Ana Botella ‘hereda’ la alcaldía de Madrid
Asumirá el bastón de mando el 27 de diciembre Edil desde 2003, cultiva un perfil bajo pese a sus tropiezos verbales
“Creo en mí porque algún día seré todas las cosas que amo”, citó en una ocasión Alberto Ruiz-Gallardón. En eso, el hasta ayer alcalde va por buen camino. Queda por saber si Ana Botella, concejal de Medio Ambiente y Movilidad, también. La edil ha mantenido una discreción absoluta en los últimos meses pese a que, legal y políticamente, era la primera en la línea de sucesión del regidor si este completaba su anhelado salto a la política nacional. Hoy, Gallardón prometerá o jurará su cargo como ministro de Justicia, al tiempo que se celebra un pleno municipal con su silla vacía. Antes habrá presentado su renuncia en el registro municipal, pues son responsabilidades incompatibles.
Al frente de la ciudad se quedará, circunstancialmente, el vicealcalde, Manuel Cobo, hasta que, el próximo día 27, los ediles del Partido Popular entreguen el bastón de mando a la número dos en la candidatura y “la mejor de todos nosotros”, en palabras de Cobo. A falta de saber si el propio vicealcalde o algún otro miembro del gobierno local sigue los pasos de Gallardón, aquellos de la lista del PP que se quedaron fuera en mayo ocuparán las vacantes. Otra cosa diferente es el gobierno local, en el que Botella podrá incluir nombres que no figuraban en la candidatura electoral en virtud a la Ley de Capitalidad.
Botella vive en la actualidad en Pozuelo de Alarcón (una ciudad-dormitorio acomodada del noroeste de Madrid) con su marido, el expresidente del Gobierno José María Aznar. Precisamente este lazo familiar (y el fulgor público de Gallardón) han oscurecido su figura política. A eso se une el perfil bajo que cultiva desde que llegó al Ayuntamiento de la mano del exalcalde en 2003, sin experiencia política alguna y entre dudas (incluso dentro del PP) de su valía. Esa incertidumbre ha aflorado también ahora, pese a que Gallardón se ha empleado a fondo en convencer a propios y extraños: “Yo he trabajado mucho con ella y sé de su capacidad de trabajo y de conexión directamente con los ciudadanos”.
Sin embargo, los precedentes no invitan al optimismo en lo que se refiere a esa “conexión directa”, puesto que han sido precisamente sus titubeos dialécticos y el excesivo celo con el que defiende sus políticas (como concejal de Medio Ambiente y Movilidad, ha llegado a negar la existencia de la boina de contaminación), lo que ha caracterizado e incluso caricaturizado su imagen política.
Más allá de sus pifias verbales y cierta opacidad informativa en un Ayuntamiento caracterizado precisamente por la transparencia, Botella ha demostrado combinar principios muy conservadores (contra el aborto o los derechos de los homosexuales, por ejemplo) con otros más progresistas (en inmigración, igualdad o libertad religiosa, por ejemplo).
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