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La juez Murillo al público de un juicio de ‘kale borroka’ : “Esto no es un circo”

El procesado, Iñaki Bengoa San Miguel, está acusado de quemar un autobús en Bilbao

Ángela Murillo, durante el juicio a Iñaki Bengoa San Miguel (de espaldas).
Ángela Murillo, durante el juicio a Iñaki Bengoa San Miguel (de espaldas).SERGIO BARRENECHEA (EFE)

La juez Ángela Murillo reprendió a los asistentes a un juicio, al final de la sesión de este martes, por ovacionar a Iñaki Bengoa San Miguel, acusado de la quema de un autobús en Bilbao el 10 de febrero de 2002. Tras conminarles a que cesaran en su actitud, señaló: “Esto es un tribunal de justicia que se merece un respeto. Esto no es un circo”.

Bengoa, para el que el fiscal solicita 10 años y nueve meses de prisión, es el último de los acusados que quedaban por juzgar por estos hechos. En 2005 ya fueron condenados a siete años y nueve meses Aitor Fernández Treceño y los hermanos Unai y Naiara Mallabia.

El fiscal considera que los condenados y Bengoa atacaron con artefactos incendiarios el autobús, que quedó totalmente calcinado. Para conseguir que el conductor parase el vehículo, simularon un accidente de ciclomotor, con uno de los acusados tumbado en el suelo en posición fetal. Los condenados y Bengoa, según el fiscal, obligaron a bajar del autobús al conductor y al único pasajero que viajaba en ese momento y lanzaron los artefactos incendiarios en el interior. Todos huyeron mientras gritaban una de las consignas de ETA. “Jo ta ke, irabazi arte” (dale duro hasta ganar). Los daños ascienden a 56.836 euros.

En el juicio, Bengoa aseguró que nunca ha atacado ningún autobús y explicó que uno de sus guantes apareció en el lugar de los hechos porque lo llevaba Aitor Fernández Treceño, uno de los que participaron en el incendio y ya fue condenado. Señaló que la empresa en la que trabajaba era un poco desastre y se dedicaba al montaje de txosnas (casetas en las fiestas de los pueblos) y escenarios. Llevaban todo el material en el coche y cada uno cogía lo que estaba a mano. Respecto a una capucha en la que también se encontró un rastro de ADN suyo, señaló que era para cuando hacía montañismo. Sobre los seis petardos, similares a los utilizados en la kale borroka, que fueron encontrados en su casa de Busturia, precisó que habían sido el regalo que un primo suyo le había hecho a su compañero de piso

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