La concejal de las peras y las manzanas
Del matrimonio homosexual a la boina de contaminación, la edil no ha dejado de meterse en todos los charcos políticos con sus declaraciones
“Ana, te quedas al frente de la ciudad”. Esta frase la pronunció el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, el 9 de octubre de 2008, poco antes de partir hacia México en viaje de promoción de la candidatura olímpica de Madrid 2016 junto al vicealcalde, Manuel Cobo. Entonces, fueron apenas cuatro días los que la concejal de Medio Ambiente blandió simbólicamente el bastón de mando de la alcaldía. Pero, si como dicen las encuestas el PP gana las próximas elecciones del 20-N y Mariano Rajoy debe formar Gobierno, es previsible, como se da por hecho ya en el PP, que Gallardón sea llamado a ocupar un ministerio y tenga que repetir la misma frase. Y, esta vez sí, cederle el bastón a Botella para lo que queda de legislatura (casi toda, hasta mayo de 2015).
Que Ana Botella se convierta en alcaldesa es una probabilidad con la que se viene especulando desde que Gallardón la incluyó en la lista al Ayuntamiento, en la campaña de marzo de 2003, cuando ella todavía no había abandonado La Moncloa de la mano de su esposo, el expresidente José María Aznar (eso ocurriría en marzo de 2004). Se trataba de dar un golpe de efecto que contrarrestara la designación de Trinidad Jiménez en la lista socialista y, a la vez, atraer al ala más dura de la militancia del PP que considera que Gallardón es demasiado progresista. La hipótesis volvió a surgir con fuerza tres años después, cuando Gallardón le ofreció el número dos de la candidatura, para bloquear cualquier intento de su rival interna, Esperanza Aguirre, de imponerle el nombre de su número dos. Y renació con fuerza en mayo, durante la pasada campaña electoral, cuando el PSOE trató de utilizar el factor Botella para infundir en los votantes de izquierda el miedo al PP.
Pese a los intentos de Botella de pasar inadvertida –no es muy dada a la exposición pública como política-, su paso, primero, por la Concejalía de Empleo y Servicios a la Ciudadanía y, luego, por la de Medio Ambiente y la Tenencía de Alcaldía, ha estado rodeado de polémica por sus no siempre afortunadas declaraciones.
Botella ya se estrenó en el Ayuntamiento de Madrid con un patinazo antes de formar parte incluso del pleno municipal. Dos días antes del arranque de la campaña electoral de 2003, pidió el voto para su partido durante un acto municipal en el que se invitó a cocido a 700 jubilados. La candidata admitió su “error” y el alcalde y el entonces presidente del PP en Madrid, Pío García-Escudero, tuvieron que anunciar que el partido se haría cargo del convite.
Cuando apenas llevaba seis meses de mandato, Botella protagonizó el primer roce con la oposición: había decidido trasladar la sede de su concejalía, en el distrito centro, al barrio de Salamanca, en la calle de Ortega y Gasset (la milla de oro de la capital). La mudanza suponía un gasto de 14,5 milllones de euros. Gallardón tuvo que justificar el gasto y explicar que se trataba de unificar todos los servicios en un mismo edificio.
Pero fue en octubre de 2004 cuando Ana Botella protagonizó su más conocido desliz. En una entrevista en Tele 5, la concejal desarrolló la que luego se ha conocido como “teoría de las manzanas” sobre los homosexuales, para defender su postura contraria a que estos puedan adoptar. Esta fue su exposición: “Los matrimonios entre homosexuales nunca serán igual que los celebrados entre los heterosexuales, de la misma manera que dos manzanas dan lugar a otra manzana y una manzana más una pera, nunca darán igual a dos manzanas porque son componentes distintos”.
"Yo no casaría a una pareja homosexual"
Apenas seis meses después, Botella insistía en su fobia al matrimonio gay. En una entrevista concedida al diario italiano Il Giornale, en abril de 2005, afirmó: “Yo, sinceramente, no casaría a una pareja homosexual”. Además, aseguró que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero había permitido el matrimonio homosexual “para complacer a un lobby poderoso”.
A Zapatero también lo encontró culpable, en julio de ese mismo año, de la derrota de la candidatura de Madrid 2012. “Cuando tenemos un presidente del Gobierno que ni se levantó al paso de la bandera de Estados Unidos, hay una serie de cosas que los americanos, no hablo del presidente, hablo del pueblo, no perdonan”, afirmó. Estas palabras desataron la ira de la oposición municipal (PSOE e IU), que pidió su reprobación , aunque la mayoría de votos del PP en el pleno logró impedirlo.
“Cuando empiecen a funcionar estos tres nuevos centros, los vecinos se darán cuenta de que las personas que pasan allí las noches de invierno no molestan en absoluto. Porque está demostrado que no molestan. Pero, si damos su ubicación antes de abrirlos, los vecinos creerán que molestan”. Con estas palabras justificaba Ana Botella en noviembre de 2006 su intención de no anunciar la dirección de los tres nuevos albergues para indigentes en la almendra central de la capital. Ya había sufrido la queja vecinal dos años antes, cuando decidió convertir el velódromo abandonado de Carabanchel en albergue de invierno. Los vecinos llegaron a agredir a los sin techo y la policía tuvo que acordonar el recinto durante días.
Tras las elecciones de mayo de 2007, Botella se convierte en edil de Medio Ambiente. Y ese mismo verano desata las iras de los vecinos, cuando la concejalía anuncia un cambio en la ordenanza de basuras, que le permitirá comprobar si el reciclado de las basuras se hace correctamente, por lo que comienza a enviar fotos de los residuos para mostrar que la separación se ha hecho mal. Sin embargo, la medida es pronto rechazada por el Tribunal Superior de Justicia.
El "polvo africano"
A principios de 2008, la concejal de Medio Ambiente tendría su primer encontronazo con los ecologistas a causa del aire de Madrid. Luego llegarían más. Pero entonces la edil se atrevió a culpar al “polvo africano” de la contaminación de la capital, olvidando que el 80% de la polución procede del tráfico, la del dióxido de nitrógeno, que no procede del Sáhara, sino de los tubos de escape. Los ecologistas la llamaron “ignorante” y fue reprobada hasta por la entonces ministra de Medio Ambiente, la socialista Cristina Narbona. Pero cuando el asunto llegó al pleno municipal, Botella espetó a los concejales de la oposición: “Tenemos que ser felices, no sean catastrofistas”.
Y también se ha enfrentado al arte callejero. “Los graffiti no son arte, son actos vandálicos y la liberta del que los hace acaba donde empieza la persona que se encuentra con la fachada de su casa pintada”, aseguró al presentar el balance del plan de limpieza, en marzo de 2008. Dos años después, subiría a 3.000 euros las multas por hacer estas pintadas.
La concejal de Medio Ambiente se enfrentó a una inmigrante polaca en mayo de 2008 a cuenta de la limpieza. La mujer le afeó en una visita al distrito de Vicálvaro que los 92 empleados y 60 máquinas eran inútiles si se utilizaban a la vez y no escalonadamente. “Yo no sé si ustedes tiene costumbre; nosotros, sí. Se hace una cosa que nosotros llamamos limpiezas generales y se hace todo a la vez”.
En el verano de 2009, la concejalía de Botella inicia el acoso a las fiestas del Día del Orgullo Gay, que han convertido al barrio de Chueca en un referente internacional. El 1 de julio de 2009 la Concejalía de Medio Ambiente anuncia que a partir de 2010 las fiestas ya no serán en este barrio. Y cuando aún no han transcurrido 24 horas la asociación de gays, lesbianas y transexuales de Madrid pone el grito en el cielo: “No vamos a salir de Chueca”, anuncia el presidente, Miguel Ángel González. El Ayuntamiento tuvo que reconocer un “malentendido”, porque la organización del evento se había comprometido a estudiar para el año siguiente medidas para suavizar las molestias porque Botella alegaba que se producía ruido insoportable para los vecinos.
La polémica ha vuelto a surgir cada verano. En 2010, la organización tuvo que desplazar el centro de la fiesta de Chueca a la plaza de España y se recortó el tiempo de música de la plaza de Vázquez de Mella (el foco tradicional del festejo). Pese a ello, Botella expedientó a la organización con una multa de 35.000 euros. En 2011 llegaron los conciertos sin ruido (con cascos), porque Medio Ambiente vetó la instalación de un escenario en la plaza de Chueca.
"El paro asfixia más"
De vuelta al año 2010, Botella acusa a los indigentes de impedir la limpieza de las calles. “Los mendigos son una dificultad añadida”, afirma la edil el 21 de septiembre. A principios de 2011 vuelve la polémica de la contaminación. La concejal se ve obligada a admitir que la ciudad supera los límites legales y asegura que pedirá una moratoria a la Unión Europea para cumplir con la norma, pero se niega a cortar el tráfico –“eso no es posible”-, medida que sí tomaría en agosto el Ayuntamiento durante varios días por la visita del Papa. Sin embargo, las declaraciones de Botella se superan: “El paro asfixia más”, afirma en una entrevista en la cadena Cope y se convierte en conversación más seguida en la red social Twitter. “El fundamentalismo climático es una desgracia”, agrega en una entrevista en Vanity Fair. Pero riza el rizo cuando culpa a los coches oficiales del Gobierno. “La ministra de Medio Ambiente [Rosa Aguilar] tiene un coche de los que contaminan bien, bien, bien”, afirma en la Comisión de Medio Ambiente.
Lejos de admitir el problema del aire, volvería al asunto en julio, nuevamente en la Comisión de Medio Ambiente. “Yo no veo la boina esa de la que ustedes hablan”, afirma Botella. Se refería a la nube negra de contaminación que se puede apreciar cuando no llueve durante días en la capital. En 2010 la media de dióxido de nitrógeno en Madrid fue de 44 microgramos por metro cúbico, cuando el máximo tolerable por la UE es de 40.
La polémica no está zanjada. A principios de octubre se ha conocido que Madrid ha dejado pasar el plazo oficial sin pedir la prórroga que Botella anunció para cumplir con la normativa europea.
Llega agosto y el Papa. Y Botella se enfrenta a la marcha laica que pretendía protestar por el despilfarro. “Son ganas de provocar”, afirmó la concejal. Después, en una entrevista en El País, aclaró sus palabras. “A mí no se me ocurriría pedir una manifestación anti nada”, afirmó. Cuando la entrevistadora le planteó que las manifestaciones suelen ser “antialgo”, respondió: “Yo prefiero las pro algo, yo nunca me manifestaría anti nada”.
La última polémica que ha vivido la concejal de Medio Ambiente tiene que ver con la suciedad de las calles de la capital, por la que cientos de ciudadanos se movilizaron en la Red. Eso volvió a sacar a la luz que la plantilla de barrenderos ha estado al 66% durante el verano por los recortes y que se ha suprimido el servicio de limpieza y recogida de la hoja. La concejal no dijo nada. Su departamento defendió que el servicio “es muy profesional”.
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