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Zapatero reivindica el zapaterismo

"Mi objetivo fue evitar que España fuera intervenida", asegura el ex presidente "Es verdad, tardé en reconocer la crisis. Lo he dicho y no me importa solemnizarlo ante vosotros"

“Me cueste lo que me cueste”. Esa frase, pronunciada por José Luis Rodríguez Zapatero ante el Congreso de los Diputados dos meses después de anunciar, el 12 de mayo de 2010, su inesperado y traumático plan de recortes, está en el centro del 38º congreso del PSOE, que comenzó este viernes en Sevilla. Es su razón de ser porque, según sienten los socialistas, aquel día empezó para el partido el calvario electoral que lo desbancó del poder municipal, autonómico y nacional. Así que, en la última ocasión que tenía de reivindicarse ante los suyos, Zapatero quiso “rendir cuentas” sobre aquel día de mayo en el corazón de la crisis.

Pero no solo. El secretario general, que hoy cederá el mando del PSOE a Alfredo Pérez Rubalcaba o a Carme Chacón, se despidió del cargo y de la primera línea de la política con un emocionado mitin de 70 minutos con mucho más orgullo que autocrítica sobre sus dos legislaturas en el Gobierno. Un “informe de gestión” que debía ceñirse a los últimos cuatro años y se convirtió en una reivindicación de toda su era: el zapaterismo. Ante más de 1.000 socialistas, el expresidente repasó los avances en derechos del primer mandato, su manera de “dirigir el partido con diálogo y tolerancia” —el talante— y el fin de ETA. Todo lo echó en el cesto de su haber.

Sin esas medidas, España habría ido al colapso financiero”, alega el socialista

Todo, incluida la gestión de la crisis. Nunca, dejó claro, se arrepintió de unas decisiones que durante meses obligaron a los socialistas a aparcar su ideario y, finalmente, también a dejar los Gobiernos. Todo lo hizo, dijo, para evitar el “colapso financiero” que España llegó a rozar. Todo fue para no acabar como Grecia. Un relato que recibió como respuesta el aplauso de todo el auditorio, en pie durante tres minutos para despedir al que fue quizá su líder más arropado y que se va en un momento infausto.

“Se cometieron errores”, admitió el expresidente. Solo señaló uno: “Es verdad, tardé en reconocer la crisis. Lo he dicho y no me importa solemnizarlo ante vosotros”. Aun así: “Podemos decir que, cuando dejamos el poder al PP, la educación, la sanidad, las pensiones y la dependencia estaban intactas, al igual que la ayuda al desempleo”, subrayó Zapatero.

“Hemos analizado la derrota, hemos hecho autocrítica. Pero debo recordar algunos hechos”. Un hecho, según el aún líder del PSOE, es que “la crisis de 2008 fue más grave que la Gran Depresión” previa a la Segunda Guerra Mundial, y barrió con todo. “Sin la crisis de Wall Street, sin la situación en la que estuvo Grecia, ¿hubiera tenido que adoptar las medidas que tuve que adoptar en mayo de 2010? Seguramente no”, se preguntó y se respondió Zapatero. La economía española tenía “debilidades, sí”. Pero la gravedad extrema vino de fuera, y él, justificó, tuvo que actuar: “Si no hubiéramos tomado esas medidas, nuestro país habría estado en una situación de colapso financiero” y habría sido intervenido. “Fui muy consciente de que aquellas medidas tendrían impacto electoral. Era muy consciente, era muy consciente de lo que suponía esa decisión”, repitió, ante el silencio sepulcral del auditorio y antes de resumir su experiencia de estos tres últimos años: “Hay hechos que dependen de factores que no están en la mano de nuestro país, de nuestro Gobierno”.

Cada delegado sabrá qué hacer. Pero, al día siguiente, todos detrás del que gane”

Hasta ahí, la gestión de la crisis. Después, Zapatero se entregó a la reivindicación de todo su legado: la “ampliación de derechos”, la ley contra la violencia machista, la de igualdad, el matrimonio de homosexuales, la ley de dependencia, la del aborto... Y, al final del ciclo, el fin de ETA. Él, dijo sin dar nombres, apoyó a “todos” los que trabajaron por el fin del terrorismo “de una u otra manera”.

“Cuando en 2000 me elegisteis secretario general, me comprometí a defender la autonomía del proyecto político del PSOE ante cualquier interés; espero poder decir que lo he defendido, dejando algún jirón”, afirmó. El liderazgo, explicó como aviso a navegantes, es esto: “Vas el primero del grupo que va escalando, el primero en la cordada. Cuando llegas a la cumbre, eres el primero; pero, si hay un alud, también eres el primero”. Un alud, por ejemplo, como el de mayo de 2010.

¿Y ahora, Rubalcaba o Chacón? “Cada delegado sabrá lo que hacer. Pero os pido algo: al día siguiente, todos detrás del que gane”. Miró a su ejecutiva, su ejecutiva —que hoy también será relevada— lo miró a él. Zapatero dijo: “Aquí acaba mi tiempo”. Y todo el auditorio socialista puso fin al zapaterismo con un largo coro de aplausos. Después, tras cuatro horas de debate a puerta cerrada, el “informe de gestión” fue aprobado por 734 síes (90,8% de los 808 delegados que se quedaron a votar), 21 noes y 53 abstenciones.

11 años de mandato

XXXV Congreso. Fue el más difícil para José Luis Rodríguez Zapatero. El vacío de poder creado a raíz del batacazo electoral con Joaquín Almunia de candidato llevó a la dimisión de este y a la convocatoria urgente de un congreso extraordinario. Zapatero reunió apoyos de un lado y otro hasta sumar el 41,69% de los votos de los delegados (414 frente a los 405 de su principal adversario, José Bono). Desde entonces, sus victorias electorales le consolidaron al frente del partido.

XXXVI Congreso. Celebrado en julio de 2004, solo unos meses después de que Zapatero diera la vuelta a todas las encuestas y ganara las elecciones generales. Su reelección como secretario general fue un paseo: el 95,81% de los delegados votó por la continuidad. Nadie presentó batalla.

XXXVII Congreso. Zapatero reeditó el éxito electoral de 2004, con más diputados incluso. Eso le llevó a un congreso triunfal, donde llegó a sumar más votos de delegados que cuatro años antes, con un 98,5% de apoyos, que le auparon a una secretaría general que ahora abandona voluntariamente.

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