Camps declara en el juicio que pagó los trajes pero no aporta pruebas
Grabaciones y documentos socavan a Camps durante la primera sesión del juicio La sesión se reanuda hoy con la declaración de Costa y los cabecillas de la trama Gürtel
Francisco Camps aguantó este martes el tipo durante las primeras horas de su juicio por cohecho. El expresidente valenciano repitió, frente al interrogatorio de la representante de la Fiscalía Anticorrupción, que él había pagado las prendas de ropa que presuntamente le regaló la trama Gürtel con el dinero que su esposa sacaba de la farmacia. Volvió a denominar “el lío” al caso de corrupción que lo ha mantenido imputado durante casi tres años y que le costó (como resaltó varias veces durante su declaración) su cargo de presidente de la Generalitat y del PP de la Comunidad Valenciana. Insistió en que su relación con Álvaro Pérez, El Bigotes, uno de los cabecillas de la trama, fue básicamente laboral, producto de su condición de organizador de actos para el PP.
El expresidente empezó a la defensiva su declaración a preguntas de la fiscalía y terminó más bien crecido. Discutiendo. Respondiendo a cosas distintas de las que le preguntaban. Girándose para dirigirse directamente al jurado. Llevando el juicio al campo del debate —aunque en ocasiones pareciera más bien un diálogo de sordos—, un terreno que se le da bien.
Su declaración, más larga de la prevista, obligó al magistrado a posponer para hoy las declaraciones previstas para ayer, entre ellas la del exsecretario general del PP valenciano, Ricardo Costa, y las de los supuestos cabecillas de la trama Gürtel Francisco Correa, Pablo Crespo y El Bigotes.
Argumentos de la defensa
- Camps, sobre sus compras: "Nunca pago con tarjetas para evitar que los ciudadanos piensen que pago con dinero público"
- Camps, sobre los regalos: "Ningún regalo ha influido en mi actuación como presidente. Dije que todo regalo que excediera de cierto valor se devolviera"
- El abogado, sobre la conversación con el "amiguito del alma": "Camps es así. Se pueden extrañar de la forma tan entrañable con la que habla con algunas personas"
En esas estaba el juicio cuando le llegó el turno a Virgilio Latorre, letrado de la acusación socialista, conocido, al igual que el letrado de Camps, Javier Boix, por ser uno de los mejores abogados penalistas de la ciudad. Como era previsible, Camps renunció a contestar a las preguntas de Latorre. Representaba, dijo el expresidente, a una parte “estrictamente política” a la que había tenido la suerte de ganar en todas las ocasiones en que se habían enfrentado. La evolución del juicio, al que le quedan muchas jornadas, dirá si esa decisión fue tan equivocada como pareció durante las siguientes dos horas.
La clave, de todas formas, no pareció tanto el silencio de Camps cuanto la emergencia en la sala de la realidad. El letrado de la acusación popular discutió con el magistrado presidente del tribunal, Juan Climent, hasta que consiguió que le permitiera exponer al jurado a los numerosos documentos y a las poco decorosas grabaciones intervenidas a la trama, argumentando que de otra forma sus integrantes no podrían entender las preguntas que formularía aunque el expresidente no quisiera contestarlas.
Durante la siguiente hora, los miembros del jurado tuvieron en sus manos las hojas de pedido, albaranes, confirmaciones de pedidos y otros muchos documentos en los que no solo aparece su nombre y su apellido sino también sus medidas: talla 52, largo 51, solapa Napoli... Después de mostrar cada documento, que los integrantes del jurado observaron detenidamente, tomando notas y haciéndose observaciones entre ellos, Latorre dejaba caer una pregunta: “¿Cómo se explica que, si tal y como ha afirmado, no encargó ninguna prenda de ropa hasta bien entrado el año 2006 en el sumario figuren pedidos de noviembre de 2005 en los que figuran todos sus datos?”. “¿Son estas sus medidas, señor Camps?”. El jurado examinaba los documentos, escuchaba las preguntas y miraba a Camps, que guardaba un silencio cada vez más dramático.
El choque con la realidad aumentó con la audición de media docena de las grabaciones que la policía intervino a la trama, a la que investigaba desde muchos meses antes antes de que el caso Gürtel saliera a la luz en febrero de 2009. El jurado escuchó al expresidente decirle El Bigotes “amiguito del alma” y “te quiero un huevo”. Oyó cómo Pérez se lamentaba por el empeño de Camps por conocer a Barack Obama, recién elegido presidente de Estados Unidos. Al alcalde de La Nucía, Bernabé Cano, del PP, contarle también a El Bigotes cómo había encontrado absolutamente derrotado al exsecretario del PP valenciano Ricardo Costa, “él, que siempre está en plan chulito”, tras perder las elecciones en el PP de Alicante ante el entonces zaplanista José Joaquín Ripoll. Y al propio alcalde de La Nucía pedirle a El Bigotes que intercediera ante Camps para que lo nombrara consejero de Industria de su Gobierno.
“¿Qué capacidad de influencia se le suponía a El Bigotes ante usted como para que pudiese conseguir que nombrase a alguien consejero?”, le preguntó el letrado.
El tono con que los miembros de la trama corrupta hablaban de su capacidad de influencia ante el expresidente valenciano se combinaba, en las grabaciones intervenidas, con algunas frases que parecieron causar cierto estupor en el jurado. En una de ellas, Álvaro Pérez afirmaba: “Es muy difícil sacarle la pasta ahora a las instituciones, con la crisis”.
Camps tenía la posibilidad de resarcirse de cómo había quedado tras la intervención del abogado de la acusación particular luciéndose con las respuestas a su propio letrado. Pero no fue así. Llegó a ser tan inapropiado que el propio y discreto presidente del tribunal del jurado, Juan Climent, le pidió que “ayudara” a su abogado, que se concentrara en las preguntas que le estaba formulando y las contestara. Y lo hizo, porque cada respuesta, a cualquier cuestión planteada por el letrado, desembocaba en un alegato político, en un mitin, en el que Camps hablaba de hospitales, colegios, de carreteras o partidos de fútbol para promocionar el deporte infantil. Lo hizo porque, tal como expresó el propio expresidente, se “entusiasma” al hablar de la Comunidad Valenciana.
Lo que sí afirmó una y otra vez es que se compraba los trajes en El Cortes Inglés, que nunca guarda los tiques de nada y que tampoco paga jamás con tarjeta.
También aprovechó para arremeter contra la fiscalía, a la que señaló como “máxima responsable de que hoy esté aquí”, y a la que reprochó no haberle pedido documentación sobre sus cuentas corrientes o su patrimonio. Así calificó de “paradójico” que en un caso de corrupción no se hayan investigado sus bienes. “Y lo hacen porque saben que pinchan en hueso porque solo hay austeridad y transparencia”, sostuvo Camps después de asegurar que su vida está “radiografiada en sus declaraciones de renta”.
Francisco Camps también perdió la oportunidad de realizar una explicación acorde a su línea de defensa y que le hubiera servido para aplacar la rotundidad de los documentos que minutos antes habían visto los miembros del jurado. Al igual que su letrado, alegó que toda la documentación, la contabilidad, los albaranes, los tíquets, las transferencias y los recibos que están incluidos en la causa y que le sitúan como receptor de unas prendas que no pagó son falsas. “¿A qué atribuye que se incluyera su nombre en estos documentos falsos?”, le preguntó su letrado. Pero Camps retomó su discurso político y no contestó. Cuando el letrado le insistió sobre la pregunta dijo no entender a qué se refería. Y la pregunta quedó en el aire.
Otra de las cuestiones sobre las que quiso incidir es en que, según dijo, desde que accedió a la presidencia de la Generalitat, los regalos que se perciben no pueden sobrepasar unos límites estipulados que no desveló. Además, añadió que, en algunos casos, los presentes se reparten entre colectivos desfavorecidos. Pero eso tampoco lo documentó.
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