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Enseñar a convivir o más matemáticas

La decisión de Madrid de eliminar la tutoría semanal en la ESO levanta una ola de protestas

Asamblea de profesores en un instituto público de Madrid, la semana pasada, contra los recortes educativos.
Asamblea de profesores en un instituto público de Madrid, la semana pasada, contra los recortes educativos.CARLOS ROSILLO

Los recortes presupuestarios están sacudiendo la educación y lo harán más el curso que viene, a juzgar por las instrucciones que están llegando a los colegios e institutos para organizar el comienzo del próximo curso en distintos puntos de España. En la Comunidad de Madrid el ambiente está especialmente crispado. Las quejas son el aumento de las horas de clase que da cada profesor en la escuela pública, lo que, entre otras cosas, eliminará de un plumazo a más de 2.000 docentes interinos solo en secundaria, según los cálculos de los directores. Los docentes se están organizando en asambleas para preparar movilizaciones de cara al arranque de curso el próximo mes de septiembre.

Pero todavía más críticas ha levantado el hecho de que la consejería haya decidido eliminar la hora semanal de tutoría, es decir, la clase que los tutores pasan con el grupo de alumnos que tienen a su cargo. Un espacio que los docentes consideran imprescindible para “conocer al alumnado, integrarlo y atenderlo, desarrollar su participación, su motivación y su autoestima, generar dinámicas de grupo positivas, trabajar la convivencia y la resolución de conflictos, organizar la clase”, como opina Agustín Moreno, profesor de secundaria en el barrio madrileño de Vallecas.

La idea es utilizar esa hora semanal para dar más clases de Matemáticas, Lengua o Inglés, ha explicado la consejería madrileña, que sostiene, sin embargo, que las tutorías no se van a eliminar. “Lo que se va a hacer es cambiar el modelo tutorial. En lugar de colectivas, las tutorías serán personales”, apunta un portavoz de Educación. Las reuniones individualizadas —que en la mayoría de los centros ya se vienen haciendo cuando el tutor lo considera necesario— tendrán lugar fuera del horario lectivo y los docentes cobrarán por sesión unos 26 euros, informan los sindicatos.

La consejería dice que no elimina nada, sino que cambia el modelo

La consejería cree que de esta forma se recuperará una hora lectiva para refuerzo de otras asignaturas y se prestará una atención personal a cada alumno “en una etapa clave para su desarrollo personal y académico”.

Los docentes, sin embargo, consideran que se elimina una parte muy importante de la acción tutorial, dejando solo otra, que ya existía, y que cumple una función distinta. Una profesora de secundaria pone el ejemplo de un niño de 14 años que siempre está solo en los recreos, un síntoma que puede señalar una situación de acoso escolar. Por supuesto sería importante tener una tutoría individualizada con él, pero también esa otra hora con toda la clase para intentar, a través de incontables actividades posibles, que el chaval se integre en el grupo. Este es el espacio que va a faltar en Madrid, mientras “ya existían refuerzos de Lengua, Matemáticas e Inglés”, se queja Agustín Moreno.

En los planes de acción tutorial de los institutos se suele contemplar entre las funciones del tutor tanto esa hora semanal con toda la clase, como las tutorías individualizadas con alumnos y con padres, estas últimas, efectivamente, fuera del horario lectivo.

La confederación de asociaciones de padres y madres mayoritaria en la enseñanza pública, Ceapa, le ha pedido al Ministerio de Educación que actúe contra la decisión madrileña. Consideran que eliminar la hora semanal de tutoría de grupo supone ir contra la ley educativa y que, si el Gobierno no interviene, “las demás comunidades pueden seguir los pasos de Madrid y acometer medidas similares, con la excusa de los recortes presupuestarios”.

Los docentes creen que una hora con todo su grupo es fundamental

El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, dijo poco después que está “inquieto” por algunas medidas que se están tomando y que afectan al profesorado, y que su departamento analizará si “están dentro de las disposiciones vigentes”, pero subrayó también su respeto a la autonomía de Madrid.

Desde el Gobierno regional aseguran que la modificación es absolutamente compatible con la ley. Sin embargo, probablemente la pregunta que más inquieta es si la eliminación de esa hora va contra la calidad de la educación.

La reducción de plantilla (a través de la disminución de docentes interinos sin plaza fija) puede acabar afectando negativamente a la calidad de la educación, aunque quizá la discusión sobre este tema está más abierta. Pero para muchos especialistas, con la eliminación de la clase semanal de tutoría no hay duda, pues con ello se ha cruzado una línea. “Una cosa es modificar las condiciones laborales del profesorado debido a la crisis y otra eliminar cuestiones pedagógicas fundamentales que repercuten en la calidad de la enseñanza”, dice el profesor de Didáctica de la Universidad de Barcelona Francisco Imbernón.

Sin rumbo

FERNANDO J. LÓPEZ

Este verano la Comunidad de Madrid no deja de sorprendernos con sus continuos ataques a la educación pública. A medidas tan excelentes como la eliminación de casi 3.000 plazas docentes o el recorte de profesores por centro suman ahora la supresión de las tutorías en la ESO. A partir de septiembre, los adolescentes de entre 12 y 16 años que cursen secundaria no dispondrán siquiera de una hora en la que tratar sus problemas con el tutor. A cambio, ese tiempo se convertirá en una sesión de Lengua, Matemáticas o Inglés, con esa aguda convicción de la consejería madrileña de que la cantidad es sinónimo de calidad.

Sin esos 50 minutos semanales (ya antes insuficientes), los tutores no podremos abordar cuestiones tan triviales como la convivencia en el aula, la integración de los alumnos, la existencia de posibles conflictos (bullying, ciberbullying, discriminación xenófoba, homófoba o de cualquier otra índole), la evaluación del rendimiento académico de la clase, el análisis de la labor de sus profesores, el asesoramiento sobre opciones académicas o profesionales y otras cuestiones que, por algún extraño motivo, a los padres, los alumnos y los profesores sí nos parecen importantes.

Y es que todos los que formamos parte activa de la comunidad educativa somos conscientes de la importancia de la tutoría para prevenir y resolver los conflictos —muchos y muy diversos— que surgen en el día a día de un instituto, en esas aulas donde se reúnen más de 30 adolescentes con sus vidas, sus problemas y sus heterogéneas situaciones personales.

A cambio, se nos propone hacer “tutorías individualizadas” (algo que muchos ya hacemos, por cierto), olvidando que una clase es un grupo y que, por tanto, es preciso trabajar con ellos de modo colectivo antes de individualizar los problemas. Como esas “tutorías personales” no computan, el tutor podrá bien sumar 30 utópicas horas semanales más (una por alumno) o bien reunirse con ellos en recreos o séptimas horas (siempre que renunciemos a las iniciativas extraescolares no remuneradas que muchos realizamos en esos huecos). Teniendo en cuenta que el curso próximo seremos muchos menos profesores y más alumnos, la atención individualizada resultará casi imposible, lo que perjudicará —lógicamente— a las familias más desfavorecidas y con menos medios.

Con la supresión de las tutorías, los docentes perdemos un valiosísimo instrumento pedagógico; los alumnos, un imprescindible punto de referencia; y sus padres, una necesaria vía de comunicación. Una medida que hiere, de nuevo, a la educación pública madrileña y que, en vez de acercarnos a esa supuesta excelencia, nos precipita a la mediocridad.

Fernando J. López es profesor de secundaria y escritor. Es autor de 'La edad de la ira'.

Hace tres cursos, desapareció en casi todas las autonomías la hora de tutoría en bachillerato. Para el presidente de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (Copoe), Juan Antonio Planas, aquello ya supuso un paso atrás, pero quitarlas de la ESO le parece aún peor, porque con alumnos más jóvenes (de 12 a 16 años) hace más falta, pues son más inmaduros, asegura. Además, es una etapa obligatoria en la que todos los alumnos, con su enorme heterogeneidad, siguen juntos en las aulas, mientras que el bachillerato ya es posobligatorio, es decir, quien no quiere estudiar no tiene por qué seguir haciéndolo. Un docente madrileño avala esta idea: “Un chico de 12 años que tiene un problema no acude al profesor, como sí hace un alumno de bachillerato”.

Por supuesto, la Comunidad de Madrid está segura de que no bajará la calidad de la atención. Mantiene que sustituir la hora de tutoría por un refuerzo de Matemáticas, Lengua o Inglés mejorará el nivel de los alumnos. Pero la defensa del cambio se queda en el Gobierno regional. José Luis Pazos, presidente de la Federación de Asociaciones de Padres madrileñas, es tajante al respecto: las tutorías no pueden ser una opción. Y va aún más lejos al asegurar que suprimirlas solo demuestra que la conserjería “no entiende” el actual sistema educativo.

Para el director del Centro de Altos Estudios de la Organización de Estados Iberoamericanos y ex secretario general de Educación, Alejandro Tiana, lo que va a salir perjudicado de esa eliminación es la convivencia, el clima de los centros educativos, un tema que en los últimos años ha causado gran preocupación en la opinión pública. Como todo, reconoce, puede que alguien no utilice bien esa hora de tutoría, pero eso no quiere decir que no sea un elemento muy importante dentro de la orientación de los estudiantes.

Precisamente, los planes de convivencia que los institutos deben tener dentro del proyecto de centro, según la ley educativa, se suelen articular en torno a esa hora semanal de tutoría. A Ricardo Moreno, profesor de secundaria y autor del Panfleto antipedagógico, eliminar la clase de tutoría tampoco le parece una buena idea “desde el punto de vista educativo”. “Si en el aula hubiera un poquito más de disciplina, un poco más de seriedad, no harían falta la mayoría de los refuerzos”, asegura.

“Por supuesto que la tutoría es una tarea difícil en la secundaria, pero precisamente por eso es importante”, asegura Tiana, y añade que una hora a la semana tampoco es mucho: “Me parece más que razonable”.

Para el profesor de Didáctica de Barcelona Francisco Imbernón, la medida va a dañar, sin duda, la calidad de la educación, y cree que los más perjudicados serán los alumnos de contexto socioeconómico más desfavorecido. Asegura, asimismo, que la de Madrid es una decisión ideológica, que responde a la idea de que la escuela instruye sobre unos contenidos, pero no debe ir más allá.

Algo parecido sostiene el docente de secundaria Agustín Moreno, tutor voluntario en los institutos en que ha trabajado durante los últimos 14 años: “Piensan que lo mejor es dedicar el tiempo de la tutoría a dar materia: instruir en vez de educar; no les gustan algunas de las actividades que se suelen realizar en las tutorías; saben que es una función que marca la diferencia con los privados y concertados en favor de la pública. Se niegan a entender que en la ESO se educa y no solo se enseña, que es fundamental la tutoría para que crezcan como personas, que los resultados académicos dependen también del nivel de convivencia en el centro y esta, a su vez, de los valores que se trabajan, muchos de ellos en las tutorías”.

A escasos dos meses de que comiencen las clases los directores de los institutos madrileños aún no tienen claro cómo van a sacar adelante el curso. Para el presidente de la asociación de directores, José Antonio Martínez, la supresión de la tutoría es peor que el recorte de docentes. El también director del centro de secundaria Pío Baroja, que asegura que se les informó del cambio a través de un correo electrónico, critica que la medida se “carga la esencia del sistema educativo”. “¿Cuándo hablaremos con los chicos?”, se pregunta.

¿Para qué sirven?

Los docentes ponen algunos ejemplos del uso que le dan a las tutorías de grupo:

  • Orientar académica y laboralmente a los alumnos.
  • Resolver cualquier conflicto o problema que surja dentro del grupo.
  • Crear un espacio de confianza entre el tutor y los alumnos.
  • Trabajar en la personalización del estudio y del aprendizaje.
  • Impartir conferencias sobre temas importantes en la adolescencia, como sexualidad, protección de datos y uso responsable y seguro de Internet, problemas de alimentación, información sobre alcohol y drogas, etcétera.
  • El tutor utiliza esa hora para observar y conocer a sus alumnos.
  • En casos de acoso o marginación es el lugar idóneo para detectar el problema e intentar solucionarlo.

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