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Rivero, un corredor de fondo

El presidente del Gobierno de Canaria ha conseguido el milagro de los panes y los peces: cero victorias, dos presidencias

En la línea de salida no destacaba. Tras el pistoletazo inicial, estaba bien colocado y avanzó poco a poco. Se mantuvo en el pelotón de cabeza, asumiendo que él no podía liderar la carrera porque sus rivales eran mejores, más listos y más rápidos. Debía jugar sus cartas y saber que su principal virtud es la tenacidad. Y la paciencia.

Los ocho consejeros del Gobierno de Canarias han tomado este lunes posesión de su cargos en un acto celebrado en Santa Cruz de Tenerife y en el que el presidente del Ejecutivo, Paulino Rivero, ha afirmado que su equipo escuchará a la sociedad y que "no se va a esconder" para tomar decisiones. Un presidente que lo será por segunda vez sin haber sido el partido más votado.

Paulino Rivero cumplirá 60 años el próximo mes de febrero. Hace 33 que comenzó su carrera política, como alcalde, en su municipio, El Sauzal, que por entonces no superaba los 5.000 habitantes. Ha sido alcalde, consejero insular, presidente de su partido a nivel insular y regional, diputado nacional en un par de ocasiones, portavoz de su grupo en el Congreso de los Diputados, presidente de la comisión de investigación del 11-M y presidente del Gobierno de Canarias, en dos ocasiones. Esto último, por cierto, sin ganar nunca las elecciones. En 2007 Juan Fernando López Aguilar venció, pero sucumbió al pacto que firmó Rivero en Génova con Mariano Rajoy, acompañado por su socio de Gobierno, José Manuel Soria. En 2011, fue Soria el que obtuvo más votos en las Islas, pero Rivero en esta ocasión trabajó un pacto con un PSC muy necesitado. Ha conseguido el milagro de los panes y los peces: cero victorias, dos presidencias.

Rivero se levanta cada mañana para correr. “Se pega unas matadas que jóvenes de 30 años no aguantarían”, dice un miembro de su anterior Gobierno. Antes corría en soledad cada amanecer. Ahora sigue corriendo, pero lo hace en grupo. Ha llegado a convocar en su twitter a los ciudadanos a una hora en un lugar para que corran con él. Hizo de su afición a la carrerita mañanera un acto electoral.

El presidente del Gobierno de Canarias carece de una ideología política más allá del pragmatismo. Su objetivo es claro: “el mayor presupuesto posible para Canarias y en las mejores condiciones”, asegura uno de sus más estrechos colaboradores. Se trata de gestionar más dinero.

La derecha canaria, la nacionalista y la de ámbito estatal, está muy molesta con él. El nacionalismo más cercano a la independencia le acusa de “bajar la cabeza ante España”. La izquierda le aproxima a un entramado empresarial encabezado por ATI (Agrupación Tinerfeña de Independientes) y el PSOE hasta hace sólo unos meses le criticaba hasta la saciedad por su gestión al frente del Gobierno canario. “Lo público no debe servir para que se beneficien cuatro, sino todos”, le llegó a decir el secretario general del PSC, José Miguel Pérez, al que desde hoy es su socio de Gobierno. Los agentes sociales y los sindicatos le han tildado de “demagogo” y “populista”. Los profesores están en pie de guerra por la gestión de la Consejería de Educación en los últimos cuatro años. Los ecologistas le tachan de “depredador del territorio”. Pero él ha conseguido volver a ser presidente. Y no sólo eso, sino que si ponemos el mapa postelectoral del 22-M sobre la mesa, se puede observar que es el único presidente que ha resistido la ola conservadora que ha teñido de azul el mapa autonómico. Perdió las elecciones por más de 60.000 votos con respecto al PP, pero tienen la misma representación en el Parlamento canario. Y además,  su partido pasó de 19 diputados a 21. Ganó dos.

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Paulino tiene hilo directo con Rubalcaba. “No se trata de tener una gran agenda telefónica, sino llamar a alguien y que se ponga a la primera. Y él consiguió los contactos durante su estancia en Madrid y ha mantenido la amistad y la lealtad desde que volvió a Canarias”, aseguran. Pasar por el Congreso de los Diputados sirvió a Rivero para consolidar una gran red de contactos de la que tira sin complejos. También habla con Zapatero, pero sobre todo se apoya en José Blanco, con el que ha mantenido muchos contactos en el último año.

Con Blanco coincidió en uno de los conflictos de la anterior legislatura que más ha pesado al presidente del Gobierno canario: La baja masiva de controladores aéreos que durante varias horas aisló a las Islas Canarias. El puente de diciembre podía no salvar la economía del Archipiélago pero sí mejorar el año en el que la crisis se había cebado con la destrucción de empleo. Se esperaba un lleno turístico de casi una semana. “Apenas durmió, convocó un Consejo de Gobierno urgente e instó al Gobierno a denunciar por desobediencia y sedición a los controladores que no acudieron a sus puestos de trabajo”, cuenta un asesor que le acompañó durante aquel día. “Han hecho una  huelga salvaje. Es intolerable”, declaró en una dura rueda de prensa en la que Rivero no estaba triste por lo sucedido. Estaba iracundo.

Cuentan los que le conocen que sus objetivos se simplifican en tres grandes retos: Que Canarias influya más en Madrid, modernizar el tejido productivo de las Islas y que el trabajo que se produzca en Canarias sea para los residentes en el Archipiélago. Este último aspecto es uno de los argumentos que no se va del discurso del presidente del Ejecutivo canario. Lo ha plasmado en el pacto que acaban de sellar CC y PSC. A estos tres hay que sumarle uno más, de carácter interno. Reunificar el nacionalismo canario, en cuya división ha tenido una participación activa.

A su lado, como vicepresidente, tendrá en los próximos años a José Miguel Pérez, del PSC, catedrático de Historia que ha sido presidente del Cabildo de Gran Canaria y que se caracteriza por ser un político con poca dimensión mediática, casi hermético, todo lo contrario que su anterior socio de Gobierno, José Manuel Soria, histriónico, mediático y que se ha visto cercano a varios casos de presunta corrupción.

Aún sin destacar en la línea de salida, uno a uno sus rivales se fueron fundiendo, mientras él, marcaba el ritmo de la carrera, pasándolo mal, pero soportaba los codazos, los pisotones y los desprecios. Entonces pasó el muro, como se denomina en el argot maratoniano al kilómetro 30. A partir de ahí, demarró y consiguió llegar el primero sin ser el favorito. Paulino Rivero vuelve, a partir de hoy, a ser presidente del Gobierno de Canarias.

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