Ministrables sin cartera
En el banquillo del PP hay una decena de dirigentes que han acompañado a Rajoy en ocho años
No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Forman parte de la guardia pretoriana de Mariano Rajoy, quienes le han acompañado durante los últimos ocho años de travesía por el desierto. Algunos deben su carrera política al actual líder, otros son veteranos de la etapa de Aznar que han sabido reciclarse en los nuevos tiempos. Algunos aspiran a sentarse pronto en el Consejo de Ministros; otros saben que les toca esperar. Pero todos están convencidos de que Rajoy contará con ellos.
Soraya Sáenz de Santamaría
Una política imprevista
Llegó a la política por casualidad. Era una brillante abogada del Estado en León, y envió su currículum a Paco Villar, el veterano jefe de gabinete de Rajoy, recientemente fallecido. A Villar le gustó, ella acudió en autobús a Madrid, y la fichó para el equipo del entonces ministro de Administraciones Públicas. Ni era del PP ni tenía trayectoria política. Algunos no descartan que hubiera votado al PSOE alguna vez. Pero era eficaz y discreta, dos cualidades muy apreciadas por Rajoy.
En 2004, él la incluyó en la lista de Madrid en el puesto 18. No salió. Pero entró en el Congreso cuando Rodrigo Rato dejó la política para irse al FMI. Desde entonces, siempre con eficacia, trabajo y discreción —y con muy poco perfil político, huyendo de los titulares— fue creciendo hasta que en 2008 Rajoy decidió romper con el aznarismo y la nombró su portavoz parlamentaria. Una mujer que se casó por lo civil en Brasil y prometía y no juraba su cargo de diputada daba una imagen de modernidad opuesta al PP tradicional. “Todo el mundo tiene derecho a una oportunidad”, dijo Rajoy el día que la nombró ante las miradas escépticas de los veteranos.
Sin arriesgar pero con mucha preparación —sus intervenciones de control al Gobierno las estudia a conciencia—, y gracias a la posibilidad de consultar desde la cercanía a Rajoy, ha ido consolidando una buena imagen en las encuestas. Ahora, cuando acaba de ser madre, le llega el momento de la verdad: todos dan por hecho que será vicepresidenta política. Nadie duda de su enorme capacidad de trabajo. Pero no se ha puesto a prueba aún su nivel político en un Gobierno. Ahora tendrá el poder de verdad, no el de la oposición, y deberá ejercerlo en circunstancias difíciles.
Dolores de Cospedal
La ensoñación manchega
De María Dolores de Cospedal, nacida en Madrid hace 46 años pero criada en El Bonillo (Albacete), siempre se destacan dos hechos irrefutables. Primero, el profesional: que aprobó con 26 años la dura oposición de Abogados del Estado, lo que le facilitó una meteórica carrera en la Administración en varios departamentos con altos cargos de la época de José María Aznar (Javier Arenas, Ángel Acebes, Esperanza Aguirre). Segundo, el personal: que decidió, ya con una carrera política más que incipiente, ser madre en la cuarentena por fecundación in vitro cuando aún era soltera. Algo inhabitual en una dirigente del PP, que la barnizó al principio con una imagen moderna que se ha ocupado de matizar con el tiempo, por ejemplo, con fotografías llena de perlas en la profesión del Corpus Christi de Toledo, con una política un punto revanchista hacia su predecesor y con algún nombramiento extraño.
Pero Cospedal también ha sido y aún es la primera mujer secretaria general de uno de los principales partidos políticos en España, nombrada por Mariano Rajoy para salvar la enorme crisis previa al polémico Congreso del partido en Valencia en 2008 y para gestionar a continuación todos los marrones internos que saltaron en su formación, incluido el enredado caso judicial y político de Francisco Camps. Fría, componedora pero también ejecutiva.
Desde mayo pasado es también la primera presidenta de Castilla-La Mancha, tras arrebatar ese bastión casi histórico de los socialistas durante 21 años. Esos miles de votos con los que superó al final a José María Barreda (muy pocos en la provincia clave de Guadalajara) le dieron el escaño definitivo que le proporcionó la mayoría absoluta, el gobierno de una comunidad emblemática para el PP y le han abierto las puertas del futuro del partido tras Rajoy.
Tras el 20-N, si el PP acaba gobernando, no está sin embargo entre las ministrables, al menos del primer Gabinete de Rajoy. Su objetivo es otro. Seguir, pese a algunas críticas internas, al frente del aparato, en Génova, y consolidarse como presidenta regional. Y esperar su oportunidad.
Alberto Ruiz-Gallardón
El eterno aspirante
La figura de Alberto Ruiz-Gallardón ha protagonizado la vida política madrileña durante los últimos 25 años. Tras su frustrado intento de acompañar a Rajoy en 2008, el alcalde ocupa ahora el cuarto lugar en la candidatura del PP por Madrid. Gallardón comenzó su carrera política en 1983 como concejal en el Ayuntamiento de la capital con solo 25 años. Hijo de José María Ruiz-Gallardón, miembro de la ejecutiva de AP, su carrera política fue fulgurante. En 1986, con tan solo 28 años, ocupó la secretaría general de Alianza Popular de forma provisional. Un año más tarde libró su primer pulso con el socialista Joaquín Leguina para hacerse con la presidencia de la Comunidad de Madrid. Lo logró tras perder dos elecciones, en 1995.
Tras ocho años al frente de la Comunidad, José María Aznar, expresidente del PP, lo envío al Ayuntamiento en 2003, para competir por la alcaldía con Trinidad Jiménez (PSOE). Durante su mandato al frente del Consistorio, el alcalde soterró buena parte de la M-30 a costa de convertir a la ciudad en la más endeudada de toda España. Gallardón ha embarcado a la ciudad en tres carreras olímpicas desde que es acalde, sin éxito hasta el momento. En este periodo ha mantenido frecuentes roces con su compañera de partido Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid. Hace cuatro años apostó fuerte por ir en las listas al Congreso, pero las luchas internas le dejaron fuera. Amenazó con abandonar la política, pero su ambición lo mantuvo al frente del Ayuntamiento. Ahora parece cerca de ocupar uno de los sillones del consejo de Ministros que presidirá Rajoy.
ESTEBAN GONZÁLEZ PONS
La navaja de Rajoy
Esteban González Pons (Valencia, 1964) es uno de los principales lanceros de Mariano Rajoy desde que este se consolidó como líder del PP en 2008 en el congreso de Valencia. Fue el primer nombre que desveló Rajoy para su equipo, como muestra de agradecimiento al apoyo de Francisco Camps en ese momento de debilidad, y lo situó al frente de la quinta planta de Génova, 13.
Antes había sido el portavoz del Senado más joven de España y había ocupado tres consejerías en el primer Gobierno de su amigo Camps, pero es en la vicesecretaría de Comunicación donde González Pons más partido de sí sacaría. Su lengua de navaja barbera le han garantizado siempre hueco en los medios de comunicación.
Desde entonces, el rating para figurar en la alineación estelar de Rajoy, si el 20-N le es propicio en las urnas, no ha parado de subir. Su adicción a los titulares y su voracidad mediática le abren muchas posibilidades. Su principal valor es que encanta a los adeptos e irrita al adversario por igual medida. Su único obstáculo, su desbordante efervescencia verbal, que le ha hecho derrapar varias veces en poco tiempo, prometiendo tres millones y medio de puestos de trabajo o llamando idiotas a los votantes del PSOE.
JORGE MORAGAS
El hombre de la foto
Bromean en el PP asegurando que hay un premio para quien tenga una foto con Rajoy en la que no aparezca Jorge Moragas en segundo plano. Y por ahora nadie lo ha ganado. Este barcelonés de 46 años, con un título que apenas cabe en la tarjeta de visita -coordinador de Presidencia y Relaciones Internacionales del PP- se ha convertido en la sombra del líder.
Aznar lo conoció en el departamento de protocolo de Moncloa cuando llegó en 1996 y Javier Zarzalejos, su fontanero mayor, lo fichó como jefe de Gabinete dos años después, cambiando una carrera diplomática apenas iniciada por un puesto en el aparato del partido. Rajoy lo encontró en Génova cuando fue elegido sucesor y también debió seducirle su melena traviesa y su sonrisa franca, pues no se separó de su lado desde que le organizó la primera gira internacional, en 2004. Siempre ha estado en el lugar oportuno y ha sabido granjearse la confianza del nuevo jefe. El 20-N va de número dos en la lista popular por Barcelona. ¿Y después? No muy lejos de Rajoy, seguro.
JAVIER ARENAS
El superviviente
Si tras un naufragio, hay un bote a la deriva, una tabla a la que asirse o un simple trozo de corcho al que agarrarse, ahí, siempre ahí, estará Javier Arenas, un superviviente de la política, uno de los pocos dirigentes (junto a Mariano Rajoy o Federico Trillo) que permanece en la primera línea de mando del PP desde hace más de 20 años, con pequeños pasos atrás que siempre le han servido para tomar impulso y volver al cogollo donde se toman las decisiones.
En estas dos décadas, Javier Arenas (Sevilla, 1957) ha sido casi todo en la política nacional (vicepresidente del Gobierno, ministro y secretario general del PP), a la que, según dice, no quiere regresar. Si quisiera lo haría: Rajoy no olvida que en 2008, tras su segunda derrota electoral, Arenas tejió la red de apoyos que le permitieron continuar cuando sufrió una operación de acoso y derribo (auspiciada desde dentro y con la colaboración de medios de la derecha) para que dejara el liderazgo del PP.
Y eso que Arenas no era, en 2004, de los marianistas convencidos y que fue Rajoy quien le obligó a regresar a Andalucía para recomponer un partido destrozado. En aquel momento, él prefería quedarse en Madrid como secretario general o portavoz en el Congreso, pero no lo logró. Arenas, político habilidoso donde los haya, se hizo el más marianista de todos los marianistas (igual que es el más centrista de todos los centristas, si toca, o el más duro de todos los duros, si toca). Poco a poco su ascendencia sobre Rajoy fue creciendo, hasta el punto de que nadie duda de que ahora es de las personas más decisivas de su entorno.
Arenas ha ejercido su poder interno en el PP desde Andalucía, su principal cuenta pendiente, la comunidad en la que ha sido tres veces candidato y que tres veces le ha dado la espalda. Tras el 20-N, sabe que la reválida definitiva de su vida llegará en marzo de 2012, cuando por cuarta vez oposite para ser presidente de la Junta. Lo tiene todo a favor para sacarse esta espina, pero no se fía. Su temor es quedarse a las puertas de la mayoría absoluta, la única garantía de que gobernará. Pase lo que pase en marzo, solo hay algo seguro: Arenas sobrevivirá.
CRISTÓBAL MONTORO
Un tipo repetible
Cristóbal Montoro es un tipo soso, aburrido…repetible. Lo ha definido así, en declaraciones publicadas a lo largo de años, quien mejor lo conoce: el propio Cristóbal Montoro (Jaén, 1950). Doctor en Ciencias Económicas, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria, diputado en cinco legislaturas, ex ministro de Hacienda (2000- 2004) y ex diputado en el Parlamento Europeo, Montoro ha sido la voz del Partido Popular en cuestiones económicas en los últimos tres años. Sucedió en la tarea al también exministro Miguel Arias Cañete. Por eso, por "haber estado ahí" cuando el PP parecía aún lejos de ser alternativa de Gobierno, está ahora en todas las quinielas para formar parte del futuro Gobierno del PP si se confirman las encuestas.
"Cuenta con posibilidades" asegura un ex compañero de tareas de Gobierno. Porque Montoro tiene una amplia hoja de servicios. En ella se incluye la autoría de los sucesivos planes liberalizadores del PP y los ajustes últimos de la economía del país para la incorporación a la unión monetaria europea en el año 1999. Bajo la batuta del entonces vicepresidente económico Rodrigo Rato, todo hay que decirlo."Cristóbal es de los de primera hora, de los del 93, del clan inicial, no de los del año 1996" asegura otro ex ministro de los gabinetes de José María Aznar.
Aparte de que nunca es buena la sobreexposición cuando se trata de ocupar una cartera ministerial, Montoro tiene otro punto débil, y más con la que está cayendo: no habla idiomas. No es un asunto menor. Mariano Rajoy puede lograr, quizá, ignorar los múltiples grupos de presión que van a intentar ejercer influencia sobre él. Pero no va a poder ignorar al grupo que más pesa ahora: los acreedores del Reino de España. Para tratar con ellos se necesita algo más que bagaje económico técnico y teórico. Se necesita inglés. Y Montoro, como explica otro fijo en las quinielas ministeriales, no habla idiomas. Pero si no conecta con la modernidad en materia de idiomas, la base de su pensamiento sí está en sintonía con la ola de peticiones que llegan desde las organizaciones empresariales.
En los noventa, Montoro ya proponía el freno a la presión fiscal, la flexibilidad en el mercado de trabajo y la contención salarial. Sin medias tintas. En 1992, desde el Instituto de Estudios Económicos (IEE) llegó a proponer la eliminación de la referencia del IPC a la hora de revisar las pensiones y los salarios de los funcionarios. Sus conclusiones y propuestas habían sido cocinadas al calor de los análisis bancarios (fue subdirector del Servicio de Estudios del Banco Atlántico) y los lobbies empresariales como la patronal CEOE, en la que fue miembro de los Comités Financiero, Fiscal y de Coyuntura Económica.
"Tímido", dice de él un histórico diputado socialista; "distante, terminas una conversación con él y no sabes si le ha interesado", remacha un antiguo compañero de partido. Montoro, que en los últimos tiempos ha añadido barniz político al perfil profesoral y técnico que lo ha acompañado desde los noventa, tiene facilidad, aseguran, para explicar de forma pedagógica cuestiones económicas arduas. Lo que no significa que siempre acierte en los análisis y en las exposiciones. Todavía hay quien recuerda cómo siendo secretario de Estado de Hacienda, con el halo de economista riguroso intacto, logró hundir la cotización en Bolsa de los grandes bancos al advertir, en plena crisis asiática, de los riesgos asumidos por las entidades en América Latina.
Fue un lunar que llegó a convertirse en abceso (resuelto con polémica pero sin consecuencias políticas) con el caso Gescartera. Por resumir: una agencia de valores que estafó 120 millones de euros a miles de inversores y que tenía como mascarón de proa (presidenta) a la hermana del secretario de Estado de Hacienda de entonces, Enrique Giménez-Reyna, subordinado de Montoro. El secretario de Estado se vio obligado a dimitir y su hermana fue condenada a tres años y seis meses de prisión junto con el dueño de Gescartera, Antonio Camacho (11 años). Montoro, que declaró en la comisión de investigación que constituyó el Congreso, capeó el temporal sin demasiadas consecuencias. Acostumbrado al perfil bajo, técnico, un tanto aburrido, Montoro guarda sorpresas: "En amor he hecho locuras", explicó hace ocho años en una jugosa entrevista.
ANA PASTOR
La sombra fiel
Si se pregunta a un ciudadano medianamente informado por el nombre de un político del PP que haya sido alto cargo en los ministerios de Educación, Presidencia e Interior durante los Gobiernos de José María Aznar y que, en la actualidad, esté en el Congreso con un acta conseguida por Pontevedra, es fácil que dude y el primer nombre que diga sea el de Mariano Rajoy. Y es que la carrera de Ana Pastor Julián (Cubillos de Pan, Zamora, 1957) está tan ligada a la del candidato presidencial del PP que ha estado en prácticamente todos sus equipos de confianza. Solo en los dos años que fue ministra de Sanidad en el último Gobierno de Aznar (2002-2004) no ha dependido jerárquicamente de Rajoy.
Pastor, casada y sin hijos, es, por tanto y sin lugar a dudas, una mujer de confianza de su jefe. Aunque no sea de las que está en todas las fotos con él. Médica de formación y funcionaria de carrera, su mayor visibilidad la alcanzó precisamente en los dos años en que fue ministra, y luego, como secretaria de Política Social del partido (octubre de 2004) ha seguido al frente de las políticas en temas sanitarios -y también educativos y de dependencia- de su partido.
Pero si se busca se podrán encontrar pocas declaraciones altisonantes en estos años. Ella prefiere el perfil técnico, y no meterse en honduras ideológicas. Al menos, no delante de los micrófonos. Los ataques a la ley del aborto, de muerte digna, de reproducción humana asistida (investigación con embriones incluida), por ejemplo, prefiere dejarlos en boca de otras personas del partido. Y cuando lo hace, no se la ve cómoda. Ella prefiere el trabajo de despacho, los montones de papeles, los informes farragosos, las reuniones inacabables.
Seguramente sería la candidata perfecta para ser ministra de Sanidad en el primer Gobierno de Rajoy -y el sector lo agradecería-. Pero sería un caso insólito de político que vuelve al ministerio que dejó hace ocho años. Además, se trata de una cartera que, con los recortes de la crisis, está en el ojo del huracán, y lo más probable es que el líder del PP prefiera a alguien con un perfil menos técnico y más político. En cualquier caso, de lo que no hay duda es de que va a contar con ella.
FEDERICO TRILLO-FIGUEROA
Residuo de la vieja guardia
El coordinador de justicia y libertades públicas del PP, Federico Trillo-Figueroa (Cartagena, 1952) es, junto a Javier Arenas, uno de los escasos miembros de la vieja guardia de Aznar cuya influencia se ha mantenido en la etapa de Rajoy. Expresidente del Congreso de los Diputados y exministro de Defensa en el segundo Gobierno de Aznar es el interlocutor en el PP de los miembros de la magistratura y de la fiscalía para situarse en el terreno de las responsabilidades políticas en el área de justicia.
Miembro del Opus Dei, Trillo ordenó en 2002 el desembarco en la isla de Perejil, que había sido ocupada por una guarnición marroquí.
Era ministro de Defensa cuando en 2003 se produjo el accidente del Yak-42, el avión ucranio que transportaba las tropas españolas que regresaban de Afganistán, y en el que murieron 62 militares españoles y 13 tripulantes. Trillo instó al equipo desplazado a Turquía a acelerar la repatriación de los cuerpos porque había que llegar a tiempo al funeral de Estado que iba a presidir Aznar y ocurrió el desastre de la errónea identificación de los cadáveres. Un general y dos oficiales fueron condenados, pero Trillo se negó a aceptar responsabilidad penal o política alguna.
Trillo defendió que los inspiradores de los atentados del 11-M no estaban en "desiertos lejanos", en referencia a ETA y en representación del PP se ha personado en la causa de la Operación Gürtel, no para descubrir la verdad de la corrupción que afectaba a su partido sino para acusar a la policía, al juez instructor y a las fiscales de parcialidad y de atacar solo al PP. Aparte de su célebre "¡manda Güevos!", su metedura de pata más graciosa es aquella en la que el 28 de septiembre de 2003 gritó "¡Viva Honduras!", en el destacamento de tropas de El Salvador integradas en la Brigada Plus Ultra desplegada en Irak.
JOSÉ MANUEL SORIA
José Manuel Soria (Las Palmas de Gran Canaria, 5 de enero de 1958) desde la presidencia del Partido Popular en Canarias ha comandado los últimos 10 años de los conservadores en el archipiélago. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, su carrera política ha sido meteórica desde que en 1995 fuera elegido por mayoría absoluta alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. Este cargo fue revalidado con el mismo resultado en las elecciones municipales de 1999, año en el que también fue elegido como presidente del PP canario.
Desde la dirección del partido en las islas, desempeñó una activa labor de apoyo a la política de José María Aznar y en 2003 fue designado diputado en el Parlamento de Canarias, tarea que simultaneó con la presidencia del Cabildo de Gran Canarias hasta que salió del Gobierno insular tras una moción de censura presentada por Coalición Canaria y Nueva Canarias en 2007. A pesar de varios escándalos que relacionaban a cargos del PP con corrupción urbanística (casos Bango, Eólico, Faycán y Salmón), José Manuel Soria accede al Gobierno regional, tras pactar con CC en 2007, como vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda.
En 2010 rompe el pacto con los nacionalistas por el apoyo de estos a los presupuestos estatales y en las elecciones locales de ese mismo año, a pesar de ser la fuerza más votada, el PP se queda en la oposición tras el pacto entre socialistas y nacionalistas. Quienes le conocen, alaban su capacidad para la estrategia política y cuenta entre sus virtudes la de saber medir los tiempos cuando se trata de negociar pactos de gobierno y en la sede de Génova lo ven como un candidato ministrable. Además ha sido uno de los primero políticos canarios en aprovechar las posibilidades de las redes sociales como Facebook y Twitter.
ANA MATO
La guardiana de Génova
Ana Mato (Madrid, 1959) lleva desde 1983 formando parte del aparato del PP, salvo el periodo que estuvo en la Junta de Castilla y León como miembro del gabinete del entonces presidente, José María Aznar (de 1987 a 1991) y la legislatura que fue eurodiputada (2004 a 2008). Por eso, es una de las personas que mejor conoce la organización del partido, hasta su más mínimo detalle.
Fue considerada siempre como integrante destacada del equipo de Aznar, pero Mariano Rajoy la rescató en abril de 2004 para encargarse del día a día del partido como vicesecretaria de Organización. Ahora es responsable de la campaña electoral del líder del PP.
Su actividad no ha estado exenta de polémica por la implicación de su ex marido, Jesús Sepúlveda, en el caso Gurtel y por declaraciones como las que ponían en cuestión el modelo educativo andaluz. Es licenciada en Ciencias Políticas y en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció como profesora tutora en la Universidad a Distancia (UNED). Tiene tres hijos.
Esta información ha sido elaborada por Javier Casqueiro, Carlos E. Cué, Miquel Arberola, Miguel González, José Yoldi, Emilio de Benito, Fernando Garea, Luis Barbero, Jesús Sérvulo González, Santiago Carcar y Pedro Murillo.
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