Remar a contracorriente
Rubalcaba tiene las condiciones más difíciles que ha tenido nunca un candidato socialista
Habrá que reconocer que Alfredo Pérez Rubalcaba, al menos, ha hecho todo lo posible. Tiene las condiciones más difíciles que ha tenido nunca un candidato socialista, pero está intentando todas las posibilidades a su alcance y dará la batalla hasta el final. Una de ellas, de las más sencillas porque se juega en campo propio, era una convención en la que se mostrara como líder del partido, que agitara a los suyos y que le permitiera crear un ideario propio que presentar a las elecciones. No le gustan los mítines y siempre repite que prefiere el tono pedagógico con pocos asistentes pero ayer tenía que presentarse ante un auditorio entregado con su candidato, pero necesitado de sentimiento, agitación, arengas y llamadas al patriotismo de partido. Era un público que se enardeció en julio de 2000 cuando escuchó a un casi desconocido aspirante decir “no estamos tan mal” y “lo mejor está por llegar”, y le siguió ciegamente.
Rubalcaba, obviamente, no es Zapatero, sus discursos no pueden ser los de la retórica del sentimiento y en política no hay nada peor que la impostura, por eso ayer buscó su propio registro. Hizo un discurso de repaso detallado de todos sus buenos propósitos como candidato, marcando las líneas rojas que se compromete a no rebasar y que se resumen en la palabra de moda en la política: recortes. Quizás demasiado ambicioso en el objetivo de no dejarse ningún asunto que mencionar, y algunos militantes echaron de menos algo más de sentimiento. Incluso hubo algo más de pasión en el que hizo el 9 de julio cuando asumió la candidatura. Ayer le salió un texto denso.
De puertas para dentro la convención le ha servido para dejar constancia de que el líder es él y tiene su propio equipo. No hay nombres muy novedosos y rompedores, y muchos son continuidad del PSOE de los últimos años, pero sirven para simbolizar el equipo propio que todo líder necesita: Elena Valenciano, Cristina Narbona, Oscar López, Antonio Hernando y Ángeles Álvarez, entre otros, y con recuperaciones sorprendentes como la asesoría de José María Benegas. El candidato ha conseguido durante la convención alejar la sombra de la bicefalia, en parte gracias a la presencia de Felipe González el primer día. No hay nada más eficaz que incluir a un tercero para que no haya bicefalia y los otros dos días han sido para el candidato en exclusiva.
Él ha asumido el papel de portavoz de las propuestas más llamativas que se han ido aprobando en la convención y ha conseguido presentar un programa socialdemócrata que busca movilizar y recuperar a su electorado. Al margen queda el debate sobre si es creíble tras años en el Gobierno. Cuentan que el renacido Jesús Caldera está encantado porque su Fundación Ideas ha aportado munición ideológica y ha hecho lo que considera el programa más de izquierdas que ha tenido nunca el partido.
Sobre el estado de ánimo y la situación del partido ha habido estos días un termómetro significativo: el de los barones. A Griñán le han dado protagonismo con calzador para salvar lo que les queda, es decir, Andalucía. Patxi López ha sido el más requerido por los comunicados de ETA y su entorno. A los demás, como Barreda y Fernández Vara, despojados de poder, y sin la tensión de un congreso en el que tienen que influir para colocar a los suyos, se les ha visto con un séquito muy mermado. Hasta el carisma se les ha escapado y todo el tiempo se les iba en lamentar lo que hace el PP, con la esperanza de que los recortes en sus comunidades salven al PSOE el 20-N. Y Carme Chacón hizo su paseillo con baño de besos y abrazos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.