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Una capilla ardiente no tan íntima

Desfile de personalidades en el domicilio del fallecido pese a los deseos de la familia Los Reyes, Rajoy, Rubalcaba y Aznar, entre los asistentes

Numerosas personalidades se acercaron ayer hasta la capilla ardiente de Manuel Fraga, situada durante todo el día en su casa madrileña. La familia había decidido que el cuerpo fuera velado en la intimidad solo por las personas más cercanas, rechazando los ofrecimientos de la Xunta, el Congreso y el Senado de instalar una capilla pública. Pese a ese deseo de intimidad, fueron muchos quienes quisieron asistir a darles el pésame. Acudieron dirigentes del PP, pero también se pudo ver a los Reyes, a la infanta Elena y a líderes de otras fuerzas políticas.

La capilla ardiente se abrió oficialmente a las 10.30. Varios políticos, sin embargo, llegaron antes y ya a las 8.30 se cerraron al tráfico los alrededores de la madrileña calle Fernando el Católico, en la zona de Moncloa, donde se encuentra la residencia del exsenador.

El primero en visitar el domicilio, algo antes de las nueve de la mañana, fue el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien recordó que conoció a Fraga cuando tenía 22 años. Le acompañaba la número dos del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, en una visita que fue breve, de unos cinco minutos.

A partir de ahí, el goteo de personalidades fue constante, intercalado con la llegada de numerosas coronas de flores. Algunos curiosos se acercaban a los periodistas para preguntar qué estaba ocurriendo o quién estaba previsto que apareciese.

Don Juan Carlos, doña Sofía y la infanta Elena visitaron la capilla ardiente hacia las tres de la tarde, durante unos diez minutos. No hicieron declaraciones, pero a la salida del domicilio, al monarca se le escuchó un lacónico “una pena”. Previamente, los Reyes y los príncipes de Asturias habían enviado una corona de flores y habían remitido un telegrama en el que destacaban la condición de Fraga como “servidor del Estado”.

Horas antes de que llegaran los Reyes se había visto al presidente del Congreso, Jesús Posada, al presidente del Senado, Pío García Escudero, y al expresidente del Gobierno, José María Aznar. Este llegó minutos después que su esposa, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, pero abandonaron juntos el edificio.

Pese a la lluvia y el frío, también prácticamente todos los ministros del Ejecutivo de Rajoy pasaron por el piso en el que Fraga vivió sus últimos años: la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro; el de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón; el de Exteriores, José Manuel García-Margallo; el de Agricultura, Miguel Arias Cañete; el de Interior, Jorge Fernández; el de Industria, José Manuel Soria; el de Educación, José Ignacio Wert; la ministra de Fomento, Ana Pastor; la de Sanidad, Ana Mato, y la de Empleo, Fátima Báñez. Solo faltaron el titular de Defensa, Pedro Morenés, y el de Economía, Luis de Guindos. El primero estaba visitando a las tropas españolas en Afganistán y el segundo tenía una reunión con su homólogo francés en París.

Margallo coincidió en el domicilio con los dos dirigentes socialistas que acudieron a dar el pésame a la familia, el exministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el exministro de Fomento, José Blanco. A los tres se les vio conversar durante unos minutos en el portal, antes de bajar a hacer declaraciones a los medios.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, fue otra de las visitas que recibió la familia de Manuel Fraga. Su homóloga aragonesa, Luisa Fernanda Rudi, también se desplazó hasta la capital. Otro de los presidentes autonómicos que acudió a la capilla ardiente fue Alberto Núñez Feijóo. Llegó por la tarde, después de celebrar por la mañana en Santiago un consejo extraordinario con los miembros de su Gobierno, el primero en tres décadas de autonomía en Galicia. El evento tuvo lugar para rendir honores a la figura de quien fue presidente de la Xunta durante 16 años.

Feijóo anunció tres días de luto y ya en Madrid dijo que despedirán a Fraga con un solemne funeral este sábado en la Catedral de Santiago, “entre gaiteros, como a él le gustaría”. “Fraga se va en un día gallego”, dijo a las puertas de la casa del político fallecido, en referencia al mal tiempo que hizo durante toda la jornada.

El presidente gallego fue uno de los que más tiempo pasó con la familia del exsenador. Estuvo aproximadamente dos horas y asistió a la misa que el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, ofició en el domicilio. A este acto asistieron, entre otros, Alberto Ruiz-Gallardón y su sucesora en el cargo, Ana Botella, que regresaron a la residencia después de haber estado ya por la mañana.

Otros miembros del partido que fundó Manuel Fraga tampoco dejaron pasar la oportunidad de darle su último adiós: el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons; el eurodiputado Jaime Mayor Oreja; el presidente del PP andaluz, Javier Arenas; la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; la líder del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho; o los portavoces del Grupo popular en el Congreso y el Senado, Alfonso Alonso y José María Barreiro, respectivamente.

A todos ellos se sumaron varios de los que fueran ministros durante los Gobiernos de José María Aznar, como José Manuel Romay Beccaría, Juan José Lucas, Pío Cabanillas, Isabel Tocino y Ana Palacio; o históricos dirigentes del PP, como Antonio Hernández Mancha y Marcelino Oreja.

Pero no solo hubo políticos del PP. Además de Rubalcaba y Blanco asistieron a la capilla ardiente la líder de UPyD, Rosa Díez, y Miquel Roca, de Convergencia Democrática de Cataluña y uno de los padres de la Constitución, grupo al que también pertenecía Fraga.

Por el edificio de la calle Fernando el Católico pasaron igualmente empresarios como Juan Miguel Villar Mir, quien destacó su amistad con Fraga desde hacía 50 años, y Arturo Fernández. También asistieron Adolfo Suárez Illana, hijo del expresidente del Gobierno, Adolfo Suárez; el presidente del Constitucional, Pascual Sala, o Arsenio Fernández de Mesa, director general de la Guardia Civil.

El expresidente de la Xunta será enterrado esta tarde en Perbes, pueblo coruñés perteneciente al municipio de Miño, en A Coruña, donde tenía una residencia desde hace años. En él solía veranear con su esposa, María del Carmen Estévez, que descansa en el mismo cementerio desde 1996. Está previsto que el féretro salga de la residencia madrileña sobre las diez de la mañana y que llegue directo hasta la Iglesia.

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