Arenas niega a Griñán credibilidad para proponer nuevas medidas
El líder del PP dibuja un Gobierno agotado, rodeado por una “galaxia de escándalos”
Javier Arenas comenzó su discurso con una aseveración que dejó sentado desde el primer momento cuál iba a ser su desarrollo: José Antonio Griñán no tiene ya credibilidad, las medidas que acababa de anunciar son repetidas y su Gobierno carece de crédito para hablar de reformas porque ha sido el culmen de la incapacidad, el despilfarro y los escándalos. A partir de ahí, salpicó las aceradas críticas con ofertas de pactos y, sobre todo, aprovechó el debate para reiterar la relación de medidas que viene anunciando desde que estalló la crisis, con algunas innovaciones.
El líder del PP usó el formato amplificado (mucho más tiempo) que suele utilizar en los duelos con Griñán en las sesiones quincenales de control al Gobierno en el Parlamento. Batería de datos del desempleo, cifras de los indicadores económicos, del gasto corriente, alusiones a los escándalos de corrupción y, como colofón de toda esta pésima realidad, la reflexión de que el socialista vive en un mundo virtual, alejado de la realidad y de los problemas de los andaluces, hasta el punto de que es el único que ve síntomas de recuperación económica en Andalucía.
“Es usted inasequible al desaliento”, le dijo, “no tiene remedio, siempre busca un culpable, en el debate del año pasado era Asia, y ahora Europa y los mercados”. “Es insólito que con el aumento escalofriante del paro siga diciendo que estamos mejor. Su política económica ha sido un fracaso. No ha dado ni una”.
El popular dibujó un panorama desolador que ha sumido en la desconfianza y el desaliento a los ciudadanos, de modo que el consumo ha bajado, y tanto la política industrial como la agrícola están bajo mínimos.
Sobre las medidas concretas de Griñán pasó de puntillas, solo se detuvo lo preciso para descalificarlas, dudar de que lleguen a buen puerto y preguntarle por qué no ha hecho el menor caso a propuestas similares —más completas, según él— que ha estado mandándole de manera incansable durante los dos años que el socialista lleva al frente de la Junta de Andalucía. La pregunta tenía aparejada una respuesta: “Ha demostrado usted ser un presidente con aversión a los pactos. No se entiende con nadie porque confunde liderazgo con autoritarismo”.
No habló de elecciones anticipadas, como ha hecho el líder nacional del PP, Mariano Rajoy, en el debate del estado de la nación, aunque en todo momento remarcó que la legislatura está agotada. “El tanque de la credibilidad lo tiene agotado. Nos ha situado en la cola de Europa”.
Tras la réplica de Griñán, quien emplazó a Arenas a pronunciarse expresamente sobre las 27 medidas que había ofrecido, ambos se enredaron en los turnos posteriores en una espiral respecto a qué opina cada cual sobre las propuestas respectivas. En claro quedó que ambos se apoyarán mutuamente en acciones destinadas a mejorar la transparencia democrática (reformas como el “escaño 110” para que los ciudadanos se sientan partícipes de la política), en la austeridad y en la educación, para PSOE y PP la mejor garantía de futuro y de progreso de Andalucía.
Las 66 propuestas de gobierno que planteó Arenas, y que entregó por escrito, van desde la llamada la regeneración democrática, la reforma de la Administración y de las reglas del juego del Parlamento, a las ayudas a los Ayuntamientos, la economía, el empleo o la fiscalidad.
José Antonio Griñán las llamó “índice de bellas palabras” que se quedan meramente en títulos, pero carecen de profundidad porque no se explica cómo hay que hacerlas. “Dice usted: ley de Subvenciones, por ejemplo, pero qué, hace falta algo más”, replicó Griñán.
Javier Arenas no se olvidó del caso de los ERE fraudulentos de la Junta ni de otros casos de presunta corrupción, la espina dorsal de su acción de oposición diaria contra el Gobierno andaluz en los dos últimos años. “No ha dicho ni una coma de los ERE”, le dijo a Griñán, “los escándalos han sido la gran estrella de su gestión”. “Su respuesta ante la galaxia de escándalos ha sido impedir las comisiones de investigación y obstaculizar la labor de la Justicia”, subrayó. El popular repitió una de sus frases favoritas desde que se hundió la economía: “La fiesta se ha acabado, después de que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
Y lanzó una propuesta efectista que no tuvo contestación: reducir las subvenciones públicas a los partidos políticos, las organizaciones empresariales y sindicales. Y que PSOE, PP e IU se comprometan a renunciar a la publicidad en las campañas electorales, o lo cambien por un mailing y debates en los medios de comunicación. “Nadie puede permanecer al margen de la austeridad”, sentenció.
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