Fiesta por la paz en Nueva York
Medio millar de invitados convierten la recepción del Gobierno en una fiesta por la paz El comunicado de ETA pilló a López en el tren de Washington
“Hoy presentamos al País Vasco en Nueva York y por primera vez no tenemos que explicar que, pese a los terroristas, somos un gran país”. El medio millar de personas que se habían congregado en Guastavinos, el antiguo mercado bajo el puente de Queensboro, para degustar productos vascos, acogieron el fin de ETA con un aplauso cargado de emoción.
Las palabras del secretario general de la presidencia, Guillermo Etxenike, apenas siete horas después de hacerse público el comunicado de la banda terrorista, y mientras el lehendakari Patxi López volaba hacia Madrid, dieron paso a una fiesta en la que desde Winton Marshalis hasta Mikel Urmeneta —Kukuxumuxu— pasando por alcaldes, y el ex presidente de la patronal vasca Confebask, Miguel Lazpiur entre un nutrido grupo de neoyorkinos, brindaron por la paz.
En Euskadi era de madrugada. En Estados Unidos la noche echaba a andar. Era un final perfecto en el que los pintxos y el buen vino ahogaron un largo día en el que los nervios y las presiones tras la salida del comunicado estuvieron a punto de estropearlo. El comunicado de ETA llegó cuando el lehendakari viajaba desde Washington a Nueva York en un tren de alta velocidad.
El problema es que López tenía todo preparado para reaccionar al comunicado en la ONU, una hora más tarde. Había reservado dos estancias para lanzar su mensaje desde ese foro internacional, aprovechando la cita que tenía con la responsable de ONU Mujeres, Michel Bachelet, y así proyectar, desde ese lugar, una imagen de solidez institucional. Y después volaba a Euskadi. Pero en medio del trayecto del tren se precipitó todo.
ETA hizo público el comunicado antes de lo previsto y las presiones de La Moncloa sobre la presidencia vasca fueron tremendas. El coste de priorizar la respuesta del lehendakari a la del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, era la inmediatez, y en el tren, López no tenía capacidad de maniobra para mostrar su imagen y eso que viajaba junto a cámaras de televisión por si acaso.
Pero la red wi-fi del tren, un convoy rápido de la compañía Amtrak, era tan lenta que las imágenes de López hubieran tardado más de seis horas en saltar a Internet. Muy tarde. Se barajó grabarlo por teléfono, pero la señal era deficiente. El tiempo corría y en Vitoria el margen era cada vez menor, apenas de minutos. La consigna era lanzarlo como sea.
Al final López hizo las últimas modificaciones del discurso y lo grabó in extremis, en un asiento del tren pero solo el sonido, tarde, y la declaración escrita llegaron a Euskadi. El noble escenario de la ONU se había transformado en un asiento de tren de color gris, pero pese a todo, reaccionó con rapidez, a costa del enfado inicial de los periodistas que le acompañaban, y que esperaban para grabarle junto al Madison Square Garden, compuestos y sin sus palabras que ya circulaban por todos los medios.
“Hoy es un gran día para Euskadi y sus ciudadanos” concluyó López en Nueva York. Poco después embarcó y el resto de la delegación prosiguió con la recepción a los vascos en la Gran manzana.
Más allá de las diez y media de la noche, el vino circulaba a toda velocidad por el espectacular espacio abovedado de Guastavinos, llamado así en honor del arquitecto valenciano, alumno de Gaudí, que se hizo famoso en Nueva York. “ETA ha anunciado el final de una etapa que nunca debió comenzar. Es un momento que pertenece a los ciudadanos de Euskadi que una y mil veces nos hemos manifestado contra ETA”, dijo esperanzado Etxenike.
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