Soy 'nimileurista' por decisión propia
Decidí dejar mi trabajo y aunque a veces me viene el arrepentimiento, me digo: "No, tú también tenías derecho a exigir algo mejor"
Soy una nimileurista por decisión propia. También en su momento fui mileurista. Además decidí ser nimileurista cuando mi sueldo ya superaba la barrera de los 1.000 (ligeramente... claro)
En el año 2005, cuando Carolina escribía aquella carta, yo aprendía inglés en Inglaterra y planeaba viajar a Italia para estudiar el máster que tantas puertas me abriría; que me permitiría especializarme y darme oportunidades al volver a España, porque volvería con una formación excepcional.
Así fue... pasando por becas, empleos mal pagados por un trabajo hiper cualificado, pero es cierto que no pasé ni un día sin trabajar.
Cuando, pasados muchos años así, conseguí finalmente un trabajo "decente" en el que mi carrera, mi máster, mis becas, mis prácticas, mis tres idiomas, etcétera, eran requisitos indispensables, me convertí en la persona que abría la puerta de mi lugar de trabajo, y pasaba prácticamente ocho horas al día mirando al techo.
Así que un día decidí dejar mi trabajo. Todavía quedaba algo de soñadora y optimista en mi que me decía que habría algo mejor... ¿por qué no?.
Supongo que para los lectores que no tenéis empleo ahora —como para muchos que lo tenéis— mi actitud es un gesto inmaduro e inconsciente. Algunas mañanas, cuando veo que cada vez me quedan menos meses de paro y no hay entrevistas, ni llamadas, un día tras otro me viene el arrepentimiento. Después me digo: "No, tú también tenías derecho a exigir algo mejor", y además me recuerdo que mi salud mental (pensando en todo aquello que soñaba, que nos prometieron, etcétera) es tan importante como poder comer.
El próximo mes, vuelvo donde todo comenzó: a Inglaterra. Probablemente a servir mesas de nuevo, y esta vez, sin ilusión. Esa está también en los bolsillos de los que nos robaron y se rieron de nosotros.
Blanca Diez Hernández
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