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“O lo arregla Rajoy o nos vamos a la puñeta”

Los seguidores del PP aclaman al ganador como el hombre que salvará a España

Francisco Peregil

Anoche hubo en Génova mucho “yo soy español, español, español”, “socialista el que no vote”, “Rubalcaba el chollo se te acaba”… y poco más. Cuando se vio a Mariano Rajoy en una inmensa pantalla leer el discurso en el que expresaba su compromiso con los que se encuentran en las situaciones más difíciles, con los parados, con los pensionistas y con los enfermos... un joven que se encontraba al pie del balcón dijo:

-Está un poco flojo hoy… ¡Que somos el PP, coño!

Pero era solo un joven. Cuando Rajoy añadió que ahora iba a presidir una nación donde no habría nada de rencillas, otra persona exclamó:

-¡Pero sí justicia!

Casos aislados. También era solo una joven la que, cuando Rajoy hablaba, dijo:

-¡No nos falles!

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Nadie coreó su grito ni tal vez ella lo pretendía. A diferencia de los socialistas que saludaron en su día a José Luis Rodríguez Zapatero en el día de su primera victoria, los congregados anoche en Génova no sintieron la necesidad de exigirle nada a su líder. Muchos asumen sus carencias. Saben que no tiene carisma, que nunca sobresalió por su oratoria ni por sus conocimientos financieros. Pero creen que “con trabajo, seriedad y constancia”, como leyó él mismo en su discurso, podrá sacar al país del atolladero. Además, Rajoy tiene algo único: “Lo puso el mejor que ha pasado por España, que es Aznar”, comentaba anoche Juan Jiménez, hermano de un concejal del PP en Badajoz.

En la calle, la impresión que se tenía era que esto –entiéndase por “esto” todo lo que pueda entenderse detrás de la palabra mercado o prima de riesgo o cinco millones de parados— o lo arregla Rajoy o no lo arregla nadie. “Si Aznar lo puso es que es un hombre muy inteligente. O esto lo soluciona él o nos vamos a la puñeta”, decía Jiménez. Unos metros más allá, José Pérez Capilla, que había venido desde Valencia señalaba: “Ahora es cuando Rajoy va a poder demostrar su verdadera dimensión”.

A su lado, Antonio González, un empresario autónomo nacido en Mota del Cuervo (Cuenca), hijo de un pastor propietario de 300 ovejas explicaba anoche, al pie del balcón de Génova, las tres reglas indispensables que le enseñó su padre para prosperar en la vida: “Decir la verdad, que hasta el momento muchos políticos no la han dicho. Trabajar más que el que tengas a tu alrededor o a tu cargo. Y seguir a la CLV: Cuentas de la Vieja; es decir, gastar un euro menos de lo que tengas”. Para él, eso es lo que necesita España. Y cree que Rajoy se aviene perfectamente a las tres reglas.

Rajoy no goza precisamente en el PP de fama de trabajador incansable, como sí se atribuía a Manuel Fraga. Tampoco parece tener el temperamento decidido de José María Aznar. Y si ha dicho la verdad hasta el momento, ha sabido mantener oculta también la parte de verdad que le interesaba mantener escondida. Pero anoche empezó a operarse la transfusión de dones y virtudes que se gesta con cada día de permanencia en el poder. Lo que hasta ahora ha sido indecisión, titubeo o mano blanda, se iba trocando en templanza, prudencia y sabiduría.

“Después de Franco, Aznar. Para mí ha sido el mejor. Pero hay que estar con Rajoy”, comentaba María Manzanares, quien había acudido con su sobrino de 23 años. Más allá, otra mujer añadía: “Yo también soy de Aznar, pero hay que apoyarlo”. A pocos metros de ellas, un joven ondeaba una bandera con un águila. Rápido acudió un miembro de la organización interna de Génova a decirle “de buen rollo”, que dejara la bandera a un lado porque algunos medios podían aprovechar para sacar esa imagen.

-Esta es la auténtica bandera –le decía un acompañante del joven--.

-Para usted –le contestaba el encargado de la organización interna--. Yo tengo 32 años y para mí esa bandera no significa nada. Acabamos de ganar unas elecciones y ahora hay que salir de esta crisis.

-Pero ellos han traído el 11-M, el aborto… Y eso hay que retirarlo ya.

-Tenemos que centrarnos en la crisis. Haz lo que quieras, pero yo dejaría la bandera en casa

Mientras la marea azul se iba extendiendo por la calle, Antonio Agulló, procedente de Cocentaina (Valencia) decía que una de las prioridades ahora, al margen de la crisis financiera, era la educación: “Los socialistas lo primero que hicieron al llegar fue crear la LOGSE y con eso enseñaron a la gente a conseguir las cosas sin esfuerzo ni sacrificio”.

Conforme avanzaban los minutos se iba sabiendo que Rajoy lograba una mayoría absoluta más amplia que la que obtuvo en 2006 José María Aznar. Pero, después de leer Rajoy su mensaje y después de salir al balcón, después de los “presidente, presidente….” y los “yo soy español, españool…” la sombra de Aznar seguía planeando en la calle sobre su heredero.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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