Los indignados preparan una huelga general
Barajan la fecha del 15 de octubre y que la convoque un sindicato minoritario
Mientras el Congreso aprobaba, en torno a las dos y media de la tarde de ayer, convertir en ley el decreto sobre la reforma de la negociación colectiva, unos 40 indignados decidían en asamblea, a pocos metros del hemiciclo, formar un grupo de trabajo para convocar una huelga general contra la medida. En principio, la planean para el 15 de octubre.
Los reunidos eran parte de los 200 manifestantes que durmieron la noche del martes en la plaza de las Cortes y que ayer madrugaron para recibir a los diputados con pitidos y proclamas ya clásicas, como “que no nos representan”. Los indignados se reunieron de nuevo a las siete de la tarde en el Paseo del Prado.
El presidente de la Cámara baja, José Bono, les urgió a escuchar, “por inteligencia”, a los políticos. Durante la sesión, el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, que recibió algún grito —como “Rubalcaba, tienes un marrón”—, se mostró abierto a escuchar las demandas del movimiento. Opinó que no se debe “demonizar” a estos colectivos, pero tampoco, advirtió, “regalarles los oídos ni decir a todo acríticamente sí”.
Los indignados se plantean si deberían pedir a un sindicato nacional no mayoritario (ni UGT ni CC OO) que convoque formalmente la huelga general, dejando claro que quien la organiza es el 15-M, para que legalmente resulte más eficaz, o si, por el contrario, estaría más en línea con el movimiento que los trabajadores presentaran individualmente su solicitud de huelga. La idea, defienden, es transmitir un mensaje a políticos y empresarios: “Si nosotros paramos, se para todo”. Barajan además otro tipo de acciones, como huelgas de consumo o protestas contra los bancos con actos simbólicos como que grupos de personas retiren un céntimo de las entidades bancarias.
Medio centenar de indignados se manifestaron por la mañana ante los juzgados de Instrucción de la plaza de Castilla para solidarizarse con los 13 detenidos en la protesta de Juventud sin Futuro del 8 de abril, que iban a ser juzgados bajo la acusación de provocar disturbios tras la marcha. Levantaron la protesta al saber que el juicio había sido aplazado sin fecha.
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