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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Hagan juego, señores! (y 2)

Las exigencias de limbo legal y fiscal que el promotor plantea para poner en marcha su proyecto suponen aplicar a nuestro país la consideración de la más abyecta república bananera

En la viñeta de El Roto publicada en estas páginas el pasado día 10 de marzo se veía dibujado un hombre de edad media en camisa con corbata y tirantes bajo una leyenda en la que se leía lo siguiente: parecía una lluvia de oro, pero era que meaba el señor de los casinos. El señor de los casinos no es otro que el promotor del proyecto de Eurovegas, Sheldon Adelson, que se disputan Madrid y Barcelona de manera encarnizada. La lluvia de oro en apariencia resulta ser, descodificada por El Roto, la orina del señor de los casinos. En su Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales (Alianza Editorial. Madrid, 1999), Jorge Vigil Rubio aporta una esclarecedora precisión lingüística al incorporar la voz Urolagnia. Según señala es el “Nombre técnico de la desviación sexual consistente en la obtención de placer sexual mediante el deseo de orinar sobre la pareja o de que ésta lo haga”. Su denominación popular, añade, es lluvia dorada y señala que “según los psicoanalistas es una forma de erotismo uretral (que expresa por tanto la detención en esta fase del desarrollo psicosexual)”. Al parecer, dice nuestro autor, “se ha observado en personas que tendían a ser sobreprotegidas por sus madres, que tenían extremas ambiciones para sus hijos”.

La ayuda del citado diccionario podría ser muy valiosa para aproximarnos a la comprensión de un problema donde se combinan todas las vergüenzas asumidas en aras de provechos obtenidos desde el ventajismo más inicuo. El pasado domingo, Josep M. Vallés resumía en las páginas de opinión de EL PAÍS la polémica en torno al macroproyecto y sus posibles efectos económicos y sociales. Pero el caso es, en breve, que un supermillonario, el citado Sheldon Adelson, que ha convertido en 10 años a Macao en la capital mundial del juego, se ha presentado en Madrid y Barcelona para ofrecer una aparente lluvia de oro que en realidad vendría a ser esa lluvia dorada, resultante de su propia micción. Así nos encontraríamos de lleno en el fenómeno de la urolagnia señalado en el párrafo anterior. En cuanto a las dimensiones de esa lluvia o el volumen que pudiera alcanzar esa orina, los lectores fueron informados en la columna que bajo el título ¡Hagan juego, señores! apareció aquí el pasado 28 de febrero.

Las exigencias de limbo legal y fiscal que el promotor plantea para poner en marcha su proyecto suponen aplicar a nuestro país la consideración de la más abyecta república bananera. Pero los responsables políticos de Madrid y Barcelona las escucharon con impavidez sin proceder a rechazarlas indignados como hubiera correspondido. Antes por el contrario, se presentaron ante la prensa para señalar la necesidad de que se implicaran los tres niveles de la Administración —local, autonómica y central— en aras de hacerlas posibles. El asombro crece al comprobar que tanto en el registro del Congreso de los Diputados como en el de la Asamblea de Madrid ha sido imposible encontrar pregunta alguna al respecto. Mientras, en el Parlament de Cataluña pudo escucharse el 21 de febrero al president de la Generalitat, Artur Mas, lamentando la desventaja momentánea de su Comunidad respecto a la de Madrid para acoger el macroproyecto de Eurovegas y asegurando que su Govern haría cuanto fuera posible para equilibrar esa situación. Artur Mas supo que en una ocasión de esta gravedad no le faltaría el apoyo de la sin par Alicia Sánchez Camacho, presidenta del Partido Popular de Cataluña.

Cuando se trataba de ganar la elección de Barcelona y luego, sin éxito, la de Madrid, como sede de los Juegos Olímpicos, se consideró muy importante probar la adhesión de las poblaciones al proyecto, el espíritu olímpico de los vecinos, su implicación en el voluntariado, que terminó en el inolvidado amigos para siempre. Ahora se diría que se está descuidando esa dimensión, al menos en Madrid, porque cunden noticias sobre el ocaso del bingo que ha pasado de contar con 106 salas en 1995 a sólo 49 en la actualidad. La situación del sector empieza a ser límite, pese a que la imposición fiscal haya bajado del 70% al 50%. Así que ahora, con una clientela que cada día se da de baja tras aparecer su esquela en las páginas del diario Abc y que envejece recluida en el perímetro de las residencias de la tercera edad, se reclama otra rebaja fiscal hasta el 25% para que este juego quede equiparado al que se practica on line.

Escribía Étienne de la Boétie a finales del siglo XVI en su Discurso de la servidumbre voluntaria, ahora recuperado por Editorial Trota, que los juegos, los gladiadores, las bestias extrañas y otras atracciones fueron para los pueblos antiguos los cebos de la servidumbre, el precio de su libertad, los instrumentos de la tiranía, las seducciones utilizadas para adormecer a los súbditos. Y ahí seguimos, con la colaboración de Adelson.

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