cuando vuelve a Valencia, ciudad en la que se licenció en Derecho, visita a sus compañeros del Tribunal Superior que aseguran que tampoco ha olvidado su pueblo natal, un pequeñísimo municipio del interior de Castellón, de menos de 100 habitantes.

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En 1995, con el último Gobierno socialista en Valencia, ocupó, durante unos meses, la Dirección General de Justicia en la Generalitat valenciana, un cargo político en el que trabajó, fundamentalmente, sobre la transferencia de la justicia a las comunidades autónomas. “No tenía ningún apego al cargo y lo aceptó por responsabilidad y a sabiendas de que estaría un breve periodo de tiempo”, aseguran quienes lo conocen. Entre 1990 y 1998 ha ejercido, además, de profesor de Penal, Procesal, Trabajo y Sindical.

En 1998 dejó Valencia al ser nombrado magistrado del Tribunal Supremo. Y también en esta institución logró formar parte de la sala de gobierno. Desde hace cuatro años preside la Sala Cuarta del Tribunal Supremo, la de lo Social. Así, aunque aún no están en vigor ni aprobadas, Gonzalo Moliner cumpliría los requisitos que el Ministerio de Justicia pretende imponer para los próximos presidentes del Consejo General del Poder Judicial y del Supremo, tres años de antigüedad como magistrado de sala o 25 de experiencia.

“Si se votara por el sentido común, se votaría a Gonzalo Moliner”, comentó este martes uno de sus compañeros antes de que se produjera la votación formal que le llevó a relevar a Carlos Dívar como primera autoridad judicial del Estado.

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