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PAUL RIOS | COORDINADOR DE LOKARRI

“ETA debe reconocer el daño causado, pero no pedir perdón”

El coordinador de Lokarri fue uno de los organizadores de la conferencia de paz de San Sebastián Asegura que lo urgente es abordar la legalización de Sortu y el acercamiento de los presos

Paul Rios en la casa de la paz de Aiete.
Paul Rios en la casa de la paz de Aiete.JAVIER HERNÁNDEZ

Nada más terminar la entrevista, a Paul Ríos (Getxo, 1974) le aborda una señora por la calle. “Muchas gracias, felicidades, mucho ánimo”, le dice. El coordinador del movimiento social pacifista Lokarri, de orientación nacionalista, fue uno de los organizadores de la conferencia de paz de San Sebastián en la que, el pasado 17 de octubre, el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, el líder del Sinn Feinn, Gerry Adams, o el ex primer ministro irlandés Bertie Ahern, entre otros, pidieron a ETA una declaración pública del “cese definitivo” de la actividad armada. La banda utilizó esa misma terminología en el comunicado en el que abandonó la violencia tres días después. Ríos asegura que ahora lo urgente es abordar la legalización de Sortu y el acercamiento de los presos. Cree que no será un proceso fácil. Y que los principales obstáculos vendrán de los que quieren un final basado en la derrota de ETA y los que consideran que, gracias a la violencia, se ha alcanzado la paz.

Pregunta. ¿Qué se pretendía exactamente con la conferencia de paz de San Sebastián?

Respuesta. Había tres objetivos. Poder reunir a personalidades internacionales representativas que habían seguido con interés lo que ocurría aquí. Conseguir la máxima pluralidad de fuerzas políticas y sindicales vascas y que hubiera una aportación que pudiese ser decisiva en este proceso de transformación para poder abordar un proceso de paz. Consideramos que se han conseguido. Se consiguió una foto inédita. Faltó el PP, pero la derecha francesa estuvo. La declaración final tiene un valor en sí misma por representar a la comunidad internacional. Ha sido el último empujón para que ETA declare el fin de la violencia.

P. Tres días entre la conferencia y el comunicado de ETA. ¿Era ese encuentro la condición de la banda para abandonar las armas?

R. La decisión de organizar la conferencia se toma cuando se ven condiciones como para que la aportación que salga de ahí pueda ser atendida por ETA, pero también pueda ser un aliciente para todos para iniciar una nueva etapa. Yo no sabía si iba a haber un comunicado de ETA después. Sabía, tenía la esperanza, de que lo habría pronto, porque personas de este nivel pidiendo el cese de la violencia era un llamamiento que ETA no podía ignorar. Las personalidades que participaron no sabían que iba a haber comunicado de ETA, pero tenían el convencimiento de que era lo único que faltaba para que no tuviera otra que hacerlo.

P. Desde algunos sectores se ha dicho que esa conferencia legitima de algún modo el papel de ETA como actor político.

R. Algunos habían pensado que la violencia se iba a terminar con un policía o un guardia civil deteniendo al último militante de ETA. El hecho de que sea la propia ETA de manera unilateral y sin condiciones la que decide poner fin a la violencia pues no les gustaba demasiado. El gran valor que tiene la conferencia es, por un lado, que se le pone a ETA en la tesitura de tener que responder de manera unilateral y sin condiciones, pero al mismo tiempo, consagra que las cuestiones políticas solo les corresponden a los partidos y a las instituciones. Que a ETA solo le corresponde hablar de las consecuencias humanitarias de estos años de enfrentamiento. El gran error de 2006 [del fallido proceso de paz] es que se mezclaron los dos temas: la violencia y la política. Ahora ETA o por convencimiento o porque no le ha quedado otra ha tenido que asumir el papel que le corresponde, que ya no es tutelar o garantizar un proceso, ni negociar sobre cuestiones políticas.

P. ¿Debemos estar satisfechos con el comunicado de ETA? No ha habido ningún tipo de autocrítica solo recuerdo a los suyos.

R. Creo que cualquier persona hubiera elegido otra escenografía y otro texto, pero eran ellos los que lo tenían que hacer. Dejan algo muy claro: el cese definitivo de la violencia. El que tenga dudas de esa voluntad tiene que tener en cuenta que hay tres barreras de seguridad que dejan a ETA sin alternativa. Que se lo pide la inmensa mayoría de los vascos, la izquierda abertzale ilegalizada, el sector que más cerca ha estado de ellos, y también todas estas personalidades que participaron en la conferencia. Si en algún momento quiere volver a la violencia, ETA sabe que tendrá que enfrentarse a estos tres colectivos.

P. ¿Este final de la violencia es la derrota de ETA?

R. Este tema de derrotas no me gusta ni me siento cómodo con él. Lo que creo que ha quedado muy claro es la derrota de la violencia como método de resolver los problemas que puede tener la sociedad vasca. Eso es lo que ha quedado más nítido y lo que más puede servir para construir el futuro.

P. Pero en el proceso anterior se reivindicó todo, la anexión de Navarra, la expulsión de las fuerzas de seguridad… Ahora todo ha quedado en la legalización de la izquierda abertzale y los presos.

R. Una conclusión del proceso de paz de 2006 es que no se puede abordar un proceso así cuando no has trabajado previamente las condiciones. No se pueden abordar todos los problemas al mismo tiempo. Ahora solo había dos condiciones fundamentales: el fin definitivo de la violencia de ETA y la legalización de la izquierda abertzale. Espero que al Constitucional no se le ocurra mantener la ilegalización de Sortu.

P. O sea, que el éxito de ahora se debe a que se han concentrado en esas dos condiciones.

R. Eso es. En poner un buen suelo. Ahora hay que construir la casa. En 2006 se mezcló todo. Se intentó poner el tejado antes del suelo. Hubo gran confusión sobre el papel que le correspondía a cada uno. La diferencia con 2006 está en que ha quedado muy claro en la izquierda abertzale que deben de ser ellos, los políticos, los que deben tener el liderazgo, la gestión de las cuestiones políticas. Y no ETA.

P. ETA no ha hablado de disolución. Mucha gente no cree por ello su comunicado.

R. Los que dicen eso no dicen la verdad. Hace cinco años decían que ETA tenía que declarar el final definitivo de la violencia. Ahora es la disolución, mañana será la entrega de armas, luego que pidan perdón, que paguen las indemnizaciones. La derecha tiene una insatisfacción absoluta porque le han quitado el juguete de las manos. La historia no se produce en un día, todo es cuestión de un proceso. Una vez en esta situación, dar los siguientes pasos es más sencillo. Evidentemente habrá que afrontar la cuestión relativa a las armas y demás. El IRA, por ejemplo, no se ha disuelto, ha ordenado a sus voluntarios que dejen la violencia y se pongan a hacer acciones políticas. Este tipo de cosas se podrán ir abordando. Veo condiciones para ello.

P. Uno de los escollos es el tema de la autocrítica de ETA, del perdón. ¿Es necesario ese perdón para la futura convivencia?

R. Más que perdón hay que hablar de reconocimiento del daño causado, porque con el perdón, a la otra parte la pones en situación de responderte. A ninguna víctima se la debe poner en situación de responder a una situación de perdón. Lo que hay que hacer es reconocer el daño causado, un daño irreparable para muchas personas. Eso es lo que en algún momento se debería producir para asentar las bases de que esto no se repita en un futuro.

P. Pero reconocer el daño es reconocer que la violencia no ha servido para nada.

R. El IRA también lo hizo. Dijeron que habían estado luchando por unos ideales y en el curso de esa lucha causaron un daño injusto a muchas personas. Creo que es un hecho objetivo el reconocer que empleando la violencia hay personas que han sufrido de una forma irreparable.

P. Ustedes se oponen a la violencia de ETA, pero también a la humillación que se pueda causar ese mundo ¿qué es lo humillante?

R. Lo humillante es lo de obligarles a pedir perdón. Es humillante para ETA, pero también para las víctimas. Es durísimo. Imagínate lo que tiene que ser hablar con tu familia para ver si perdonas o no. Eso no se lo merece nadie. Humillar es también esta idea de que saquen un comunicado diciendo que han sido derrotados y que todo lo que han hecho es un error absoluto. O exigir a la izquierda abertzale que renuncie a sus objetivos políticos por estar contaminados por la violencia. También la idea de venganza institucionalizada: exigirles que dejen la violencia y que, a pesar de reconocer el daño causado, cumplan 40 años en la cárcel.

P. ¿Qué deberían aportar las víctimas en este proceso?

R. Nadie tiene derecho a pedirles que aporten nada. Lo que ellos han pasado es muy personal, como quieran ver el futuro también es muy personal. Hay que darles arrope, escucharlas y nada más. Si no estaríamos pidiendo un esfuerzo especial a las personas que han sufrido más. Los esfuerzos los deben hacer los partidos, las instituciones y la ciudadanía.

P. Ustedes exigen la legalización de Sortu. ¿No está legalizada la izquierda abertzale con Bildu?

R. La izquierda abertzale está legalizada para participar en las instituciones, pero no para hacer política normalizada. Creo que la izquierda abertzale también quiere hacer su propia transición política y ello implica que puedan dar ruedas de prensa, celebrar asambleas o tener militancia como tienen otros partidos. Eso ahora no lo pueden hacer. Si en un momento dado se decide poner un espacio de diálogo para buscar pasos a dar en el futuro no van a poder estar porque son ilegales. Creo que la normalización y la inclusión exige que ellos también estén.

P. Pero si Bildu o Amaiur deciden mañana inscribirse como partidos no parece que nadie los pueda ilegalizar.

R. Ya, pero Bildu y Amaiur son coaliciones. Con el comunicado de ETA y con la sentencia de Bildu, la verdad, no veo ningún motivo para que el Constitucional decida que Sortu no es legal.

P. Aparte de rechazar la violencia, Lokarri también denuncia violaciones de derechos humanos respecto de los presos. ¿Cuáles son esas violaciones?

R. Creo que hay un castigo añadido, la dispersión. Pero también que a prácticamente todos los presos se les ha aplicado un régimen especial en la prisión. Siempre han estado en primer grado, con menos horas de patio, con más dificultades para los estudios, para las visitas… Creo que todo eso tiene que cambiar. En esta nueva situación no valen castigos añadidos.

P. Pero esa situación especialmente gravosa la ha elegido el propio colectivo de presos con sus protestas en la cárcel. Son ellos los que en la mayoría de los casos han rechazado acogerse a beneficios penitenciarios.

R. Ellos han dado instrucciones de que no se aceptasen los beneficios, pero en esta situación deben ser tratados como el resto de los reclusos. Este tema de la dispersión es una medida que se toma porque sí. Preso nuevo, preso dispersado. En este tema también debe haber un cambio en la política penitenciaria. También está la reflexión de lo que se debe hacer en el colectivo de presos. El tema de las amnistías es muy complicado, no solo porque lo prohíbe la legislación española sino por la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Hay que pensar en soluciones de tratamiento individualizado. No es lo mismo Arnaldo Otegi, que está en prisión por actividades puramente políticas, que alguien que está condenado a mil años por nueve asesinatos. La opinión pública no está preparada para abordar todo al mismo tiempo. Tener en cuenta esos criterios ayuda a entender.

P. El Código Penal y la legislación penitenciaria exigen pedir perdón a las víctimas y rechazar la violencia para acceder a beneficios. ¿Crees que los presos están dispuestos a dar esos pasos?

R. No lo sé. El legislador que puso esa condición era, con todos los respetos, un completo ignorante en victimología. En Irlanda había tres condiciones: que la organización hubiera decretado el alto el fuego, un compromiso de no implicarse en actividades violentas y tampoco en otro tipo de actividades delictivas. También hubo un reconocimiento del daño causado. El problema del perdón no es solo para el preso. Pedir perdón puede ser muy difícil, pero a quien realmente le sale caro es a la víctima. Es trasladar una responsabilidad a la víctima. La segunda condición, la del rechazo de la violencia, ya se ha dado, porque ETA la ha abandonado.

P. Hay algunos presos, los que el Gobierno ha acercado a Nanclares de Oca, que sí han aceptado esas condiciones. ¿Cree que ese puede ser el camino a partir de ahora?

R. Por lo poco que conozco creo que lo que se ha hecho en Nanclares es un mal ejemplo. Se levantaron algunas expectativas en esos presos críticos con la violencia que el Gobierno o no ha cumplido o ha sido muy cicatero en su cumplimiento. Y eso lo ha conocido el colectivo mayoritario de presos y ha generado muchas dudas. Han pensado ‘si con estos que están en contra de la violencia el Gobierno actúa de esa manera tan rácana, qué van a hacer con nosotros’. Esos casos han tenido un efecto negativo.

P. Ustedes se oponen a los que quieren la humillación de ETA, pero también a los que dicen que la paz ha llegado gracias a la violencia. Sin embargo, estos últimos parece que son los que van a capitalizar el cese definitivo. Ahí están los resultados de Bildu y las encuestas que dan un magnífico resultado a Amaiur en las generales.

R. Cuando nos referimos a los que creen que mediante la violencia se ha alcanzado el fin de la misma no hablamos de la izquierda abertzale, Amaiur o Bildu. Su reflexión es que si se quieren solucionar los problemas de la sociedad vasca por la violencia no se va a conseguir. Solo por el diálogo. Sí que hay una parte extrema de estos sectores que dicen que gracias a la lucha armada se ha llegado hasta aquí. Yo digo que pese a la lucha armada ha llegado este momento y que lo único que ha conseguido la lucha armada es que este momento se retrase indebidamente en el tiempo. En otros procesos también se ha visto que aquel que ha hecho un esfuerzo por dejar la violencia luego ha tenido un buen resultado electoral.

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