Así viven los náufragos del ‘Prestige’
Los políticos al frente de aquella crisis han sobrevivido Rajoy es el futuro presidente de España y Cascos gobierna una autonomía
Hace nueve años los despachos oficiales apestaban a fuel. El Prestige llevaba una semana hundido a 250 kilómetros de la costa gallega, tras una tóxica agonía que dejó varias carreras políticas heridas, aparentemente, de muerte. La naturaleza ha sido más rápida que la justicia y, según los científicos, el cataclismo ambiental ya ha cicatrizado. Mientras la justicia tramita los 266.000 folios del sumario, los políticos que estuvieron en primera línea también se han dado prisa en olvidar. Ni siquiera los que sobrevivieron al naufragio destacan en su hoja de servicios su papel en la crisis. Entre los supervivientes están el futuro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y alguno de sus colaboradores. Otros han caído, pero no por resbalar en el chapapote. Es el caso del entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, en libertad condicional por corrupción durante su etapa como presidente de Baleares.
En el banquillo de un juicio aún sin fecha se sentarán tres de los protagonistas del naufragio en el mar —el capitán, Apostolos Mangouras; el jefe de máquinas, Nikolaos Argyropoulos; y el primer oficial, Ireneo Maloto— y uno de los náufragos en tierra —el ex director general de la Marina Mercante José Luis López-Sors.
» Mariano Rajoy. La crisis le pilló como vicepresidente primero y portavoz del Gobierno de Aznar. Cuando su pronóstico de que el pecio no vertería más fuel se había estrellado con la realidad, se instaló en A Coruña para ponerse al frente del gabinete de crisis. Se encontró una Galicia irreconocible, puesta en pie, en la que Fraga ya no era omnipotente. Y afrontó la encomienda de Aznar fiel a su estilo, sin agresividad, pero con explicaciones ambiguas y titubeantes sobre manchas, galletas y flujos viscosos que exasperaban a los periodistas, incluso a los de medios otrora poco amigos de enfrentarse al poder. Entre predicciones fallidas y rectificaciones, aguantó el tipo con cara de desconcierto y la esperanza de que escamparía. En eso sí acertó. El tiempo y las inversiones millonarias del Plan Galicia apaciguaron la indignación, aunque su imagen y la de su partido quedaron tocadas. Luego vinieron su derrota como candidato a la presidencia del Gobierno en 2004 y la pérdida del poder en Galicia, la comunidad donde empezó también, en 2009, la remontada que ha llevado al PP a La Moncloa.
» Arsenio Fernández de Mesa. Fue la cara del Ejecutivo de Aznar en los primeros días. Sus comparecencias como delegado del Gobierno en Galicia, que impartía de pie y con porte marcial, dispararon el malestar de la ciudadanía por la poca e inexacta información que aportaban. Suya fue la frase: “El destino del fuel en el fondo del mar es convertirse en adoquín”. Tras pronunciarla, el pecio escupió toneladas de carga. Llegó a estar imputado. Cuando Rajoy desembarcó en A Coruña, pasó a un segundo plano, pero nunca más se separó de su jefe. En 2003 fue destituido y se dedicó a ocupar un escaño en el Congreso que el 20-N le ha vuelto a adjudicar. Es la sombra de Rajoy, a quien abre camino en los actos oficiales confundido entre sus guardaespaldas. De aquella crisis suele destacar la angustia que a él y a su familia le produjeron las protestas a las puertas del edificio de A Coruña en el que residía como delegado del Gobierno.
» Francisco Álvarez-Cascos.Como ministro de Fomento era el responsable del departamento que tomó la decisión más polémica: alejar el petrolero de la costa. No se debatió con ningún técnico la maniobra, más allá de una consulta verbal a tres ingenieros navales sobre un posible trasvase de carga. Las investigaciones científicas han condenado aquella huida política mar adentro porque multiplicó los daños ecológicos y el coste que hubiera tenido refugiar el buque en un puerto. Cascos nunca bajó la cabeza. “Si la responsabilidad política hay que asumirla por no ser profeta, yo se la ofrezco”, ironizó. Tras dejar el PP, es presidente de Asturias desde el pasado mayo, una comunidad que no se salvó del chapapote.
» José Luis López-Sors. Se echó a los hombros toda la responsabilidad del alejamiento del barco y ahora está acusado de delitos contra el medio ambiente. Como director general de la Marina Mercante, ejerció de enlace entre la cúpula de Fomento y los mandos marítimos de Galicia, y fue su voz la que transmitió la orden. Hoy es un funcionario jubilado. Acaba de recibir la cédula judicial que le insta a presentar una fianza de 1.200 millones de euros y la Abogacía del Estado dice temer que le embarguen.
» Jaume Matas. Era ministro de Medio Ambiente pero se situó en un segundo plano, detrás de Rajoy. Dejó el cargo en 2003 para optar a la presidencia de Baleares y resultó elegido. En 2007 abandonó la política y fichó por el Grupo Barceló en EE UU. Tres años después fue imputado por corrupción por su gestión como presidente autonómico. El juez decretó su ingreso en prisión, pero pagó una fianza de tres millones de euros y eludió la celda.
» Manuel Fraga. El Prestige significó el fin de su omnipotencia, dentro y fuera de Galicia, dentro y fuera de su partido. La crisis reventó la cohesión entre los bandos que aún dividen el PP gallego. El sector galleguista, liderado por José Cuiña, lo presionó para que plantara cara a Aznar y se pusiese del lado de la movilización ciudadana. No le hizo caso al que entonces era su delfín y lo destituyó, dejando el PP en manos de la facción afín a Rajoy, a la que pertenece Feijóo. En 2005 perdió el poder y en 2006 se fue como senador a Madrid. A principios de septiembre anunció su retirada.
» Apostolos Mangouras. Al capitán del Prestige el Gobierno de Aznar lo señaló como el gran culpable de la catástrofe, ya que su supuesta resistencia a las órdenes que le daban las autoridades españolas agravó el desastre. Bajó esposado del helicóptero que le llevó a tierra, estuvo en prisión y se sentará en el banquillo. Hoy reside en Grecia; en los meses de calor, en su isla natal de Icaria, y el resto en Atenas con sus dos hijos. Fuentes cercanas al marino aseguran que la lejanía y el tiempo le han permitido dejar de pensar en lo ocurrido aquellos días, aunque dice no entender su imputación.
» Nunca Máis. Nació con la masiva marcha que el 1 de diciembre de 2002 pidió en Santiago responsabilidades políticas por el desastre. La plataforma ya no está operativa y solo un pequeño grupo de trabajo se dedica a seguir la causa judicial, en la que están personada. Así lo decidieron sus miembros tras descartar la creación de una fundación. Pero el movimiento, advierte Rafa Villar, uno de sus portavoces, no está muerto. “Hay contactos, hay reivindicaciones. Si vuelve a ocurrir, no sería complicado resucitar Nunca Máis”.
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